Desde su publicación en 1964, Charlie y la fábrica de chocolate sigue siendo una historia asombrosamente actual. A través de Charlie Bucker, el niño humilde de los suburbios, quien sólo podía disfrutar de una barra de chocolate una vez al año, Roald Dahl, nos muestra el valor de la sencillez y la humildad. Pero no es solo la historia de Charlie y Willy Wonka lo que atrapa al lector. Destacan en el libro, personajes que seguramente provienen de universos igualmente complejos. Augustus Gloop, un niño glotón, Veruca Salt, una niña capichosa, Violet Beauregarde, una niña obstinada y Mike Teavee, un niño obsecionado por la televisión. Estas cinco personitas, ofrecen lecciones claras acerca del caracter humano, de las emociones, de los valores, de las ausencias y perdidas y de cómo hacerles frente. Esta obra es una lectura rica en enseñanzas para nuestros niñ@s.
Charlie y la fábrica de chocolate no sólo es una aventura fantástica, es también una reflexión profunda sobre la formación del carácter. A lo largo de la historia, vemos como estos niños, que buscan la gratificación inmediata, que son mimados o que actuan por impulsos sin pensar en las consecuencias, terminan enfrentando situaciones difíciles. Este planteamiento invita a los pequeños lectores a pensar en que tipo de adultos serán, si todo se consigue de manera fácil, sin esfuerzo, ni responsabilidad. Dahl, nos sugiere, de manera sutil pero firme, que los valores, son escenciales para construir una vida plena y auténtica.
Este grandioso libro puede servir de guía para que padres y docentes navegemos por dichos universos y podamos brindar un acompañamiento asertivo y afectivo. Augustus, no es un niño malo, no necesita más chocolate, necesita equilibrio emocional y un NO a tiempo. A veces los niños que más hablan, sienten que nadie los escucha y los que más presumen sienten que nada es suficiente para tener la atención de sus pares. Violet, requiere aceptase cómo es. Veruca, cae por el agujero, no por lo qué pide, sino por cómo lo pide, es el resultado de una infancia sin esperas, en donde el amor se confunde con la complacencia. A Mike le falta un vínculo humano, un juego y una conversación real.
Charlie y la fábrica de chocolate no solo despierta la imaginación de niños y niñas, sino que también ofrece múltiples posibilidades para ser trabajado en el aula, desde actividades con enfoque en valores, hasta los laboratorios más disparatados y creativos para un aula de literatura y ciencias. Esta obra es una mina de oro educativa.
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