viernes, 27 de abril de 2018

EL PRINCIPITO: CONTADO PARA PRINCIPITOS DE SIETE.


!Hola amigos! les ha pasado que quieren motivar la lectura en sus niños y no encuentran el libro adecuado. Muchos padres y docentes pensamos en "El principito" pues es un libro hermoso y lleno de valores. Pero lo dudamos porque es una novela de temática trascendental. !No lo dudes! Nuestros hijos pequeños están en la edad de aprender de sus superhéroes. !Nosotros!  Nos ven todo el tiempo y aprenden de lo que les damos.

Aquí les dejo El Principito, para leerlo a manera de cuento antes de dormir. Me excuso, pues no pude aguantarme las ganas de dedicárselo a mi Sarita.


A Sara;

Sé que te debe resultar agotador dar y dar siempre las mismas explicaciones como si una gran muralla estuviera en mi cabeza
Cuando compartes con migo, me haces sentir como regando una plantita, que pronto abrirá para perfumarlo todo con ricos aromas
Pero quiero que entiendas que cada adulto viene con su propia muralla
Los hay con murallas grandes, otras pequeñas, unas son notorias y otras casi invisibles
No puedo evitar que te tropieces, resbales, o te caigas,
pero si puedo enseñarte a que camines sobre ellas superando el malestar que producen
Sara, te quiero contar la historia de un amigo de otro planeta, el pequeño príncipe



Imagen tomada de internet

Un día este príncipe se le presentó a un aviador que había caído en el Sahara y le pidió que le dibujara una oveja. El aviador que ya era un poco mayor, ante la petición del príncipe recordó que perdió el ánimo por el dibujo a los seis años, cuando dibujó una boa constrictor devorando un elefante y la gente mayor pensó que era un sombrero. La imagen de ese dibujo había quedado grabada en su memoria, así que en lugar de una oveja, el aviador dibujó a la boa y se la enseñó al príncipe, quien respondió; 

-! No!, !No!, No quiero un elefante dentro de una boa.

Ante tal cosa, el aviador dibujo una oveja que a nuestro príncipe le pareció que estaba muy enferma, luego dibujo otra oveja que a nuestro príncipe le pareció que era un carnero, luego otra más, que a nuestro príncipe le pareció que estaba vieja. Ya agotado dibujo una caja y le dijo al príncipe que la oveja estaba dentro, éste miro como buscándola y le pareció perfecta para su planeta porque era pequeña y venía en su cajita donde podía dormir. 

El príncipe muy pensativo le preguntó al aviador si las ovejas comían arbustos;

-Sí,... las ovejas comen arbustos-, le respondió el aviador. 

-¿Y comen baobab?

-Sí, -pero éstos son demasiado grandes para una oveja-, -ni una fila de elefantes podría comerse un baobab-, afirmó el aviador.


El príncipe sabía que el aviador era grande, testarudo y no veía las cosas importantes, entonces le aclaró que como en todo suelo, en su planeta había semillas buenas de plantas buenas y semillas malas de plantas malas. Por lo que era necesario reconocerles antes de que germinaran y arrancarlas de inmediato, si no, infestaría todo y hasta podría hacer explotar el planeta. De tal forma, dijo el príncipe;

-Se debe ser disciplinado y deshojar a diario-. 

-¿Las ovejas comen flores? ¿Se comen las que tienen espinas?

-Si- contesto el aviador.

-¿Para qué sirven las espinas?

 El aviador que estaba atareado con un perno rebelde, subió el tono y dijo:

 -! Las espinas no sirven para nada! -! No son más que pura mala intención de las flores! 

Pero el príncipe, lleno de enfado por la gran distancia entre él y el aviador no tuvo de otra que gritar:

-Las flores son débiles-. -Son ingenuas-. -Ellas aseguran su tranquilidad como pueden-. Conozco una flor que solo existe en mi planeta a la que una pequeña oveja puede aniquilar sin darse cuenta.

 -¿No es importante eso?

Entonces el aviador humillado se reconoció en su grandísima, pero grandísima muralla.

El príncipe recordó con nostalgia a su flor, que era una rosa, en realidad. -No debí volar- dijo para que el aviador escuchara.

Entonces se dio a compartirle al aviador sus sentimientos por la flor. El día en que broto, el pequeño príncipe supo que no era una flor modesta. Recordaba como se creía pariente del sol. El día en que se conocieron, pidióle un globo para protegerla del frío en las noches. Era vanidosa, caprichosa y un tanto arrogante, pero hermosa y conmovedora. La flor había colmado el planeta de aromas y centellos, pero el príncipe, que no reparaba en los actos, huyo agobiado por la cantaleta de la flor.

El aviador, ahora muy atento, se dispuso a escuchar las aventuras del príncipe.

El primer planeta que visitó estaba en posesión de un rey solitario que daba órdenes a todo; te ordeno ponerte de pie, te ordeno sentarte, te ordeno hablar, te ordeno callar, bla ... bla ... bla ...  Era muy fastidioso, pero magnificente.

Era un rey absoluto y universal, de quien él mismo afirmaba, las estrellas le obedecían. Ante semejante prueba de autoridad, el pequeño príncipe pidió una gracia del rey. Pidióle una puesta de sol, que el rey concedió para las siete y cuarenta. Pero el príncipe cansado, aburrido y decepcionado de la superficialidad del rey, se dispuso a marchar. Ante el peligro de no tener un súbdito, el rey prometió al pequeño príncipe ser ministro de justicia, pero al príncipe no le interesaba ser ministro porque en este planeta no había nadie a quien juzgar. -Podrías juzgarte a ti mismo-, replico el rey. Pero él sabía perfectamente que podría juzgarse a sí mismo, sin ser un ministro.

El segundo planeta que visitó nuestro príncipe estaba habitado por un hombre vanidoso quien saludó al príncipe quitándose el sombrero una y otra vez, pero no por cortesía, sino creyéndose admirado por el recién llegado. Pidió al príncipe que chocara sus palmas para poder bajar el sombrero en ademan de grandeza, pero después de unas cuantas veces, el juego se volvió aburrido. Además el vanidoso estando tan arriba, le parecía que nuestro príncipe tenía una vocecita infantil y por tal, no lo escuchaba. -Que extrañas son las personas mayores- Pensó el príncipe desconcertado.

El siguiente planeta estaba habitado por un bebedor que estaba sentado frente a una colección de botellas vacías y botellas llenas.

 -¿Qué estás haciendo?- pregunto el príncipe.

-Bebiendo- Respondió el bebedor,

 -¿Y por qué bebes? -Para Olvidar-.

-¿Para olvidar qué? -No sé, ya lo olvide-.

Y contagiado de la misma melancolía del bebedor, partió el pequeño príncipe.

En el cuarto planeta vivía un hombre de negocios que se la pasaba el tiempo contando no se sabe qué. Todo sumaba quinientos y un millones setecientos veintidós mil setecientos treinta y uno.

-¿Quinientos millones de qué?- Preguntó el príncipe.

-¿Quinientos millones de qué? - Volvió a preguntar el príncipe. 

-De, de, de... estrellas. -Son mías, las cuento porque las poseo-.

-¿Y de qué sirve poseer las estrellas?-.

Pues para saber que son mías. Este hombre razona igual que el bebedor -pensó el príncipe.

El príncipe trato de ponerse en los mismos zapatos que el hombre de negocios, pero no hallaba gracia en ello. Pensó en que la flor de su planeta era suya, pues la regaba todos los días. Le era útil. Pero el hombre de negocios de nada le servía a las estrellas. Y con mucho enfado se marchó de este planeta, cuestionando el egoísmo de la gente.

El quinto planeta estaba ocupado por un farolero fiel a quien el príncipe llego a amar, pues lo que hacía lo hacía por gusto y porque era útil para su planeta. Era verdaderamente hermoso el farolero y tan distinto a los otros hombres que había conocido, ellos, hacían cosas para agradarse a sí mismos. Este hombre realmente le era fiel a su trabajo que era apagar y prender el farol.


Imagen tomada de internet


En el siguiente planeta habitaba un geógrafo que estaba ciego y sordo. Se le presentó al príncipe como un sabio. Y sin más nuestro príncipe no pudo resistirse a preguntar sobre los océanos, mares y montañas de este planeta, pero con gran decepción se dio cuenta de la enfermedad del geógrafo; padecía de exceso de desconfianza. Nunca había caminado por su planeta porque, como su nombre lo indica, él escribía y no necesitaba caminar para escribir. Entonces, jamás había contemplado la tierra y por tanto no había disfrutado  de sus paisajes, pues eso no era cosa de geógrafos.

El último planeta fue la tierra, en la cual encontró una serpiente atenta a las palabras del príncipe pero no por amabilidad, sino por interés.


Imagen tomada de internet


-Al que toco, lo devuelvo a la tierra de dónde salió-, dijo la serpiente.

-Puedo ayudarte si un día extrañas demasiado a tu planeta- insistió la serpiente.

El principito a quien le interesaba conocer a los hombres de este lugar, no reparó en que la serpiente le quería morder.

Otro día encontró un jardín con miles de rosas iguales a su rosa. Pero el príncipe quien no había aprendido a amar del todo, lloró pensando en que su rosa se sentiría humillada, cuando supiera que él había conocido miles más dentro de su especie.

Un día apareció un zorro. 

-Ven a jugar con migo- le propuso el príncipe.

-No puedo, no estoy domesticado- respondió, el zorro.

Pero el príncipe no sabía que era exactamente domesticar, entonces el zorro le explicó que él no era más que un niño entre cien mil niños más y no tenía necesidad de él, si lo domesticara tendría necesidad de él y sería  único entre muchos. El príncipe no podía dejar de pensar en que su rosa lo había domesticado ya, pues era única y la necesitaba. Cuándo hubo de marcharse el príncipe, lloró el zorro y éste lo reprocho. Pensaba que el zorro se quedaba solo y adolorido pero no. Cada vez que los trigales eran batidos por el viento, llegaba el más bello recuerdo de uno risos dorados y era feliz. El príncipe marcho seguro de que alguien lo extrañaría y de que él extrañaba a su rosa. 

El día octavo de la avería del aviador se habían agotado el agua y las historias, entonces, cayeron ante la belleza del desierto. Para el príncipe el desierto era hermoso porque guardaba en él un poso de agua, para el aviador el desierto era hermoso por los susurros del silencio. Y con el príncipe dormido entre sus brazos caminó hasta encontrar un pozo. Bebieron de esa agua y ya saciados quedó un rastro de tristeza en el ambiente.

El príncipe exigió el cumplimiento de una promesa hecha por el aviador; un bozal para su oveja, fue así que conoció los dibujos del baobab y el zorro, que causaron risas al príncipe, pero el ambiente seguía trastornado.

-Debes trabajar- dijo el príncipe y el aviador partió llevándose la duda de cuán grande era el agobio del príncipe.

Al siguiente día el aviador encontró al príncipe en aparente alianza con la serpiente, quien a cambio de morderlo le prometió llevarlo hasta la estrella que ahora guardaba la rosa. Fue así, que el príncipe partió de este planeta, prometiendo al aviador ser una estrella sonriente y feliz para él. Siempre que mirara al cielo, habrían millones de estrellas sonriendo para él. 

martes, 27 de febrero de 2018

LA VORÁGINE: RELATOS OCULTOS SOBRE LAS TENSIONES EN LA FRONTERA COLOMBO-VENEZOLANA


Fanny Ortiz. 2018
fannyortiz997@gmail.com

Manuscrito. La Vorágine. José Eustasio Rivera.



A pedido de nuestros lectores, para esta entrada del blogger, hemos sometido a lectura nuestra querida novela "La Vorágine", que como ustedes saben está próxima a cumplir su centenario. Se me ocurre, indagar y buscar entre líneas aquello que el poeta quiso hacer ver a sus contemporáneos, y que de manera muy intencionada, pensamos, dejó, para la posteridad; su obligado examen histórico- antropológico. Pues bien, realicemos este ejercicio, siguiendo la primera parte de la novela, que trata de la huida de Arturo Cova y Alicia al Casanare y la estancia en la fundación "La Maporita". Según lo relatado, a través de Don Rafo, personaje secundario en esta parte, estos acontecimientos ocurren más o menos, en un periodo de dos meses.

De la primera parte, nos llama a atención, los conflictos entre los indígenas "Saliva" de Guanapalo y un hato cercano a la estancia La Maporita. De los Salivas, Rivera desconocía su pertenencia a ésta etnia y su alto grado de aculturación. Por lo que los describe como los indígenas del Guanapalo. Probablemente lo que narra, tiene que ver, con el paso de Rivera por los llanos Orientales, cosa que se hace entre 1917 a 1918, en calidad de apoderado, en un litigio por tierras.

Nos interesa resolver por qué Rivera construye su relato, privilegiando la postura regional, acerca de los conflictos entre indígenas y no indígenas. Llegar a una conclusión en estos momentos, pasa por contrastar fuentes históricas y relacionarlas con la historia personal y profesional de Rivera durante estos años, cosa que no se ha hecho. Siendo así, los invito a que nos acerquemos a la lectura de la edición de 1924 y el manuscrito de Rivera, ahora disponible en internet.

Bien, si uno quisiera tomarle el pulso al tema de las tensiones entre indígenas y no indígenas, sería importante establecer, dónde estaba ubicada La Maporita, pues las tensiones territoriales, están relacionadas con el tipo de ocupación. Ubicar La Maporita en algún punto geográfico de los llanos Orientales, nos podría dar una pista para entender, por qué Rivera, describe lo que pasó, de la forma en que lo hizo, es decir, tomando elementos de la oralidad llanera, pero privilegiando la postura más dominante.

Me explico, en los llanos Orientales de Colombia fue común ver al recién llegado como verdadero representante de la civilización. Tanto así, que se les decía "racionales". Este término se usaba siempre y cuando se hiciera alguna referencia al indígena de la sabana, a quien se les vio como  irracional. Se creó en torno a ello, un imaginario violento, que llevo muchas veces al exterminio, o como se decía en la región, a guahibiar. Así, quedó plasmado en los diálogos que dan vida a los personajes de la primera parte de la novela. La pregunta es ¿por qué?. Acaso a nuestro poeta, no se le reconoce como defensor de los más débiles y demandante de las injusticias que se daban por estos territorios.

Aclaremos una cosa, ese imaginario regional, lo vinimos a conocer los colombianos, apenas el siglo pasado. En 1967 en el hato "La Rubiera", en Arauca, se le dio muerte a 16 indígenas Cuiva, después de que unos vaqueros, los invitaran a comer carne. Estos hechos generaron polémica a nivel de los medios de comunicación, tanto por la crueldad y sevicia, como porque los colombianos entendían que en estos territorios, era "natural" matar a porrazos a las personas. Los testimonios de quienes fueron interrogados sorprendían por la afirmación, "de no saber que matar indígenas fuera malo".

Cuarenta y tres años atrás, José Eustasio Rivera, hablaba, del conflicto, casi que en los mismos términos en que se dio la masacre de La Rubiera, y al decir de las palabras del personaje central Arturo Cova "-¡No, no! ¿Cazarlos como a fieras? Eso es inhumano" Se entiende que Rivera, sabía  que en estos territorios el sentir popular dictaminaba que matar indios no era malo.

La novela La Vorágine se conoció en 1924. Y ha generado desde entonces múltiples lecturas. Para los primeros lectores, la controversia estaba dada por la veracidad del relato y la  certeza de que Arturo Cova, hubiera existido realmente. Pues a muchos trasnochó la idea de que los restos de un fiel coterráneo, no tuviera cristiana sepultura. Más tarde en 1932, por cuenta de la guerra con el Perú, se sabe que los soldados enlistados tuvieron la novela, como lectura de cabecera. No por sentimientos patrióticos, sino como manual para enfrentar la vorágine de la selva. Por qué no pensar, en que fuera inspiración para, un German Castro Caicedo, un Alfredo Molano. En fin, a muchos nos llevó mostró un camino.

Volviendo al tema, La Maporita, de la novela, bien pudo haber estado ubicado en esa Arauca de frontera, conflictiva y tensionante. Aseverarlo, de alguna forma, nos podría servir para, aclarar un poco, la composición del relato. Aunque no salvaría de un posible sesgo a nuestro querido poeta. Hay que dejar en claro, La Vorágine, con todo y que no es un relato crítico, en la primera parte, es de los primeros escritos, en donde aparecen y por tanto se denuncia, el maltrato del que fueron víctimas los indígenas.

Teniendo en cuanta que el límite entre Casanare y Arauca no estaba bien establecido para 1917- 1918 tiempo en el que Rivera visitó el hato "Mata e Monte", para muchos, el escenario que inspiró, a escribir sobre La Maporita y, aclarando, que en este año se dio la revuelta de Humberto Gómez, con la que se pretendía declarar Arauca como una república, cosa que no prosperó. Podríamos pensar que Rivera, de algún modo estaba imbuido por estos acontecimientos, no de gratis, fue lo primero que vio. Por lo que creemos que los aspectos que se relatan o fueron vistos, o fueron testimoniados a través de fuentes orales.  Lo que nos interesa es seguir un poco la pista al relato, construido por Rivera y aseverar  en la procedencia de estas fuentes. Porque no es lo mismo hablar sobre los indígenas siendo hatero o siendo veguero.

La siguiente frase, del personaje central, cuando describe el encuentro con Don Rafo, nos hace pensar que La Maporita, bien pudo haber estado ubicada en las sabanas de Arauca; "Ofrecionos ser nuestro baquiano de ida y de regreso y que a su vuelta de Arauca llegaría a buscarnos al hato de un cliente suyo, donde permaneceríamos alojados dos meses" Es más, cuando interviene el personaje Barrera, quien da un el referente puntual, sobre el Casanare, nos indica también que La Maporita, pudo haber estado ubicada en los límites con Arauca. Hay que recordar que, desde 1782 era la Capitanía General de Venezuela, y había recibido la migración de ex militares del hermano país. El personaje Barrera, manifiesta lo siguiente: “Pero con los asilados de Venezuela que la infestaban como dañina langosta, no se podía vivir".

Sin duda, se está describiendo un ambiente tenso. Y lo que es más importante, Rivera en su novela ubica con bastante claridad una zona, de contacto, que más tarde, va a coincidir con la zona de frontera colombo-venezolana. El río Arauca habría demarcado una región de frontera en donde confluía, los intereses de dueños de grandes hatos, llaneros e indígenas. Ese fue el ambiente que vio Rivera.

Por otro lado, el conflicto de La vorágine, muestra cómo, aparentemente "llaneros" e indígenas, compiten por los recursos del medio. Esta visión presenta un fuerte sesgo, que para el caso, deja muy mal a Rivera. Para el autor, como para la mayoría de la gente que visitaba el llano, llanero era quien andaba a caballo al servicio de algún hato. Y así muestra al personaje de Franco, en quien encarna las labores de vaquería, tan propias del llano. Franco, es un hombre del interior del país, llegado a los llanos por Arauca, después de un lio militar. Y no es gratuito, uno de los reductos de la época, un centro que alberga, a quien quisiera huir de algo, era la frontera, demarcada por el río Arauca. 

Es sesgada, además porque pone a Franco en el lugar del blanco, con la connotación regional, que el termino tenía, es decir, el de ser civilizado o racional. Quien llega de afuera trae con sigo las costumbres, las buenas maneras, aunque fuera venido a menos. Así describe Arturo Cova a Franco: "Las facciones proporcionadas, el acento y el modo de dar la mano advertían que era hombre de buen origen, no salido de las pampas, sino venido a ellas". Franco llega del interior de país, a una guarnición militar en Arauca, de la que sale por un conflicto y desde entonces se arraiga en la Maporita, al servicio de un hato, que creemos que es de Arauca. Es más, en las correrías propias que se le delegan a Franco, está el pasar por Tame, (Arauca) a recibir encomiendas y recados, para el señor del hato.

Sobre los indígenas de la región del Guanapalo, antiguo territorio de los jesuitas, o sea los Salivas, del Casanare, no hay mayor referente. En la novela el personaje cercano a ellos, es "El Pipa", contado desde Don Rafo, quien lo describe como capitán de indios salvajes, que sabe el idioma de varias tribus, boga y baquiano. El personaje central, Arturo Cova, lo describe como cuatrero, o sea, asaltante de ganado y por añadidura, de fieles cristianos. Aunque esta lectura  hace parte de la trama de la primera parte de la novela, y sabiendo que los personajes de La Vorágine tiene una fuerte historicidad. El "Pipa" de la segunda parte tiene otras características. Aquí el personaje, ubicado en un escenario de selva, renace como un salvador. Hay historiadores que plantean que el personaje del "Pipa", se compuso a partir de la figura del dueño de la hacienda, Mata de Palma, en el caso de sucesión que trabajo Rivera en Casanare, en 1918. "El Pipa", sería José Nieto, en la vida real, cosa que constatamos leyendo el manuscrito de la obra. José Nieto terminaría en problemas con Rivera, este sería el motivo, por el cual "El Pipa", es mostrado de forma peyorativa, como un ladrón o cuatrero, pero no creemos que tenga que ver con una postura de Rivera, frente lo indígena.

El manuscrito de la novela ya se encuentra en PDF y está colgado, en la plataforma de la Biblioteca Nacional, para la consulta del publico general. Una de las correcciones más interesantes, es la que se refiere al "Pipa", que  está tachado, a través de una pequeña enmendadura. Originalmente, se le había bautizado como José Nieto, en honor a quien sableara a Rivera, en uno de sus primeros trabajos como apoderado. Esto tiene que ver con los tiempos de la escritura de la novela y las experiencias personales de su autor. Lo que quisiéramos puntualizar es que hay dos momentos en el desarrollo de la escritura. En un primer momento, Rivera no es tan sensible a las injusticias y desigualdades que observa en sus travesías, y seguramente atravesaría más por trances personales y sus conocidas dolencias de salud. En la segunda parte, los personajes son más incisivos, en el caso del "Pipa", quien aparece como una figura conocedora de las inclemencias de la selva, por lo tanto tiene más fuerza y relevancia.

Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.

martes, 30 de enero de 2018

LA VERDAD DESNUDA

Fanny Ortiz
fannyortiz997@gmail.com


LA VERDAD DESNUDA
(canción y poema de los llanos del Vichada)
Ricardo García Cúrbelo "El cristofué"


De los llanos del Vichada cogió su camino un indio
se tiró el chinchorro al hombro y le dijo a los vecinos:
yo me voy pa´ pueblo grande a hablar con jefe mayor 
tamo aguantando mucha hambre, muy negra es la situación
de bastimento llevaba un arco y una lanceta

Después de los doce días, cruzar el llano del Meta
seis veces había comido, se sentía escaso de fuerza
y en un esterón bravío cazó una garza paleta 
la cual se la comió cruda y con fuerza de este alimento
pudo andar seis días de luna saliendo a Villavicencio

Preguntó la carretera que conducía a Bogotá 
y a pura pata pelaa siguió avanzando su marcha
comió rellenas en Caqueza
cruzó por tuo´el centro del parque
y a las dos horas y media iba llegando a Chipaque

Serían las tres de la tarde cuando el indio contemplaba
!Qué guhaibiada! -pensaba-
bastante penca le palma se llevaría aquella casa
y con la mano mostraba el edificio de Avianca

En la avenida Caracas preguntó po´el presidente
unos pelaban los dientes, otros no entendieron nada
pero él seguía su correría porque sabia que allí estaba

Habló con un policía que comprendió sus palabras
  éste le sirvió de guía dejándolo a media cuadra
un ídolo parecía, nadie le chistaba nada
y como nadie le impedía llegó como le invitaron

Taba reunido el senado en opiniones privadas
  y como él de esto era  inocente
  sin ningún inconveniente se dirigió al presidente

Oiga señor presupuesto: Tú capitán de Colombia, yo soy capitán Piapoko
quiero, pregunto pa´mí, ¿tú conoce el Orinoco?
No. No, conoce el Orinoco.
Porque vive en pueblo grande, comiendo bueno y bien gordo

Vuelvo pregunto pa´mí, ¿tú no has comido mañoco? 
No. No, ha comido mañoco
Yo tampoco quiero más mañoco, señor presupuesto
pescado, ajipe, no hay, caimán, terecay tampoco pacu,  iguana, mucho menos,
solamente puro mosco que pica y pica y da paludismo  y droga no hay pa´ nosotros


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viernes, 22 de diciembre de 2017

EL DESCUBRIMIENTO FORTITUO DE AMÉRICA Y LA IDEA DE LA TIERRA PLANA

Por: Fanny Ortiz. 2017
fannyortiz997@gmail.com


Si a usted le preguntan en la calle qué quería demostrar Colón cuando llego a América, seguramente no le debe de extrañar encontrar que Colón pretendía demostrar la redondez de la tierra. No se extrañe, pensar así, es producto de lo aprendido en la escuela. Imaginarios de este tipo se han filtrado y regulado hasta hoy, como parte de las posturas positivistas del siglo XIX, aun presentes en nuestros procesos de enseñanza. Gracias a ello, es común pensar, que en la época de Colón, las personas consideraban que la tierra era plana. 

Cuando Colón llegó a América imaginando llegar a las "indias" no pretendía ningún descubrimiento, es decir, el almirante convencido de su entendimiento, o mejor, de sus "cuentas" quería demostrar que era posible otra ruta comercial al oriente, más corta y barata. Para el mismísimo Colón, la cosa estaba clara, el verdadero descubrimiento fue hallar unas tierras que hasta el momento nadie se las pensaba.

El hecho de que Colón, quisiera llegar al oriente partiendo desde el occidente, deja en claro que para el almirante la tierra era redonda. Aunque la historiografía ha planteado que la tierra de Cristóbal Colón, tenía forma de pera, dada su equivocación en el cálculo de la polar. El almirante conocía del cálculo del diámetro de la tierra de Erastótenes, (siglo II, ac) pero estaba convencido de que era más acertado el cálculo de Posidonio, (siglo I, ac) de ahí, el debate frete a los eruditos de la corona española.

Confiado por el cálculo de Posidonio, cosa que casi le cuesta la insurrección de su tripulación, a Colón, se le debe el haber descubierto un mundo nuevo -aunque muriera sin saberlo- y no, el haber corroborado en la practica la redondez de la tierra.

De eso habla el tiraje de 1.000 ejemplares de la "Universalis Cosmographia", del cartógrafo alemán Martin Waldseemuller, el primer mapa que se conoce de América. En una época en la que no existía internet, fax o celular, pasarían tan solo nueve años, desde que los marinos de Colón avistaran por primera vez la América del sur, hasta 1507, cuando se publicará dicho mapa. La rapidez en la impresión del mapa, habla de la importancia de la noticia.  


Primer mapa de América por Martin Waldseemuller, en 1507. Tomado de witipedia


La idea de que la tierra era plana se le acuña a Cosmas Indicopleustes, quien escribió la "Topografía Cristiana", a mediados del siglo VI. Según Cosmas Indicopleustes la tierra era plana, en oposición a la idea de una tierra redonda. También tenía forma rectangular, igual al tabernáculo que se describe en el Antiguo Testamento, es decir, como un cofre. Cosmas Indicopleustes y Lactancio son los autores cristianos de la Antigüedad y del Medievo, de los que se sabe con certeza que mantuvieron la idea de una tierra plana, pero dichos manuscritos fueron encontrados y traducidos hasta 1707.

Es Washington Irvin en pleno siglo XIX, quien trabajo en el acervo documental del escorial relativo al descubrimiento del nuevo mundo y escribió su obra literaria "Life and Voyages of Chistopher Colombus", quien rescata la idea de la tierra plana de Cosmas Indicopleustes y Lactancio.

Parece que tal idea le resonó en la cabeza a otro personaje bien interesante, también por este siglo, se trata del reverendo William Whewell, teólogo británico quien desarrolló un punto de vista para la ciencia, opuesta al racionalismo. En "Astronomy and general physics, considered with reference to natural theology" escrita en 1833, defiende la idea en la que se pretende, que para entender la "Modernidad" hay que desentrañar, entre las marañas de una época anterior. Surge la idea de una "Edad Media", oscura e ignorante. Y en tal ignorancia, la semilla lanzada por Washington Irvin, cala muy bien. Así se da inicio a la popularización de la teoría de la tierra plana. Idea que se mantuvo hasta bien entrado en siglo XIX, y se filtró en el imaginario de las personas por la vía de la religión y en consecuencia fue regulada a través de la escuela, aunque debo decir, escuelas confesionales, que insisten en defender ideas dominantes.

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jueves, 12 de octubre de 2017

POEMA DE ANDRÉS BIANQUE.

Hoy día de la diversidad, la identidad y la memoria. Recordamos que somos muchos pero distintos. Colgamos el poema de Andrés Bianque, indígena Mapuche de Chile.

Por: Andrés Bianque. 2007

I

Se adentraron los cuervos en la inmensidad de los bosques logrados.

Devoraron las entrañas esparcidas a la veda del camino.

Despertaron de su letargo a los escarabajos dorados e indómitos.

Quisieron esclavizar la lluvia, los ríos y las casas pobres por doquier.

Talaron hasta el hueso de la canela rebelde en su hambre de poder.

Y así, codiciosos de todo lo que no era de ellos,
Comenzó el festín de mortandad.

Lo que no cabía en sus bolsillos, caía en las fauces criollas.

Todo era ensangrentado con el sol entremedio como testigo.

Nuestro carácter hospitalario, les abrió la puerta a esos perros sanguinarios.

Creímos que eran los hijos de un dios mayor.

En un pacto con el diablo nos hubiese ido mejor.

Alabados los que abrieron los ojos, ante tanto despojo.

Los ejércitos más fieros de su época aplastaban a los infieles hasta hacerlos,
Ver el infierno sin necesidad de morir.

Cayó la espada en nombre de reyes parásitos, dígase de paso,
Perpetuos en el tiempo. Ayer, hoy y siempre.

La mitad de lo que aprendieron del desierto lo sembraron a punta
De cuchillo sobre la frente de los herejes.

Aún salpicaba arena de sus bocas, pero sentíanse dueños del discurso,
Dígase de paso, hoy, ayer y siempre.

II

Trajeron la brújula y la sarna, el compás y las armas, el espejo y los complejos.

Cualquier intento de rebeldía, callaban con la Biblia aplastante, mientras lucía a sus amantes.

Trajeron los cerrojos y los piojos, el astrolabio y los tarados, el candado y la peste.

Trajeron las tasas y la desgracia, repartieron los solares y los males.

Trajeron la coraza y la mordaza, la espada y la celada.

Trajeron los asentamientos y los degollamientos.

Se llevaron las rosas en sus lomos de mula, dejaron el estiércol como recuerdo.

Se llevaron las sonrisas en sus barcos de guerra.

Y nos dejaron óleos, con sus caras de santos.

Se llevaron todo lo que brilla. Todo lo que mantiene y condimenta su carne.

Que bueno, que nunca fueron muy amigos del agua.

¿Cuántos indios decapitaron, para robarles chocolate y cacao?
Y nosotros les matamos el hambre con nuestras papas,

Les adornamos sus mesas con paltas y tomates.

Y para ustedes no era delito matar un salvaje.

Se llevaron el caucho, el hule, el maní y los pimientos,
Nos dejaron de herencia, siglos de sufrimientos.

Se llevaron el tabaco, nos dejaron el mal olor de sus sobacos.

Se llevaron el maíz, y dejaron epidemias en cada país.

Además, les fascinó el trueque,
Se llevaron el girasol, los frijoles y las batatas,
Y nos dejaron un nuevo tipo de rata.

Se rieron de buena gana en nombre del señor, al parecer fue el único que vino con ellos.

Su fealdad la aplacaban con el aceite, de algun indio soberbio achicharrado.

Si sólo hubiesen sabido que ni toda la grasa del mundo mejora un cerebro malogrado.

Trajeron la encomienda y toda su mierda, los curas y la basura.

Trajeron la peluca y la sangre, las balas y el hambre, las botas y el sudor.

Trajeron la pólvora y la sífilis, la cuchara y la amarra, el hacha y los esclavos.

Trajeron los sacos y el desfalco.

El suicidio y los mendigos, el látigo y los castigos. El caballo y los lacayos.

El cabildo y los cinismos. Los embalses y los pillajes.

Trajeron la venganza y las matanzas,
Que día de campo se dieron estos colonizadores, sí hasta las hormigas
Se escondían de sus dientes.

Que tiempos aquellos para estos soldados, si al parecer eran hijos de un ser sagrado.

Que no haya rencor ni quebranto, sólo fueron un par de siglos de espanto.

Que no se hable con envidia, alguien tenía que violar a las indias.

Todo era ensangrentado con el sol entremedio como un quejido.

Pausa. Entre paréntesis.

Todo no podía ser tristeza, soledad y destierro.

Sonrientes apostaban, cuanto duraba un indio cercado,
Contra diez perros hambrientos.

Una pieza de oro, del mejor banco, a que mis indios no gritan
Cuando se lanzan de los barrancos.

Masticando nuestro chicle o goma de mascar, siempre fue más entretenido saquear.

III

Pero en sus correrías sanguinarias, encontraron su tope,
Un indio más grande que todas las araucarias.

Creyeron que eran yanaconas, ya se sentían dueños de la zona.

Uno de los tantos caciques les habla en forma clara:
Mientras aún se escuche el aliento de un invasor, nuestro pueblo sentirá el dolor.

Puño a puño, mano a mano, ya veremos quien sale ganando.

No ganaron ayer, no ganaron hoy día, no ganaran mañana.

Puño a puño, mano a mano, ya veremos quien sale ganando.

Mientras sople viento en estas tierras, a cualquier explotador le daremos guerra.

En el cenit de los problemas, por supuesto cambiaron de estratagema.

Permutaron la riña por la biblia.

Y así, entre cruces, sotanas y oraciones, comenzó nuevamente el festín de los ladrones.

Que conveniente es ser cristiano.

Dios quizás es feliz con lo robado.

Trajeron el rosario y los sicarios. Los anteojos y los despojos.

Campos y bosques había que ocupar, mejor que lo haga un capellán.

Luego, sin regimientos vinieron los desacreditamientos y los fingimientos.

Cómo puede un indio holgazán y bebido, ser dueño de su destino.

Si son inferiores, son como monos. Sin embargo, nuestros hermanos menores.

Pero, no tienen modales, educación, ni cultura, mejor que duerman entre la basura.

Y así, un temporal de mentiras y estigmas aún cabalga por las colinas.

No sólo mataron, todo lo bello tergiversaron, lo enajenaron.

Después, como si fuera una nueva moda se levantaron los guachos, contra sus padres.

Avariciosos, criollos y bastardos no aceptaron migajas, querían todo el fardo.

Y así, entre nobles penitentes y europeos de segunda, nació nuestro continente.

Su rebeldía, crecía como un maleficio, pero aún seguían admirando sus inicios.

Como no ser amos de todo, sí aquí no saben de ropa, hay que importarla desde Europa.

Sólo un puñado de estos criollos, merece ser honrados.

Su odio, resentimiento y complejo de inferioridad, moldeó nuestra nacionalidad.

Al indio, se le desprecia por su cara y su color, aunque fuera nuestro único defensor.

Somos poca cosa, a veces los peores, pero hay que buscar la causa,
En la historia de los invasores.

Todo era ensangrentado, con el sol entremedio como un castigo.

Trajeron un tipo de escritura y un mar de tipos caradura.

Trajeron los cañones y los matones, el horario y los mercenarios.

Trajeron los arcabuces y los embustes.

Trajeron la real hacienda y toda su violencia. Los carniceros y los floreros
Trajeron lo más selecto de su país, dejando cárceles y puteríos sin su habitual cariz.

IV

Indicación colonial par el buen vivir entre los indígenas,
Aborígenes, pueblos originarios o vernáculos.

Si no lo soporta, se le ahorca, si no obedece, se le cuece.

Si no quiere a su amo, se le cortan las manos, si es obstinado, debéis quemarlo.

Si es un rebelde consumado, no perdáis tiempo, simplemente empaladlo.

Menester es deciros que si no le gustan los setos, mejor os entenderá en el cepo.

Lo que se mueve, se come. Lo que sirve, se lleva.

Lo que no, se quema
Otra de sus bonitas estratagemas.

En el colmo de lo absurdo y siniestro, si vamos a sus países
Nos tratan como excrementos.

Sólo queremos ver como brilla el oro, la plata y el cobre de nuestros ancestros.

Sólo queremos sentir como sabe la carne, con especias y sangre.

Disculpen si delinquimos por falta de educación, aunque, fijo,
Ustedes saben, tenemos cien años de perdón.

Si la iglesia acepta sus errores, ¿Por qué no imitan
a sus santos patrones, a sus gestores y claman perdones?

Todos a coro como en un rasgueo, pidan disculpas por los saqueos.

Una cosita más, se les olvido llevarse un poquito de humildad.

Trajeron los conventos y los tormentos, los doctores y los horrores.

Trajeron algunas artes y todos los desastres. La inquisición y toda su corrupción.

Todo era ensangrentado, con el sol entremedio como mendigo.

No solamente trajeron, aún nos siguen trayendo.

Además, no necesitan enviarnos traidores,
Aquí en América latina, crecen por montones.

¿Cuántas celebraciones indígenas encuentras en el calendario?
No muchas por supuesto, son mejores, las de tono publicitario.

Y es que algunos se acostumbraron al factor hereditario
De entregar nuestras riquezas al mejor depositario.

Se reprodujeron en el tiempo, todas esas familias ingratas,
Piensan que el país de allá es el mejor socio.

Y ven a nuestra patria solamente como un negocio.

Si alguien piensa que exagero con decir parias y traidores
Vayan echándole una mirada a los alrededores.

¿Cuántas calles y plazas llevan el nombre
De los asesinos de nuestra raza?
¿Cuántos billetes circulan de mano en mano
Llevando impresa la cara de los primeros tiranos?
Si es por dar ejemplos, me faltaría tiempo.

Ahora somos herederos de su sapiencia
Marcamos a fuego las diferencias.

Su triste escuela, nos dejó secuelas...
Nuestro continente dividido como parcela.

Cada país, el pétalo de una flor...
Una flor llamada América.

Que ironía, ustedes fumándose nuestro tabaco
Y pretenden que besemos vuestros zapatos.

Que horrible sarcasmo, les enseñamos a reemplazar vuestros perfumes,
por el baño y aún nos miran como un rebaño.

¿De que les sirvió todo lo robado?, sí al final de cuenta
Su pueblo pobre sabe lo que es vivir en un país subdesarrollado.

No necesitan enviarnos traidores,
En América Latina crecen por montones.

Sin embargo;
No ganaron ayer.

No ganaron hoy día.

No ganaran mañana.

Puño a puño.

Mano a mano.

Ya veremos quien sale ganando.

B.S.M, S.S.S: (Besa Sus Manos a Su Santísima Señoría)

Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.

El mercado. (Cuento)