Fanny Ortiz
fannyortiz997@gmail.com
"Descubierta tumba más importante América, enviaré detalles..., Alfonso Caso, Arqueólogo". Telegrama de 1932
El trabajo orfebre y metalúrgico de nuestros pasados prehispánicos ha sido reconocido por su valor tácito, no por el sujeto y cosmo- visión del mundo, representado en una pieza de metal. La filigrana, es un ejemplo de ello. Incluso, en el discurso museográfico actual, es común reseñarla, agregando el apelativo "falsa filigrana", dado que fue lograda por la práctica de fundir el metal en un molde de cera.
Se tiende a pensar que la filigrana llegó a América con los españoles, siendo un legado de la presencia árabe en la península. En este ensayo trataremos de documentar desde el registro arqueológico, antropológico e histórico, la presencia de la técnica de hilar el metal en la América prehispánica, claro, de una forma totalmente manual a manera de trenzado de varios hilos, o imitación a través del molde de cera.
Se tiende a pensar que la filigrana llegó a América con los españoles, siendo un legado de la presencia árabe en la península. En este ensayo trataremos de documentar desde el registro arqueológico, antropológico e histórico, la presencia de la técnica de hilar el metal en la América prehispánica, claro, de una forma totalmente manual a manera de trenzado de varios hilos, o imitación a través del molde de cera.
La etapa más romántica y prolija de la arqueología en América, fue a finales del siglo XIX y principios del XX. Es la época de los grandes hallazgos, de las pirámides y tumbas. Se realizaron las expediciones a Macho Pichú, (1911) la exploración de Teotihuacán (1920) y Chichen Itzá (1930), el hallazgo del complejo ceremonial Mixteca (1932). Todo, a lomo de mula, poco presupuesto y una fuerte convicción científica.
Resultado de este momento de la investigación arqueológica, es que hoy sabemos de la organización del trabajo en el pasado prehispánico. No obstante, en Colombia varias situaciones de nuestros antepasados prehispánicos nos pusieron a distancia, de los avances de la antropología física y la arqueología de esta época. La ausencia de escritura y de vestigios arquitectónicos, semejantes a los de Mesoamérica y Perú, son un ejemplo de ello.
Aunque muy orgullosamente tenemos nuestra Teyuna, en el sitio arqueológico conocido como ciudad perdida de los Tayronas, a orillas del rio Buritica, (Magdalena) su hallazgo fue tardío, (1976). Como señala Efraín Sánchez reseñando el libro de Clara Isabel Botero, "(Nuestro) mundo arquitectónico era de guadua, leña y paja". A ello se sumó, el agravante de que la ruta colonizadora siguiera el rumbo del mitológico dorado (en el Perú), centrando todos sus afanes y esfuerzos en la búsqueda del preciado metal.
Resultado de este momento de la investigación arqueológica, es que hoy sabemos de la organización del trabajo en el pasado prehispánico. No obstante, en Colombia varias situaciones de nuestros antepasados prehispánicos nos pusieron a distancia, de los avances de la antropología física y la arqueología de esta época. La ausencia de escritura y de vestigios arquitectónicos, semejantes a los de Mesoamérica y Perú, son un ejemplo de ello.
Aunque muy orgullosamente tenemos nuestra Teyuna, en el sitio arqueológico conocido como ciudad perdida de los Tayronas, a orillas del rio Buritica, (Magdalena) su hallazgo fue tardío, (1976). Como señala Efraín Sánchez reseñando el libro de Clara Isabel Botero, "(Nuestro) mundo arquitectónico era de guadua, leña y paja". A ello se sumó, el agravante de que la ruta colonizadora siguiera el rumbo del mitológico dorado (en el Perú), centrando todos sus afanes y esfuerzos en la búsqueda del preciado metal.
La arqueología en Colombia, con todo y el espaldarazo de Paul Rivet, responsable de la teoría del poblamiento americano, fue lenta y tuvo sus reveces. Siendo Colombia un país empeñado más en usufructuarse con su pasado y no tanto, en disfrutar de este legado, pocos son los avances, en cuanto a hallazgos y conservación del patrimonio de la nación.
Haciendo ese tipo de salvedades, trataré de demostrar la existencia de la técnica del hilado de los metales en nuestros pasados prehispánicos, aprovechando la difusión en internet de artículos e informes de la investigación arqueológica de aquella época tan romántica.
Pues bien, la filigrana consiste en tejer diminutos hilos de metal hasta formar una figura. Se tiene evidencia de que la trabajaron en el mundo de la antigüedad etruscos, griegos, egipcios, bizantinos, chinos e indios. En América prehispánica, una de las piezas más conocidas pertenece a la cultura Mixteca. Es el pectoral del dios de la muerte,- Mictlantecuhtlic-, encontrado en la tumba 7 del monte Albán, por el arqueólogo Alfonso Caso, en 1932.
Como lo manifiesta el telegrama con que inicia este ensayo, se trata del complejo ceremonial, más grande del mundo prehispánico. Donde reposan varias tumbas, ataviadas de un complejo aguar que denota gran poder en éste y el otro mundo. En él se aprecia con mucha claridad, el uso del oro en hilo trenzado o torcido con cierta finura, para el acabado de la pieza.
Como lo manifiesta el telegrama con que inicia este ensayo, se trata del complejo ceremonial, más grande del mundo prehispánico. Donde reposan varias tumbas, ataviadas de un complejo aguar que denota gran poder en éste y el otro mundo. En él se aprecia con mucha claridad, el uso del oro en hilo trenzado o torcido con cierta finura, para el acabado de la pieza.
Pectoral del dios de la muerte, Mictlantecuhtlic. Cultura Mixteca. Monte Alban, tumba siete.
En Colombia, la presencia de la filigrana está ampliamente reseñada en los hallazgos de la cultura Zenú. Pero la pieza de orfebrería prehispánica más popular para el común de las personas, tanto porque pasó de mano en mano durante los años 80´s, en el billete de 20 pesos, como porque es la pieza fundacional del museo del oro, es el reconocido poporo Quimbaya, que está sobrepuesto en una base de oro trenzado.
Poporo Quimbaya. Museo del Oro. Bogotá
Cultura Zenú. Museo del Oro. Bogotá.
La orfebrería prehispánica tuvo gran esplendor por la zona costera del pacífico en áreas comprendidas en los actuales países de Perú, Ecuador y Colombia. En los años 1980 la datación de los mátales por termoluminiscencia ya era practicada. Fue así que se estableció la datación para el oro martillado en la sierra del Perú alrededor de 1500 ac, el oro pertido y la tumbaga en Colombia al rededor del año 1000 ac, el oro dorado por oxidación en Colombia al rededor del año 400 dc, (Plazas 1984).
Recientemente la arqueóloga mexicana Martha Cardona, ha documentado las rutas de comercio e intercambio en las zonas auríferas del sur de Ecuador y Perú. Resaltando la influencia en las técnicas de aleación de la zona sur de Ecuador, sobre el sector arqueológico denominado como occidente de México. Según una fuente histórica citada por Cardona, "La relación de Zacatula" de 1525 relata, que los indios de Zacatula "decían que sus padres y abuelos comerciaban con gente que venía del sur en canoas y que llegaban a permanecer hasta seis meses en el lugar, en espera de un buen tiempo para partir" Seguramente era en esa distancia de tiempo, en el que se trasmitía el conocimiento del manejo y comportamiento de los metales. Esta práctica de encuentros de saberes, me recuerda mucho como los indígenas colombianos hablan del Taiguantisuyo peruano, diciendo, "taiguantisuyo, donde lo que es mío, también es suyo".
En la época colonial las zonas de explotación aurífera coinciden casi siempre con el complejo aurífero y orfebre prehispánico. Hay que recordar como la leyenda de "el dorado", sigue en últimas las rutas del recurso aurífero aprovechado por los orfebres nativos. La antropologa colombiana Nina de Friedemman, define el complejo orfebre de lo que hoy es Colombia, según elementos comunes tecnicos y estéticos, que aparecen en los hallazgos de los sistemas fluviales de los ríos Cauca y Magdalena. Estos serían, Barbacoas, Guapí, Itminia y Quibdó en la costa pacifica, Santa fé de Antioquia en las inmediaciones del rio Cauca, Zaragoza y el Bagre sobre el río Nechí y Mompós sobre el río Magdalena.
La antropóloga viajó a Barbacoas (Nariño) en 1971, precisamente con la idea de recabar información de tipo etnográfico, que diera cuenta del aporte negro a la orfebrería nativa, al momento del contracto colonial. Aporte que ella no descartaba, surtiera en la técnica de hilar los metales. En dicha visita se encontró en el texto oral como la palabra "churo", con a que se designa la base o soporte para montar la figura de filigrana, era palabra indígena, así como también, "chulco" una planta que según la tradición barbacoana, había servido en otros tiempos para limpiar el cobre.
Veinticuatro años atrás, en 1947 Rivet y Arsandaux, influyentes antropólogos, encontraron esta misma planta entre los indígenas de Esmeraldas al norte de Ecuador, muy cerca al sector arqueológico denominado "La Tolita", identificado así por el arqueologo Bergsoe, en 1937. Rivet y compañia documentaron el hecho de que las poblaciones indígenas del sureste de Colombia, fueron portadoras del conocimiento orfebre que tuvieron grupos del Ecuador y de la costa del Perú. Además de presentar el hecho como prueba de la supervivencia del coloreo prehispánico, técnica lograda según los cronistas, con el zumo de hiervas mojadas.
Rivet no acuña datos sobre la filigrana, seguramente porque su pretención científica, era contraria a todo lo que tuviera que ver con los santos religiosos y las filigranas, se asociaban con lo sacro occidental.
Veinticuatro años atrás, en 1947 Rivet y Arsandaux, influyentes antropólogos, encontraron esta misma planta entre los indígenas de Esmeraldas al norte de Ecuador, muy cerca al sector arqueológico denominado "La Tolita", identificado así por el arqueologo Bergsoe, en 1937. Rivet y compañia documentaron el hecho de que las poblaciones indígenas del sureste de Colombia, fueron portadoras del conocimiento orfebre que tuvieron grupos del Ecuador y de la costa del Perú. Además de presentar el hecho como prueba de la supervivencia del coloreo prehispánico, técnica lograda según los cronistas, con el zumo de hiervas mojadas.
Rivet no acuña datos sobre la filigrana, seguramente porque su pretención científica, era contraria a todo lo que tuviera que ver con los santos religiosos y las filigranas, se asociaban con lo sacro occidental.
Hoy en día recibimos el aporte directo de nuestro pasado prehispánico y colonial en la técnica de la filigrana. La cual trabajan artesanos dotados de herramientas modernas como soplete, hilera y laminador. Se pueden encontrar en joyerías, finísimas piezas que rescatan el saber tradicional y popular. Por ejemplo, el pescadito momposino para la prosperidad, la mariposa que evoca sentimientos de libertad, las candongas de medialuna barbacoenses.
En Bogotá a 218 kilómetros del centro esmeraldero más grande del mundo, es fácil encontrar una filigrana adornada con la esmeralda o un laso de filigrana chocoana, sosteniendo la bella esmeralda.
En Bogotá a 218 kilómetros del centro esmeraldero más grande del mundo, es fácil encontrar una filigrana adornada con la esmeralda o un laso de filigrana chocoana, sosteniendo la bella esmeralda.
Candonga barbacoana de oro amarillo, 21 quilates por método tradicional. Tomado de internet
Replica de figura precolombina, en filigrana y esmeralda. Cortesía de Marak, joyas.
Cordón barbacoano con la técnica de filigrana y dije de esmeralda. Cortesía de Marak, joyas.
Cuando Nina Friedemann, visitó Barbacoas en 1971, el comercio informal de víveres y viandas, se regulaba con la onza de oro, como moneda. La filigrana era conocida y recordados, los hilitos de las figuras religiosas de la colonia, en particular de muestra señora de Atocha, patrona de Barbacoas. Envainada y adornada de oro y piedras preciosas.
La antropóloga documentó las técnicas del desborrare y coloreo como parte del contacto negro - indígena al momento de la colonización, presente en la práctica orfebre de Barbacoas (Nariño) para 1971, y parte de la tradición oral de Magdalena y Cauca.
El coloreo es la forma artesanal de bañar piezas metálicas en oro. Esta técnica fue relatada por el frayle Bernardino Sahagún en la Historia General de las Cosas de Nueva España, escrita en 1558. "Las piezas se colocaban sobre el fuego de la forja, al aire libre y luego entre un baño de alumbre que se hacía hervir para después de someter la pieza al fuego, bañarla por segunda vez en una mistura de alumbre, sal y tierra fangosa, para enseguida forjarla hasta que luciera brillante". Aunque esta fuente no es concluyente, en cuanto a que nuestros pasados prehispánicos la hubieran conocido antes de la llegada del europeo, recordemos que en 1984 se realizó análisis por termoluminiscencia datando el oro dorado por oxidación en el 400 dc.
La antropóloga documentó las técnicas del desborrare y coloreo como parte del contacto negro - indígena al momento de la colonización, presente en la práctica orfebre de Barbacoas (Nariño) para 1971, y parte de la tradición oral de Magdalena y Cauca.
El coloreo es la forma artesanal de bañar piezas metálicas en oro. Esta técnica fue relatada por el frayle Bernardino Sahagún en la Historia General de las Cosas de Nueva España, escrita en 1558. "Las piezas se colocaban sobre el fuego de la forja, al aire libre y luego entre un baño de alumbre que se hacía hervir para después de someter la pieza al fuego, bañarla por segunda vez en una mistura de alumbre, sal y tierra fangosa, para enseguida forjarla hasta que luciera brillante". Aunque esta fuente no es concluyente, en cuanto a que nuestros pasados prehispánicos la hubieran conocido antes de la llegada del europeo, recordemos que en 1984 se realizó análisis por termoluminiscencia datando el oro dorado por oxidación en el 400 dc.
La existencia de productos orfebres precolombinos en zonas del sureste de Colombia, se desprende de hallazgos arqueológicos (Cubillos 1955) de esferillas, fragmentos de hilos (de oro?), y partículas de oro en formas caprichosas encontradas en basureros precolombinos. Por ejemplo en el sitio de Monte Alto en el municipio de Tumaco.
Para 1971, la filigrana barbacoana era trabajada en talleres manuales y la identidad de la pieza estaba dada por el manejo de la técnica del coloreo, y el trabajo con oro de excelentes calidades. Los churos, curos o caracoles eran reconocidos por el artesano, como el soporte exterior de la pieza de filigrana. La mayor destreza estaba dada en la elaboración del cordón de hilos. En este momento ya trabajaba el SENA en la organización de una escuela de artesanos.
Para 1971, la filigrana barbacoana era trabajada en talleres manuales y la identidad de la pieza estaba dada por el manejo de la técnica del coloreo, y el trabajo con oro de excelentes calidades. Los churos, curos o caracoles eran reconocidos por el artesano, como el soporte exterior de la pieza de filigrana. La mayor destreza estaba dada en la elaboración del cordón de hilos. En este momento ya trabajaba el SENA en la organización de una escuela de artesanos.
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Bibliografía
Cardona Martha, 2015. La orfebrería en el occidente de México
Friedemann Nina, 1971. Joyería Barbacoana: artesanía en un complejo orfebre con supervivencias precolombinas.
Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.
6 comentarios:
Muy bueno lo que escribiste
o.k
Que buen artículo, excelente redacción e investigación!!! Es gratificante para MARAK JOYAS, contribuir de alguna pequeña manera, para que el bello arte de la filigrana se mantenga no solo como el sustento de nuestros joyeros y artesanos, sino como lo que es, una tradicion historica imposible de olvidar...
Para aquellas personas interesadas en nuestras joyas artesanales acompañadas de ESMERALDA natural, les recordanos nuestras redes sociales instagram, facebook, pinterest:marakjoyas y nuestro canal en you tube: marakjoyas
Claro que si
ok
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