sábado, 22 de agosto de 2020

EL DORADO: UN CUENTO PARA NIÑOS

¡Es hora de leer¡

Por: Fanny Ortiz. 

El Dorado apareció como un punto en la geografía, al tiempo que se le obligaba al nativo a olvidar las viejas historias sobre príncipes que eran vestidos a diario con polvo de oro.

Al principio, el español persiguió a este príncipe dorado, tal vez, con la idea de encontrarle como una estatua de oro macizo, pero no tardó mucho en caer en la cuenta, que debía buscarle en la geografía del nuevo continente.

Capturar aquel príncipe, sería una bendición.

Gran señor. Pedía ser ataviado con oro molido, porque le parecía que otra cosa era menos hermosa y hasta ordinario, que los señores se presentarán con colgandejos pesados de la nariz a los pies.

Polvorizarse con oro, ¡Qué cosa! ¡Qué lujo!

Así que éste cacique dorado debió de ser riquísimo, además de muy apuesto.

 

La noticia rodó como bola cuando los nativos fueron interrogados por aquel príncipe que le llamaban cacique dorado. Lejos estaban los españoles de saber que solo en el altiplano cundiboyacense gobernaban caciques y menos que moraban de forma sagrada y perpetua en lagunas como Guatavita e Iguaque.  

- ¿Preguntar?, ¡Qué va! ¡Acaso tienen alma!

- ¿Qué el sol y a la luna son sus criadores?, -Eso está por verse- Vasallos.

- ¿Qué tienen bosques y lagunas consagradas?, -Abrase visto- Infames.

- ¿Qué se hacen entierros y se realizan pagamentos! El impuesto es para su Majestad el Rey.

- ¿Qué echan oro y piedras preciosas a la laguna? -Cosa innecesaria-.   

- ¿Dónde está el buhío? ¿Qué valle es ese? Se avisparon a preguntar.

 

Sogamoso. Un templo muy famoso fue asaltado por los españoles.

¡Qué esplendor! ¡Qué casa!

En su interior, bien al fondo se veían colgados unos platos que cuando el sol les daba, resplandecían y se observaban de muy lejos.

Entendieron que tales petacas puestas a lo alto y bien atadas, deberían tener gran peso y que lo que estaba dentro era oro puro.

Este sitio, pensarían, sería la salida al Dorado por el oriente. Ese deliró se los ha de llevar muy lejos. Hora si, que peligro. Pobre de la Casa del Sol.

Tan rica y abundante en oro y así, en su fabricación. Tiene los pilares y paredes de él toda cubierta, también allí se hacen ofrecimientos, es por excelencia la Casa del Sol.

 

Creían que su sagrado Sol y Luna se los llevaría lejos, pero no.

Tenían un don de comunidad que encantó a curas y frailes y fueron paladeándose frases entrecortadas. Le hablaron de Tomza Hitcha Guia o Guatavita.

 

Los llevaron hasta la cumbre de los cerros más altos y les mostraron los manantiales que nacen allí. Y les contaron sus secretos, desde la frialdad del páramo.

Qué levantamos en puro oro al muchacho que sacó Labaque de la laguna.

Qué, así como lo ven en estatura y edad. Así salió de la laguna.

Qué es nuestro patrono de Iguaque esa figura de oro que ven ustedes ahí.

Qué aquí se casó y comenzó a tener hijos. Así pobló

Se antojó el cura fraile de visitar semejante maravilla.

Asina, caminó por las puertas del cercado y buhíos tan flacas. Que no eran más que unas delgadas cañas. Asidas con cordeles de cabuyas.

Comenzando a mirar la primera casa, vio ofrendas puestas por orden en barbacoas de más de tres mil mantas de algodón finas y bien hechas.

Tejos y cintillos para el ofrecimiento con figuras de hombres, aves, serpientes y más. Todo delicadamente puesto en petacas y adoretes entre pajas.

Pero lo que más le admiró fue la figura del muchacho de tres años. Puesto en pie. De oro macizo. Y una piedra de moler maíz del tamaño de las comunes que usábamos por acá.

Como se echó de ver maravillado. No se sabe si de tanta adoración o de todo el oro junto.

Seguro este es El Dorado. Pensó.

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El mercado. (Cuento)