viernes, 11 de noviembre de 2016

ROSTROS DE LA VORÁGINE: CINCO PERSONAJES DE LA NOVELA DE JOSÉ EUSTASIO RIVERA CONTADOS DESDE EL RELATO HISTÓRICO.

Tenia catorce años cuando lLa Vorágine y al cerrar este maravilloso libro supe lo que quería estudiar. Me gradué como historiadora, guiada por el deseo de navegar por los archivos oficiales, sino también por las voces que sobreviven en los relatos orales. En las páginas de Rivera descubrí no sólo mi vocación, también mi propia vorágine.

Hay libros que nos obligan a mirar más allá de la superficie, que nos enfrentan a realidades que desconocemos o que preferimos ignorar. La Vorágine es uno de esos libros. Convencida del valor que tiene esta obra como fuente históriaca, mis primeras lecturas estuvieron guiadas por la busquedad de todo elemento que diera cuenta de la historicidad del texto. Hoy, siendo una lectora mas madura me apasiona el relato que los colombianos hemos construido al rededor del texto y sus personajes.

Por esta razón leer La Vorágine, es leernos a nosotros mismos, porque vemos un Arturo Cova, un Barrera o un don Rafa en la propia idiosincracia. Hoy los invito a que se acerquen a sus páginas con ojos atentos, no solo para descubrir lo que Rivera escribió, sino para reconocer la colombianeidad de la obra a través de cinco de sus personajes.

  Te invito a recrear un poco la novela con el trabajo del grupo teatro tierra.

ARTURO COVA: ENTRE LOS RELATOS Y DOCUMENTOS DEL PASADO

En la novela el personaje central es la selva y Arturo Cova su doliente. Según el biógrafo de Rivera, Naele Silva, el personaje se habría inspirado en la figura Luis Franco Zapata, a quien Rivera conocería en sus primeras visitas a Orocue. Las historias que Luis Franco junto con su esposa habría de contarle a Rivera, darían pie para configurar una de las escenas importantes de la novela. La huida al llano de Arturo y Alicia, para salvarla de un matrimonio obligado.  

Luis Franco recorrió el Vaupés hasta Yavaraté en la frontera con el Brasil y escapó al llano con Alicia, una muchacha de Guateque (Boyacá) a quien querían casar contra su voluntad. Bajaron por el río Meta y se instalaron en el barracón La Ceiba, junto al caño Casiquiare. Posteriormente subieron a Orocué, donde hicieron amistad con Rivera 1918. El relato de las aventuras vividas y las personas conocidas debrío de impartar la mente del joven abogado.

Años más tarde, Carlos Páramo antropólogo colombiano, indagó en documentación histórica de la época en la que viajó y escribió Rivera su novela, encontrando el informe de 1911, escrito por Samuel Darío Maldonado, de origen venezolano, quien nombrado gobernador del Territorio Federal Amazonas, recorrió buena parte de la frontera selvática. En dicho informe se afirma “Regresé de Esmeralda el día 27 [de marzo de 1911] bajando por el Orinoco rumbo a San Fernando de Atabapo; en este trayecto existen los siguientes sitios habitados…” y presenta una lista de 32 sitios poblados. En dicho censo aparece un Arturo Cova, dueño de un barracón cauchero en Puercoespín, entre el río Casiquiare y San Fernando de Atabapo. Según la investigación de Páramo, que se puede leer en los ensayos de la maestría en antropología de la Universidad Nacional, pudo pasar que Rivera en su viaje a San Fernando (1922) o a su paso por el Casiquiare camino a Manaos (1923), estuviera al corriente del mencionado informe o del mismo Arturo Cova. 

Y por qué no, como lo pretende el mismo Páramo, “Tal vez se enteró de algo sobre este personaje que cautivó su imaginación. Tal vez el verdadero Arturo Cova, también había sido tolimense o poeta”.

Bastó un relato cautivador y la promesa de adentrarse en una selva tan misteriosa como indomita, para que en la mente del joven abogado comenzara a gestarse una novela que tal vez jamas habría planeado. Lo cierto es que en el relato colectivo, la figura de Rivera, se la asoscia al personaje de Arturo Cova. Durante mucho tiempo, se hablo de La Vorágine como novela autobiografica. 


Este relato empieza a tomar forma desde1924, año de la publicación de la novela. La fotografía que mostramos fue pueblicada ese año por la revista cromos y se creo todo un mito, se decia que era el mismisimo Rivera víctima de las fiebres y paludismo en Orocué.

ALICIA, ENTRE OROCUÉ Y CÁQUEZA: EL RASTRO PERDIDO DE UNA MUSA.

Cuando visité Orocué en 2005, descubrí algo que aún me resuena en la cabeza. En el corazón del pueblo vive la creencia de que Alicia Hernández Carranza -esposa de Luis Franco-, fue la verdadera inspiración del celebre personaje literario. Lo menciono no solo como una anecdota curiosa, sino porque como bien dijo el escritor colombiano Gilberto Castillo, lo último que se supo de esta misteriosa mujer, es que hacia 1960 vivia cerca de Caqueza. Desde entonces su rastro se ha ido borrando como tienta en el agua. No así, en el correlato de las personas de la región.  

José Eustasio Rivera habría viajado a los Llanos en 1918 para hacerse cargo de un pleito que por sucesión pesaba sobre la hacienda “Mata de Palma” -la Maporita de la novela-. Este pleito lo trabo Rafael Ruiz Bejarano -Don Rafo en la novela-. Allí habría conocido a Luis Franco Zapata y Alicia Hernández Carranza de quienes escuchó la historia de cómo “huyeron de Bogotá para evitar que el doctor Enrique Olaya Herrera, familiar de Alicia, más tarde presidente de Colombia, cumpliera su promesa de hacerlo ir a la cárcel por no oficializar su unión, pues vivían en libre unión- desde hacía meses”.

La pareja se conoció una mañana cualquiera: él, que trabaja como repartidor de correos en “Expreso Ribón” llegó hasta el almacén donde ella trabajaba para entregarle una carta que le habían enviado. Para continuar con su idilio de amor, huyeron hacia los Llanos Orientales en 1912. Una vez allí, se instalaron en Orocué donde muchas veces, en su casa, albergarían a José Eustasio Rivera.

Años después, cuando eran padres de una niña, se separaron y él regresó a Manizales, donde contrajo matrimonio con Maruja Parra Aguirre. Finalmente, el 15 de febrero de 1960 murió en Palmira donde se desempeñaba como almacenista en la Secretaría de Obras Públicas. Alicia, por su parte, volvió a Bogotá con su hija. La niña murió a la edad de 13 años y de su madre lo último que se supo fue que hacia 1960 vivía por los lados de Cáqueza. (Cundinamarca)

Esta documentación es de Naele Silva, Alicia Hernández Carranza, sería entonces la musa que logró atrapar la atención de Rivera, convirtiendose en ese destello de inspiración. En una época donde el texto hablaba más de lo que las palabras podian decir, tal vez, Alicia atrapó más que su atención.

NARCISO BARRERA: ENTRE ALICIA Y EL ABISMO.

Marcelino Sosa, indígena del resguardo Caño Cavasi del Vichada, tuvo acceso al testimonio de Pablo Pomaré, también indígena, empleado de Barrera y testigo de la venganza que le dio muerte. Lo relato así porque para las comunidades indigenas de los llanos, Barrera no fue un mito: fue real, temido y les dejo una herida abierta en la memoria.  

El testimonio de Marcelino Sosa aparece en las memoria del “simposio de historia de los Llanos Colombo-venezolanos: Llanos una historia sin fronteras”. Allí Barrera, aparece como Julio Barrera Malo, enganchador de indios. También se encuentra en el relato colectivo la figura de Narcisa y la suegra de Barrera una mujer de nombre Eva. Del nombre Narcisa parece que Rivera crea el personaje de Narciso Barrera el raptor de Alicia. Cuentan los Sikuni que muchos indígenas de las riveras del río Vichada se acercaron con confianza a Barrera, por su mujer indígena y porque vendía mercancía que ellos necesitaban, además les compraba lo que ellos producían: hamacas de cumare flecadas, guindos, mañoco, gallinas, peramán, caraña y el pendare que son resinas de árboles.

De igual forma, uso la estrategia de adelantar mercancías. Julio Barrera Malo, enganchaba para trabajar la balata -el caucho-, aunque los indígenas no supieran que era la balata. Instaló un sistema de esclavitud, los embarcó engañados y drogados, los transpor en el fondo de unas embarcaciones apiñados y acostados unos encima de otros. Se contabá que Julio Barrera gustaba de sacar su caja dental y mostrarla a sus amigos y así creó entre los indígenas la idea de que comía carne humana y claro. Barrera murió a macana, atacado por los mismos indígenas con palos preparados para matar a garrote.

El Barrera de Rivera, es descrito a través del lente occidental de Arturo Cova “como el hombre elegante, de botas altas, vestido blanco y fieltro grispero condenado a la furia del poeta. Narciso Barrera muere debatido a duelo en un entronado encuentro, que poco tenía que ver con una reclamación de honor y más con acto liberador. 

TOMÁS FUNES: EL TIRANO DE LA SELVA.

 Llega al punto la novela de describir a San Fernando de Atabapo el emporio cauchero del Amazonas y aquí el autor hará referencias puntuales de hechos históricos, la matanza del 8 de mayo de 1913, la muerte al gobernador Roberto Pulido, el poder del tirano de la selva Tomás Funes. No obstante sentencia “Todos aquellos ríos presenciaron la muerte de 10 gomeros que mató Funes el 8 de mayo de 1913. Fue el siringa terrible -el ídolo negro- quien provocó la feroz matanza. Sólo se trataba de una trifulca entre empresarios de caucherías. Hasta el gobernador negociaba en caucho” La Vorágine. Pág. 283

Ese siringa terrible que presenta Rivera no es otro que el General Funes, quien ya sabemos está documentado históricamente en el artículo de Carlos Páramo, volvamos a su fuente, al informe de 1911 de Maldonado en dónde aparece listado Tomás Funes, como propietario de dos casas y responsable de 44 siringueros. Es decir, Rivera lo referencia directamente como siringuero, como lo que era antes de hacerse al poder, ¿Hasta qué punto le fue posible documentar al tirano?. No existe información precisa pero seguramente en alguna medida tuvo información escrita, recordemos que Rivera viajó a San Fernando de Atabapo en 1922, siendo miembro de la Comisión de Límites entre Colombia y Venezuela. Es decir, siendo ahora un diplomático, versado e instruido, habría tenido acceso al expediente de Tomás Funes.

Por otro lado, sigamos con fidelidad el curso de la novela cuando dice del Coronel Funes, ahora si como personaje, como tirano “Y no pienses que al decir "Funes" he nombrado a persona única. Funes es un sistema, un estado de alma, es la sed de oro, es la envidia sórdida. Muchos son Funes, aunque lleve uno solo el nombre fatídico”. La Vorágine. Pág. 283.

Aquí tiene valor histórico la novela, pues Rivera a través de su prosa describe la sociología del conflicto que vive el Amazonas y desenmaraña una pesada red de intereses compartidos por el poder local. No justifica la matanza, ni la suerte del gobernador Roberto Pulido pero denuncia el sistema macabro, sus elementos humanos y la función incuestionable en sus procederes. “El gobernador de esa comarca es un empresario cuyos subalternos viven de él; siendo sus empleados particulares, tienen una función constitucional. Uno se llama juez, otro jefe civil, otro registrador. Les imparte órdenes promiscuas, les fija salarios y los remueve a voluntad”. La Vorágine. Pág. 284. “En esta semana no habrá justicia: el gobernador me tiene atareado en despachar mañoco para sus barraqueros”. La Vorágine. Pág. 285

ZORAYDA AYRAM: LA TURCA

Nariza Sabas de Barrera esposa de Narciso Barrera Malo, aparecen en el relato local. Es descrita como la mujer que inspiraría el personaje de la madona o la turca y el personaje de Narciso Barrera. Se sabe que era una mujer de origen libanes. Ella comerciaba junto a su esposo. En la novela se le tiene como destacada comerciante “que anda por estos ríos negociando coratos con los siringueros y tiene en Manaos una pulpería de renombre”. La Vorágine. Pág. 176. Se sabe que tuvieron un almacén en Orocué llamado La Puya, que viajaban a Ciudad Bolívar en el bajo Orinoco y que tenían una casa comercial en San Fernando de Atabapo.

Nazira Sabath de Barrera en medio de su hijo y otro acompañante. 
Foto cortesía de Cilita de Rey y FAFO. Biblioteca Nacional.

A través de estos cinco personajes, hemos recorrido un pedazo de la historia que, aunque narrada en la ficción, resuena desde la cruda realidad de nuestro pasado. La Vorágine, no es solo un relato literario, sino un constante llamado de atención.

Si quieres seguir explorando más historias que cruzan los límites entre la ficción y la realidad, no olvides suscribirte a este blog. Juntos descubriremos más socre los ecos del pasado y cómo aún nos hablan hoy. 

martes, 11 de octubre de 2016

UNUMA Y LA HISTORIA DEL ÁRBOL DE KALIWERNAE


Dice Edgar Moran, en los “SIETE SABERES PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO”, que la memoria es “un mundo psíquico independiente donde se fermentan necesidades, sueños y deseos colectivos.” Y esas necesidades, sueños y deseos para los Sikuani de hoy en día, tiene que ver con la permanencia en sus territorios. Por eso la experiencia colectiva, es una experiencia de lucha. 

Unuma es la organización que representa a los indígenas del Meta, pero también es identidad y palabra de autoridad. Por esta razón no es raro encontrar a Unuma  como parte del relato oral. En este sentido podrías aprender de los abuelos indígenas no solo un acervo cultural,  sino una rica experiencia de lucha.

La historia del árbol de Kaliwernae habla de un hecho memorable cuando la gente Tsamaniwi derriba el árbol de la vida y se redistribuyen los alimentos. En los Llanos Orientales  el 5% de la tierra son aptas para la agricultura permanente y Kaliwernae  se asocia con el uso ecológico de las tierras para la agricultura itinerante de conuco. Veamos.

Cuenta el abuelo Pablo Ardila que:

“Antiguamente  andábamos por la selva,  vivíamos solo de la recolección de frutos, comíamos seje, chun, lulos…. frutos silvestres. Así vivíamos, no comíamos carne. Éramos solamente Sikuni.  No conocíamos el tejido. Hoy en día comemos casabe, plátano, arroz.

Cuando llegó la colonización  la gente se dispersó. Entonces sentimos la necesidad de conservarnos.  En aquel tiempo buscamos una forma de organizarnos. Lo hicimos por medio del conocimiento de nuestros ancianos.

En esa época el único capaz de adivinar e interpretar los sueños era el médico o chaman. De ahí que le preguntaran por la relación del mundo y sus recursos. Buscaban los medios para prever, vivir y resistir.

Aburridos de comer frutas del monte,  buscaron a un abuelo de nombre Palomeke quien sabía relacionarse con el medio. Otro abuelo de nombre Cuchicuchi o Mono Nocturno, descubrió a través de sueños un árbol que se llama  Kaliwernae. Él siempre iba al otro lado del río Orinoco. De ahí va a nacer Unuma.

Al descubrir que Mono Nocturno duraba su tiempo comiendo solo y que el árbol tenía cantidad de alimento: kapi, plátano, arroz, yuca, batata, tabuelas. Hubo conflicto.

Los Cuchicuchis  siempre viajan de noche. El abuelo Cuchicuchi se perdía de noche y comía por allá. Entonces chaman se transformó en Lapa, el otro animal nocturno.

Chaman lo trasformó para que él se volviera nocturno, se hizo transformar la lapita. Pobre mujercita, se transformó como Lapa. Así hasta hoy en día  que la lapa es nocturna.

Y se le mando atrás…  ¡es usted Lapa! … ¡Mire lo que yo estoy comiendo!

Le votaba piedra y ella cogía… ¡Mire no es alimento! El cargaba en su mochila, piedra, palo, hoja. Pero al rato le escucho la ruña. … ¡ese no es usted ¡… ¡Ese es Lapa! … ¡Mire Lapa, eso es lo que yo como! Y le votaba y así iba engañándolo. Pero la Lapita lo perseguía. ¿Hasta donde irá a llegar Mono Nocturno?  Y llegó allá al árbol de Kaliwernae.

Comía cantidades. El hombre allá tranquilo comiendo y acá la Lapita comía solo la concha caída. De ahí que chaman formó un grupo de asociación. Formó un Unuma.

Lapita lo descubrió y el pobre Mono Nocturno se volvió junto a ella y regresaron. Al otro día hubo conflicto. Se peleó entre ellos. A  Lapita preguntaron:

… ¿Qué es palo que nadie capaz de tumbar?

… Como no es palo natural.

… Ni capaz subirlo, como es semejante, ni capaz derribarlo…

… Pues el único abuelo que sabe cómo  derribar ese palo es Palomeke.

El Palomeke que existe está para el lado Orinoco, no es una persona normal, es invisible. Entre ellos se relacionan porque domina el yopo  y comen kapi. Entre ellos se entienden. Entonces ellos fueron con Palomeke. Para negociar rula, hacha. Ese personaje es gigante, las personas somos como sus semillitas. Y chamán y otro fueron a negociar.

Lo planearon todo…

Tocaba jurar…

 Tenían que sorber yopo…

 Tenían que ofrecer kapi...

Tenían que negociar…

¿Qué hacer día y noche? Negociar.

Finalmente el pobre abuelo Palomeke se aburrió

¡No! aquí no vendo, ni regalo nada.

Pero ellos  pensaron hacer otra cosa. Y mandaron un mosquito chaman. Así duraron sus días y sus noches. Un día Palomeke se golpeó… y  llegó mosquito chaman y  como que lo enfermó, le comenzaron vómitos.

Cuando vomitaba, no vomitaba alimento, vomitaba, rula, hacha, joyas, ropa. Cayó oro, plata, anillos. Y ellos tomaron lo que necesitaban. Lo llevaron en bojotes y cuando lo soltaron, salían cantidad de animales. Y se dijeron ni dejar ni llevar.

Prepararse  para tumbar ese árbol, fue su error.

Si el árbol no hubiera sido derribado, solamente tomado  la semilla, o una rama o hubieran sembrado de la semilla caída, los alimentos no fueran hoy en día malos.

Se cometió el error. Tumbaron toda una parte y tomaron de esa semilla.  Por venganza, venimos a comer. Nosotros venimos a este mundo a comer.

Comían tranquilos, pues el alimento caía de Kaliwernae. De día derribaban  y
de noche aparecía entero este árbol.


Árbol de vida todo lo que caía al suelo subía, mejoraba, crecía.

…¡Hay que avisar a nuestro abuelo Bachaco!

La arriera recomendó recoger y llevar esas conchas,  al otro lado del Orinoco. Decía que si quedaba de este lado, volvía a unirse y quedar entero el árbol.

El pobre abuelo bachaco lo llevo al otro lado del mar. A medida que ellos derrochaban lograron derribarlo. Ese palo cayo para el lado de oriente. Si nos hubiera quedada para este lado Hubiéramos garantizado otra forma de alimentación” (Pablo Ardila. Tradición oral Sikuani. 2004)



     Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.



miércoles, 28 de septiembre de 2016

HISTORIA DEL TERRITORIO WACOYO José Antonio Yepes y Pablo Emilio Gaitán

La historia de la época en que los temibles Caribes asolaban las costas de los ríos de la cuenca del Orinoco  es descrita por el abuelo Sikuani José Antonio Yepes a través de Pablo Emilio Gaitán, quienes hablan de la ocupación en Walabo,  como si hubiera sido el reducto o producto de la guerra contra los Kawiri. Walabo hace parte del resguardo indígena WACOYO del municipio de Puerto Gaitán, Meta, en donde actualmente conviven las comunidades de indígenas Sikuani y Piapoko.

Sus palabras son testimonio valiosísimo para la historiografía regional que ya se ha referido a las ataques de Caribes en los Llanos Orientales, entre el siglo XVIII y principios del  XIX, bajo el contexto de un comercio de esclavos indios promovidos por portugueses y holandeses, quienes se habrían apoyado en éstos grupos a cambio de viandas y comestibles.

En otros  tiempos los Sikuani fueron guerreros  feroces que se devoraban unos a otros y si era preciso entre ellos mismos. Estaban las familias: Yalijimomowi (hormigas redondas),  Jawassirimomowi (murciélagos), Tsumeramomowi (guabinos), Kowaramomowi (caribes) feroces y voraces y los (Sardinas).

Los Bajumomowi y los Yalijimomowi, se guerreaban con frecuencia pues se hacían cacerías humanas al lado y lado de los ríos, se comían a todos los que se dejaran pescar en horas de la noche,  tarde o cualquier momento del día. Ellos se denominaban Sikuani Kawari.

En aquellos tiempos había un solo territorio desde las bocas del Orinoco y sus afluentes. Entonces fundaron la gran ciudad de Malukua, en memoria de la cacica de todos los clanes del Orinoco, hoy San Fernando de Atabapo,  en territorio venezolano.

En esta ciudad a diario se cazaban…. Hacían plazas públicas…. Los wirrias eran fuertes para comer carne humana, eran constantes y agresivos para oler el Caribe y no le ponían cuidado a la caza y pesca, claro, había otros más pasivos quienes complementaban con distintos alimentos y animales. 

Las viviendas eran muy bien construidas, silenciosas y siempre en guardia, como esperando la sorpresa que anunciaba el peligro de los feroces kawiri,… gente voraz…
Este sistema de vida trajo consecuencias, pues era gente agresiva, niños, jóvenes, adultos, mujeres embarazadas, solteras, ancianas, todos recibieron golpes y rejo, no hubo consideración con nadie.

Llevaron consigo los más voraces a Sikiriri, tipo que comía y comía y nunca se llenaba. Eran preparados para eso, tenían a los Isimali, personas que eran sumamente ágiles, veloces y usaban macana o espada de chonta palma jipiri o chontaduro, fruta comestible.

En semejante alboroto la gente huyó a los montes más cercanos. Cada grupo supo correr a su dirección para poder escapar de los demás. Un grupo se desplazó por el río Orinoco, para ubicarse en las cabeceras. Contra la corriente del río pasaron montañas y serranías y  encontraron otra ciudad, la cual llevaba el nombre de una bella doncella de ese clan: Watuliba o la primera cacica. Allí la gente era pasiva y no comía carne humana.

La familia de esta doncella era Okoromomowa o clan de Tatudearro, no era kawiriwa, por eso allí aprendieron a cazar y pescar.

Aquí culmina la historia de los Kawiri. El clan se revuelve con los recién   llegados  predominando éstos, así se borra los Okoromomowa, hasta que predominan los Bajumomowi.

Nuestros patriarcas para Walabo nacen de Yawaimali, persona quien consiguió de esposa a Watuliba y comienzan nuestros consagrados padres  o como decimos los Sikuani: Wamojiwibeye, más o menos en el año 1600.

Estos dos grandes patriarcas hombre y mujer  tuvieron un hijo llamado Antonio Turriego Yepes, no se sabe cómo o en dónde consiguieron este nombre, lo cierto es que con él, empieza el apellido para los Yepes de hoy en día.

Turriego es el gran abuelo de la consagrada familia de los Yepes, a esta persona se le olvido hablar Kawiri, lengua de Yawaimali pues predominó la de Watuliba. Ellos todavía no simpatizaban con los españoles, por eso no sabían el español.

Antonio Turriego emigró del Orinoco, entro por el río Meta hasta el lugar que llamó Walabo, sitio sagrado de la región pues existía un lugar con plátano, piña, guamo y merey, se supone es parte de la semilla que cayó allí, fundo una comarca en el alto Walabo y otro en la orilla del río Meta.

En memoria del patriarca abuelo. Tradición oral Sikuani. Puerto Gaitán. Meta

Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.




El mercado. (Cuento)