miércoles, 15 de febrero de 2017

SI LA SELVA PUDIERA HABLAR; DIRÍA: YO SOY CLEMENTE SILVA.

Fanny Ortiz. 2017
fannyortiz997@gmail.com

En anteriores entradas de este blogger se intentó someter un poco a los métodos de la investigación histórica, los personajes más sobresalientes  de la maravillosa novela "La Vorágine". Un personaje centralísimo es Clemente Silva, quien no solo abarca el relato de la segunda parte, sino que, como se trata de mostrar en este ensayo, fue configurado para ser la voz, no solo de quienes sufrieron la esclavitud en las caucherías, sino de la selva misma.

A través de Clemente Silva,  la novela se convierte en una fuerte denuncia social, con un estilo documentalista muy particular para la época. Y en este estilo, este personaje, es una voz testimonial,  construida tal vez, desde la experiencia misma, de quienes vivieron los vejámenes de la esclavitud. Clemente Silva, bien pudo haber sido un cauchero real, con una historia lo suficientemente dramática, como para atrapar la imaginación del novelista, un hombre rebautizado, en honor a la clemencia de la selva, que clama desde sus entrañas, ser escuchada.


“EI lector más privilegiado de La vorágine es el que conoce las intrincadas
estructuras e intenciones de la obra, pero arrincona estos conocimientos para participar en ella plenamente y sentir el entusiasmo y el interés que Rivera quiso disimular”


Esta cita de Richard Ford remite a su ensayo: “El marco narrativo de La Vorágine”, publicado en 1987 y citado por Tomás Camarero, en: “De los lectores y el metalector” de 1991. La pregunta que a uno le asalta de inmediato, es qué fue eso, que Rivera quiso disimular. No iremos al centro de la tesis de Camarero, pues no pretendemos con este ensayo profundizar en el debate teórico. Para lo que nos ocupa, -la configuración de los personajes de la obra, en específico, el personaje Clemente Silva- sintetizare uno de los planteamientos de Camarero con la frase, “El lector se define como una construcción textual” y me arriesgare a invertir la formulación diciendo, que también el autor, -en este caso, Rivera- se define como una construcción textual.

Me explico, adentrarse en la lectura de La vorágine conlleva una problemática para el lector y esto, desde antes de leer la primera página, según, Naele Silva, biógrafo de Rivera, para agosto de 1924 se publicó en el periódico El Espectador de Bogotá, el siguiente anuncio:


La vorágine, novela original de J.E. Rivera. Trata de la vida en Casanare, de las actividades peruanas en La Chorrera y El Encanto y de la esclavitud cauchera en las selvas de Colombia, Venezuela y Brasil. Aparecerá el mes entrante.


Aunque este anuncio es anónimo, Naele Silva, establece la autoría en la persona de Rivera. El problema está, en que cuando se va a la novela hay un intento afanado por documentar el texto, que ahora aparece, como el manuscrito original de Arturo Cova, con un glosario de regionalismos aportados por el editor, que para el caso es José Eustasio Rivera.

Pues bien, el texto inicia con el fragmento de la carta de Arturo Cova, cual  insinuando desde ya, la existencia real del personaje, quien al decir del mismo Rivera, escribió los hechos acaecidos, de los cuales él posee los manuscritos, pero también y esto entre líneas, consintiéndose a sí mismo el lugar de editor en la fatídica aventura y esto último, nos parece que va en la vía de Richard Ford, en la cita mencionada al inicio de este ensayo.

Pero si el autor ha expresado públicamente a través de un periódico local, que el carácter de su escrito es una novela, por qué introducir al lector, a través del pretendido fragmento de la carta de Arturo Cova, por qué suscribir su rubrica en un prólogo, en el que asegura haber arreglado para la publicidad los manuscritos del desafortunado poeta y por qué, presentar el cable del cónsul a manera de epilogo. ¿Carecen de historicidad tales documentos? Yo creo que no. Pero lo que le resta de historicidad, le sobra en intencionalidad. Miremos las palabras del propio Rivera:


Señor Ministro:

De acuerdo con los deseos de S. S. he arreglado para la publicidad los manuscritos de Arturo Cova, remitidos a ese Ministerio por el Cónsul de Colombia en Manaos. En esas páginas respeté el estilo y hasta las incorrecciones del infortunado escritor, subrayando únicamente los provincialismos de más carácter. Creo, salvo mejor opinión de S. S, que este libro no se debe publicar antes de tener más noticias de los caucheros colombianos del Río Negro o Guanía; pero si S. S. resolviere lo contrario, le ruego que se sirva comunicarme oportunamente los datos que adquiera para adicionarlos a guisa de epílogo.

Soy de S. S. muy atento servidor.

JOSE EUSTASIO RIVERA


Pero a guisa de epilogo no aparece más que el desacertado desenlace,


EPILOGO

El último cable de nuestro cónsul, dirigido al señor ministro y relacionado con la suerte de Arturo Cova y sus compañeros, dice textualmente: "Hace cinco meses búscalos en vano Clemente Silva… "Ni rastro de ellos. "¡Los devoró la selva!"


Teniendo en cuenta que La Vorágine se presenta como los manuscritos de un tal Arturo Cova, editados por el novelista José Eustasio Rivera, quien en sus correrías por los Llanos y la Amazonia seguramente se documentó de primera mano con el testimonio oral y tendría acceso a documentación de la época, una posible historicidad, no solo de la carta de Arturo Cova y del cable del cónsul, es para el historiador, como la golosina para el niño y la búsqueda de una huella es casi que obligada, pues bien sigámosle el rastro en la misma novela:


¡Santa Isabel! En la agencia de los vapores dejé una carta para el cónsul. En ella invoco sus sentimientos humanitarios en alivio de mis compatriotas, víctimas del pillaje y la esclavitud, que gimen entre la selva, lejos de hogar y patria, mezclando al jugo del caucho su propia sangre. En ella me despido de lo que fui, de lo que anhelé, de lo que en otro ambiente pude haber sido. ¡Tengo el presentimiento de que mi senda toca a su fin, y, cual sordo zumbido de ramajes en la tormenta, percibo la amenaza de la vorágine! (La Vorágine. Pág. 320)


Dada semejante condición en la que se pone el propio autor, al lector no le queda de otra, que adentrarse por entre un prisma a marca pasos, entre lo real y lo ficticio. Es importante señalar que al decirlo de esta manera, el propio Rivera se ha dado un lugar dentro de la novela, por minúsculo que parezca, hace las veces de editor, es signatario en el prólogo, donde promete respetar hasta las incorrecciones –ortográficas- del poeta, en una especie de segunda parte, continuación, to be continue. Por más medida que sea su participación, se auto otorga una acción al interior de los sucesos de la novela: arreglar para la publicidad los manuscritos de Arturo Cova.

Y son tan bien logradas las maniobras y argucias en su afán por documentar la obra, que lleva al lector a vivir una experiencia desde lo más sensitivo, en una especie de performance de la época.

En 2006, se conocieron los borradores de la versión original de la novela La Vorágine, que fueron donados a la Biblioteca Nacional, por uno de los descendientes de Rivera. Este hallazgo cuenta con tres cuadernos, escritos unas partes, con tinta azul y otras a lápiz ya casi ilegible, con enmendaduras y anotaciones a pie de página y varios documentos sueltos. Al final del segundo cuaderno aparece la siguiente nota, firmada por José Eustasio Rivera.


“Este cuaderno viajó conmigo por todos los ríos de Colombia durante el año 1923, sus páginas fueron escritas en las popas de las canoas y las piedras que me sirvieron de cabecera, sobre los cajones y rollos de cables, entre las plagas y los calores. Terminé la novela en Neiva el 21 de abril de 1924”. José Eustasio Rivera.


Habiéndose encontrado los cuadernos o borradores con los cuales se configuró la novela, hoy es factible aseverar en las intenciones que tendría Rivera, al mostrar lo que mostró y la forma en que lo hizo. Múltiples y reiterativas críticas recayeron sobre el autor y la novela misma, dado, el estilo y pretensión de mostrar los hechos sucedidos en La Chorrera y El Encanto de una forma, afanosamente documentada, que no era conocida en la época. ¿Por qué optar por este estilo?.

La Vorágine, es la gran novela latinoamericana de la tierra o de la selva y es así mismo, la denuncia de los acontecimientos vividos por los caucheros de La Chorrera y El encanto. Como lo plantea Françoise Perus en el ensayo: “De selvas y selváticos”, incorporar en la tradición literaria el ámbito de la realidad natural, social y cultural, puso al lance al novelista, en la búsqueda de un estilo propio, que marcaría un referente o al menos, la necesidad de crear dicho referente.

Y dicho estilo estaba dado desde el mismo momento en que el propio Rivera anuncia su novela, a través de un periódico local, al descubrirse como poseedor de los manuscritos de Arturo Cova y de cierta forma, autentificar su legitimidad mediante un prólogo y un epílogo, que convierten al autor en editor de unos cuadernos llegados de manos del cónsul colombiano en Manaos y finalmente, al anexar tres fotografías, para la edición original de la novela.

El estilo en mención, se basa en una denuncia social, delineada entre hechos históricos como la muerte del gobernador Pulido en 1913, la tiranía del general Tomás Funes y la misma explotación cauchera de La Chorrera y El Encanto, aspectos de la cultura regional tímidamente relatados, una cartografía social muy bien establecida y claro, una estrategia publicitaria muy bien lograda.

Sobre la explotación del caucho que es el tema neurálgico de la novela, el autor se encargó de exponerlo magistralmente en la segunda parte de la novela, a través de la voz del señor de la sel
va, don Clemente Silva, en quien encomienda nada más y nada menos, que recoger los cuadernos en donde Arturo Cova plasmó el memorial de su odisea y llevarlos al cónsul de Manaos.


Don Clemente:
Sentimos no esperarlo en el barracón de Manuel Cardoso, porque los apestados desembarcan. Aquí desplegado en la barbacoa, le dejo este libro, para que en él se entere de nuestra ruta por medio del croquis, imaginado, que dibujé. Cuide mucho esos manuscritos y póngalos en manos del cónsul. Con la historia nuestra, la desolada historia de los caucheros. ¡Cuánta página en blanco, cuánta cosa que no se dijo! Viejo Silva: Nos situaremos a media hora de esta barraca, buscando la dirección del caño Marié, por la trocha antigua. Caso de encontrar imprevistas dificultades, le dejaremos en nuestro rumbo grandes fogones. ¡No se tarde! ¡Sólo tenemos víveres para seis días¡ (La Vorágine. Pág. 324)


Sobre el personaje de Clemente Silva, éste aparece en la novela, como voz protagónica de la segunda parte, una voz decrépita y lamentable como su famélico aspecto, pero con poderosa letanía capaz de atrapar la atención del mosiú y mostrarle lo mísero de la esclavitud.


¿El señor desea tomar alguna fotografía? le pregunte, sí. Estoy observando unos jeroglíficos. -¿Serán amenazas puestas por los caucheros? - Evidentemente: aquí hay algo como una cruz. Me acerqué congojoso, reconociendo mi obra de a puño, desfigurada por los repliegues de la corteza: “Aquí estuvo Clemente Silva." Del otro lado, las palabras Lucianito: Adiós, adiós...“  ¡Ay mosiú, murmuré, esto lo hice yo! y apoyado en el tronco, me puse a llorar.(La Vorágine. Pág. 196)


Tal es la fuerza del personaje, que resuena en la conciencia del mosiú, hasta cambiarle el rumbo a sus propósitos y llevarlo a concebir la idea, de denunciar estos crímenes, primero con sus coterráneos y luego en la región.


"Estos crímenes, que avergüenzan a la especie humana -solía decirme- deben ser conocidos en todo el mundo para que los gobiernos se apresuren a remediarlos." Envió notas a Londres, París y Lima, acompañando vistas de sus denuncias. (La Vorágine. Pág. 196)


No obstante, es en esta parte de la novela en la que hay mayor esfuerzo en Rivera, por mostrar un relato documentado, que en últimas cumpla con la intencionalidad del texto. Sin embargo, es por cuenta de la oralidad propia del entorno, que se logra mayor realismo. De esta manera, las palabras de Clemente Silva, tienen una legitimidad natural, pues resulta ser la voz que denuncia todo el vejamen que significaba para estos hombres, la esclavitud de las caucherías. Quizás, en el imaginario del propio Rivera, la veracidad tenía que ver más con la palabra escrita, con el registro fotográfico  y no, con la oralidad, tal vez, por ello, da a entender que existe un registro fílmico del mosiú, de quien hoy sabemos era el fotógrafo Eugenio Robuchon.


Momentos después, el árbol y yo perpetuamos en la Kodak nuestras heridas, que vertieron para igual amo distintos jugos: siringa y sangre. (La Vorágine. Pág. 196)


Estamos de acuerdo con lo planteado por Christian Elguera Olórtegui, en el ensayo: “Ficción e historia en la representación cauchera de La vorágine y Las tres mitades del Ino Moxo”, “si bien finalmente Arturo Cova nos entrega un resultado escrito, las penurias de los gomeros se transmitieron oralmente, otorgándole un carácter testimonial al discurso. Se trata de personajes que tienen autoridad para hablar: ellos han sufrido las torturas y la esclavitud al verse sometidos a un régimen económico desquiciado”. Clemente Silva los representa a todos, es el pulmón, la fuerza del grito desesperado.

Pero si la voz de Clemente Silva hace las veces, de algo así, como una conciencia colectiva, ¿es posible documentar al personaje?

Recordemos que en la edición Príncipe, el mismo Rivera aporta tres fotografías, aludiendo a la última la figura de Clemente Silva. Para Naele Silva, en esta fotografía se ve con alguna claridad, la palabra Manaos y una cifra 1906, Manaos - 1906, otros autores discrepan en este sentido, dado, lo ilegible y la cortadura en la imagen, eso sí, aclarando que si se trata de una referencia cualquiera, no desmentiría por fuerza mayor, que el fotografiado fuese Clemente Silva. Estoy citando el trabajo de Carlos Páramo, quien en su ensayo: “Cosas de la vorágine. Una guía para viajeros hacia «el vórtice de la nada » comenta, que la fotografía que aparece en la edición Príncipe, pudo haber sido tomada por el geógrafo Eugenio Robuchon –el mosiú de la novela- en 1905, de quien dice, muy seguramente fue asesinado por agentes de Arana.

Si es cierto el paso de Clemente Silva por Manaos en 1905 y un recorrido de vuelta, pasando por Iquitos un año después en 1906, como planteó Páramo, se puede pensar en un posible trato  entre el cauchero y el geógrafo. Es decir, que Rivera tendría la conciencia de los propósitos del fotógrafo en el Putumayo y por qué no, de esta forma, se acercó al testimonio de las penurias de un cauchero retratado en el  lente del fotógrafo, por qué no, pensar en que la fuente usada por Rivera sea el mismísimo Eugenio Robuchon.

Tal vez, Rivera retrata irónicamente al fotógrafo a través de una figura antagónica, cuando  el mosiú remite a Silva a La Chorrera, para que presente quejas por escrito y además las soporta, con  los negativos de su cámara fotográfica, éste solo encuentra el azote y la tortura a manos de un tal Barchillón. No se trata propiamente de un anagrama, pero es un juego de letras bien interesante. Barchillón – Robuchon, que a bien, pudo haber usado Rivera.


Sólo Barchillón se encontraba allí. Apenas leyó el abultado pliego, hizo que me llevaran a su oficina.
-¿Por qué pretende ese aventurero ponerle pauta a nuestro negocio? ¿Quién le otorgó permiso para darlas de retratista? ¿Por qué diablos vive alzaprimándome los peones? (La Vorágine. Pág. 196)


Como no creer en un Clemente Silva real e histórico, vagabundo, andariego y desposeído, en el Iquitos de 1906- 1907. Un cauchero cualquiera, con una historia lo suficientemente dramática como para atrapar la imaginación de un novelista, un hombre rebautizado, en honor a la clemencia de la selva, herida desde sus entrañas. Si nos fiamos por lo que se cuenta en la novela, o por lo que Rivera pone en las palabras de Clemente Silva, es muy posible su estadía en Iquitos. 



El año siguiente fue para los caucheros muy fecunda en expectativas. No sé cómo, empezó a circular subrepticiamente en gomales y barracones un ejemplar del diario La Felpa, que dirigía en Iquitos el periodista Saldaña Roca. Sus columnas clamaban contra los crímenes que se cometían en el Putumayo y pedían justicia para nosotros. Recuerdo que la hoja estaba maltrecha, a fuerza de ser leída, y que en el siringal del caño Algodón la remendamos con caucho tibio, para que pudiera viajar de estrada en estrada, -oculta entre un cilindro de bambú que parecía cabo  de hachuela. (La Vorágine. Pág. 196)


Y era cierto, el nivel de violencia empleado por la casa Arana y su particular forma de someter a indígenas y no indígenas a través de adelantos, que luego, se englobaban, endeudando y sometiendo a la esclavitud, hasta la muerte a estos caucheros, se intentó denunciar aprovechando la coyuntura de la instalación de la Corte Superior de Justicia, en Loreto en 1907. Como se muestra en el ensayo crítico de Frederica Barclay,   “La asociación pro indígena y las atrocidades del Putumayo.  Una misión auto restringida”, “Un periodista local presentó una denuncia ante el juzgado de primera instancia en agosto y pocos meses más tarde la hizo conocer a través de una publicación por entregas aparecida en un periódico local –denominado La Sanción– entre el 3 y el 17 de octubre. A continuación, la denuncia se publicó también en el periódico local La Felpa. La denuncia judicial no prosperó en absoluto y ni las autoridades judiciales ni políticas locales se inmutaron por los testimonios que en detalle había recogido Benjamín Saldaña Roca”.

Aunque la denuncia no prosperó como lo esperaba Saldaña Roca, hizo el eco necesario para que el cauchero común, incluso el menos letrado, supiese que en una latitud no muy lejana, se condenaban las acciones del señor Arana. Y para que los más arrojados, como lo era Clemente Silva, se apropiaran de elementos para su propia argumentación.





jueves, 19 de enero de 2017

miércoles, 18 de enero de 2017

HISTORIA DEL CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DEL CAUCA (CRIC)

A continuación presentamos una de las fuentes primarias leídas para la escritura del ensayo “Nacimiento de la Organización Indígena UNUMA” de la pasada entrada de este blogger. Se trata del documento escrito por Julio Tunubalá, Trino Morales y Juan Gregorio Palechor, líderes del CRIC en la década de 1970. Este documento se escribió para la X Junta directiva de la ANUC que tuvo lugar en Popayán en 1974. En estos momentos se puede leer en el libro “Documentos para la historia del movimiento indígena contemporáneo” de la serie biblioteca básica de los pueblos indígenas de Colombia. Ministerio de Cultura.


También se presentan cuatro fotografías que hacen parte de la historia del CRIC, como la muy conocida fotografía de Quintín Lame detenido en San Isidro en 1916 y que aparece en el libro de Diego Castrillón, “El indio Quintín Lame”, escrito en 1973. Una fotografía de Quintín Lame de 1962, que aparece en su libro “Los pensamientos del indio que se educó dentro de las selvas colombianas”. La portada de la primera edición del periódico Unidad Indígena de 1974. Y la fotografía de Quintín Lame y Antonio García que se conoció en el 2011 a través del folleto publicitario del museo del oro, como conmemoración los 70 años del Instituto Indigenista Nacional. 

HISTORIA DEL CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DEL CAUCA (CRIC)

Julio Tunubalá, Manuel Trino Morales, Juan Gregorio Palechor

Popayán, enero de 1974

Fuente: Archivo histórico de la Organización Nacional Indígena de Colombia. Centro de documentación. Bogotá.

Antecedentes:

El territorio del CAUCA siempre ha sido un escenario de la resistencia indígena a la invasión externa, desde cuando Belalcázar tuvo que librar feroces combates con los pubenenses para poder tomar POPAYÁN en 1536.

En verdad hubo distintos grupos indígenas caucanos que nunca se entregaron del todo a la dominación española y que en la era republicana, han seguido luchando tenazmente por su autonomía y su dignidad.

En el presente siglo tuvieron repercusión nacional los combates que, bajo la dirección del gran luchador Manuel Quintín Lame, libraron los indígenas caucanos para defender sus tierras del asalto voraz del latifundio. Estas campañas a veces pacíficas, muchas otras violentas, hicieron temblar hasta sus raíces a la aristocrática oligarquía de POPAYÁN, la cual tuvo que recurrir a todas sus armas, desde la traición hasta el asesinato, para atajar la ira de la «plebe ignara». José Gonzalo Sánchez, otro gran conductor indígena y sucesor de Lame en el CAUCA, muere asesinado por los terratenientes en 1944.

Pero las luchas no mueren, ni la rebeldía de los indígenas tampoco y de nuevo se movilizan para defender sus tierras grupos en el norte y en el oriente del CAUCA. De estos movimientos y de las organizaciones que les dan sustento habría de surgir el CRIC en 1971.

SITUACIÓN DEL CAUCA:

Para comprender el tipo de lucha que está librando el campesinado, sobre todo el indígena del CAUCA, es necesario tener una visión al menos esquemática de las condiciones estructurales de este departamento, que no se pueden asimilar a otras zonas de luchas campesinas del país.

El CAUCA es un departamento atrasado, todavía hoy en día, de escasa penetración capitalista, donde una clase latifundista parasitaria ha mantenido tradicionalmente el dominio social y político a pesar de que las bases económicas de dicho dominio tambalean cada vez más.

Es muy escasa la clase obrera industrial y aún el proletariado agrícola constituye solo una pequeña minoría de la población del departamento. El sector popular más numeroso y más combativo está formado por los campesinos pobres, en gran parte indígenas, los cuales han estado a la cabeza de casi todas las luchas de los últimos tiempos.

Parte de la clase de los campesinos pobres la constituyen terrajeros y aparceros, situación muy poco usual en el resto del país, y que ha motivado que la bandera del no pago de terrajes haya sido importante en el desarrollo de la lucha.

Para las zonas de más densa población indígena, la conservación de la gran parte de los resguardos, al contrario también de lo ocurrido en el resto del país, ha sido un factor importante y positivo. La legislación especial para resguardos ha frenado en parte la descomposición del campesinado indígena al proteger sus tierras y las clases dirigentes, han tenido que violar su propia ley, cuando han invadido dichas tierras.

Lo cierto es que la inmensa mayoría de la población indígena tiene un alto aprecio por los resguardos lo mismo que por los cabildos, cierta forma de gobierno propio; [al ser] encargados de administrarlos, [estos se] han [convertido en] un marco propio para conservar al menos en parte su propia identidad y con las debidas modificaciones, son hoy en día herramientas de lucha y de construcción de futuro.

La recuperación de tierras de resguardos ha sido hasta el presente la principal bandera de lucha de los indígenas caucanos y las mayores victorias están cosechando. No solo se está combatiendo a través de los resguardos que quedan sino que numerosos grupos de campesinos indígenas están buscando reconstituir los resguardos y los cabildos que anteriormente existieron. Es esta situación, mucho más que algunos rasgos culturales propios en paeces y guambianos, la que mantiene la especificidad de las luchas indígenas y que justifica la existencia de una organización propia, como es el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC).

NACIMIENTO DEL CRIC:

Las luchas de los terrajeros del CHIMÁN, en SILVIA y del CREDO en CALOTO, norte del CAUCA, sirvieron de antecedente inmediato a la formulación del CRIC. En una reunión en El CREDO surgió la idea de una gran asamblea indígena para la cual se propuso a TORIBÍO como el sitio más central para las comunidades del norte y del oriente y se designó la fecha del 24 de febrero de 1971.

La promoción y organización de la asamblea indígena estuvo a cargo de FRESAGRO, combativa organización campesina del norte del CAUCA con sede en CORINTO y la cual, había tomado en sus manos la bandera de la lucha por la tierra en momentos en que las directivas regionales de usuarios estaban aún muy influenciadas por los promotores oficiales.

A la asamblea de TORIBÍO asistieron más de dos mil indígenas, entre ellos representantes de los cabildos de TORIBÍO, TACUEYÓ, SAN FRANCISCO, JAMBALÓ, PITAYÓ, QUICHAYA, QUIZGÓ, GUAMBÍA, PANIQUITÁ y TOTORÓ, además de diversas organizaciones campesinas indígenas de los municipios de MIRANDA, CORINTO, CALOTO, TORIBÍO, JAMBALÓ, TOTORÓ y SILVIA.

La constitución de una organización indígena que será el CRIC, fue una proposición llevada por la delegación de SILVIA y en especial por el compañero Manuel Trino Morales, quien la sustentó ante la asamblea.

La proposición fue aprobada con entusiasmo, al igual que los puntos en los cuales debía centrarse la acción de la nueva organización:

1) Exigir al INCORA la expropiación de las haciendas que han sido de los resguardos y [que] se entreguen tituladas en forma gratuita a las familias indígenas.

2) Ampliación de los resguardos en los casos donde existen minifundios a través de la Ley de Reforma Agraria en su parte de concentración parcelaria.

3) Modificación de la Ley 89 de 1890 en la parte que trata sobre la minoría de edad ya que somos colombianos y ciudadanos de la república.

4) Participación del sector indígena en la modificación de esas leyes pues somos nosotros los que conocemos nuestros problemas y sus soluciones.

5) Eliminación de la División de Asuntos Indígenas ya que la consideramos inoperante.

6) No continuar pagando el impuesto de terraje.

 7) Creación del CRIC.

Fue electo el primer comité ejecutivo el CRIC con los siguientes miembros:
Presidente: Manuel Tránsito Sánchez, del resguardo de TOTORÓ.
Vicepresidente: Héctor Cuchillo, de TACUEYÓ.
Secretario: Antonio Sánchez, de GUAMBÍA.

REPRESIÓN Y LUCHA:

Una fuerte ola de represión se desató contra los principales dirigentes indígenas en general inmediatamente después de la Asamblea de TORIBÍO. A esto contribuyó la declaración del estado de sitio, que permitió que algunos líderes estuvieran detenidos por varios meses sin motivo alguno. Este hecho y el temor que se logró crear en parte de la población frenaron sin duda alguna la expansión de la organización en los primeros meses, inclusive el comité ejecutivo nombrado en TORIBÍO no se logró reunir una sola vez. Sin embargo, la asamblea había dejado un gran impacto y comenzó, casi espontáneamente, un proceso de organización sobre todo en el norte, donde en distintas veredas fueron surgiendo comités del CRIC.

La principal bandera de lucha en esta primera época fue el no pago del terraje y se lograron algunas importantes conquistas sobre este punto, especialmente en los municipios de TORIBÍO y JAMBALÓ. Un acontecimiento importante fue la renovación, en julio de 1971 de la directiva de la Asociación Departamental de Usuarios, que pasó a ser encabezada por compañeros conscientes y luchadores que le imprimieron un nuevo rumbo a la organización. Desde ese momento en adelante el CRIC, que desde un principio se había acogido a los principios de la ANUC a nivel nacional, pasó a trabajar en estrecho contacto con los dirigentes departamentales de usuarios, colaboración que ha venido reforzándose desde entonces.

Hacia agosto había pasado lo principal de la tormenta desatada en TORIBÍO y las condiciones estaban propicias para la reorganización y dinamización del CRIC.

SEGUNDA ASAMBLEA DEL CRIC:

En LA SUSANA, resguardo de TACUEYÓ, municipio de TORIBÍO, se efectuó la Segunda Asamblea del CRIC, el 6 de septiembre de 1971. Además de las organizaciones presentes en la asamblea de la fundación, vinieron representantes de las zonas centro y sur del departamento, entre otros de las parcialidades de POBLAZÓN, PURACÉ, ALTO DEL REY, RIOBLANCO, GUACHICONO y PANCITARÁ.

Además asistió una delegación de los indígenas del TOLIMA, quienes expusieron sus propias luchas y problemas y vinieron a ofrecer su solidaridad con los hermanos del CAUCA, con quienes los unía, entre otros vínculos, la lucha común que había encabezado Manuel Quintín Lame. En LA SUSANA se nombró un nuevo comité ejecutivo del CRIC y se modificó el programa inicial, aprobando el que sigue rigiendo desde entonces.

El comité ejecutivo quedó integrado así:

Presidente: Julio Tunubalá, EL CHIMÁN zona oriente.
Vicepresidente: Antonio Mestizo, EL CREDO zona norte.
Secretario: Juan Gregorio Palechor, GUACHICONO zona sur.

Posteriormente, ante el retiro del compañero Mestizo, pasó a ocupar el cargo de vicepresidente el compañero Manuel Trino Morales.

El programa del CRIC quedó del modo siguiente:

1) Recuperar las tierras de los resguardos

2) Ampliar los resguardos

3) Fortalecer los cabildos indígenas

4) No pagar terrajes

5) Hacer conocer las leyes sobre indígenas y exigir su justa aplicación

6) Defender la historia, lengua y costumbres indígenas

7) Formar profesores indígenas para educar de acuerdo con la situación de los indígenas y en su respectiva lengua.

Después de la asamblea de LA SUSANA la organización del CRIC siguió funcionando normalmente y en crecimiento constante. Además de las reuniones del comité ejecutivo se efectuaron también algunas de la junta directiva, compuesta por dos representantes de cada resguardo.

PRIMEROS TRIUNFOS:

EL CHIMÁN:

Como ya se dijo antes, las luchas de los terrajeros de EL CHIMÁN, lo mismo que de los de EL CREDO, comenzaron antes de constituirse el CRIC, pero recibieron mayor impulso cuando la organización se puso plenamente en marcha. Lo que se denomina hoy en día EL CHIMÁN es apenas una parte del inmenso territorio denominado «GRAN CHIMÁN», que los terratenientes le arrebataron al resguardo de GUAMBÍA. Como en muchos otros casos en el CAUCA, las tierras usurpadas fueron convertidas en haciendas de terrajeros. La lucha de los campesinos de EL CHIMÁN, animados por los compañeros que en tierra recuperada habían organizado la Cooperativa Indígena de LAS DELICIAS, duró varios años hasta que el terrateniente se vio forzado a llegar a un acuerdo con el INCORA y se organizó una empresa comunitaria que ha seguido funcionando bajo el control del grupo campesino. Para el futuro espera que tanto EL CHIMÁN como las demás tierras usurpadas pasen a ser de nuevo parte del resguardo de GUAMBÍA.

EL CREDO:

De los compañeros indígenas de EL CREDO partió la consigna del no pago del terraje y fue con esta bandera que allí comenzó la lucha que ha llevado a este grupo de unas cien familias a recuperar la hacienda en que vivían. Inicialmente iba a haber también intervención del INCORA pero luego la comunidad planteó claramente su negativa a pagar sus tierras, que siempre habían sido de los indígenas y siguió luchando por su cuenta. EL CREDO, por decisión de todos sus habitantes, pasó a ser parte de nuevo del resguardo de TACUEYÓ y cuenta hoy con un alcalde (nombre que se da a un funcionario indígena) que hace parte del cabildo de dicho resguardo. Aunque el presunto dueño no ha reconocido hasta hoy el derecho de sus antiguos terrajeros, los compañeros de EL CREDO han seguido trabajando unidos, forjando poco a poco las bases de un mejor porvenir para sus hijos.

PANIQUITÁ:

Es un pequeño resguardo cercano a POPAYÁN, desde hace muchos decenios insuficiente para albergar a la comunidad indígena que allí reside (205 hectáreas para más de 100 familias). De PANIQUITÁ salieron los principales grupos de colonos que a principios de este siglo organizaron resguardos nuevos en la Cordillera Occidental, en los municipios de CAJIBÍO, MORALES y BUENOS AIRES. A mediados de 1971 el cabildo consideró que había llegado la hora de ponerle fin a esta emigración forzosa y que la comunidad no podía seguir cerrada por un cinturón de grandes haciendas. Numerosas gestiones ante el INCORA y ante algunos dueños de haciendas para solicitar una negociación voluntaria terminaron en el carameleo de siempre: «Que tuvieran paciencia que pronto se resolvería algo».

Numerosos comuneros, con sus mujeres e hijos y encabezados por el cabildo, comenzaron a trabajar en las haciendas vecinas de SAN ANTONIO y LA CONCORDIA. Repetidas veces fueron llevados a la cárcel pero en ningún momento desmayaron en la lucha y después de algunos meses de persecución y de dificultades conquistaron novecientas hectáreas de tierra, una superficie varias veces mayor que la que tenía antes su resguardo. La negociación se efectuó a través del INCORA y se constituyó una empresa comunitaria, desde donde los compañeros de PANIQUITÁ siguen apoyando en todas las formas posibles las luchas de los demás campesinos indígenas (y no indígenas) del departamento.

ALGUNAS GESTIONES OFICIALES A FINES DE 1971 Y PRINCIPIOS DE 1972:

El CRIC realizó una intensa  campaña de divulgación de los principales problemas indígenas, lo mismo que una cierta presión ante las entidades oficiales para que asumieran su responsabilidad frente a la situación existente. En parte como consecuencia de dicha presión se realizaron algunos estudios, entre ellos la investigación de Fabián Díaz del Ministerio de Gobierno, sobre la recuperación de tierras en los resguardos de TACUEYÓ, TORIBÍO y SAN FRANCISCO y el informe del procurador agrario, Carlos H. Pinzón sobre la situación general de los indígenas en el norte y oriente del CAUCA.

Este último documento tuvo una gran importancia pues en él se denuncia de una manera muy clara las diversas arbitrariedades que latifundistas y funcionarios oficiales cometen contra los indígenas y se urge una intervención de las entidades oficiales apropiadas. El CRIC le dio una amplia divulgación al informe de Pinzón en todas las zonas indígenas del departamento.

Apoyada en los documentos oficiales mencionados, una numerosa delegación del CRIC viajó a BOGOTÁ para entrevistarse con las autoridades responsables de las comunidades indígenas y a exigir una rápida acción. En una reunión efectuada con los indígenas el 23 de marzo de 1972, los representantes del Gobierno reconocen que ha habido gran usurpación de tierras de los resguardos de PITAYÓ, JAMBALÓ, TACUEYÓ, TORIBÍO y se comprometen a actuar inmediatamente para solucionar los problemas más graves. El acta en que consta lo anterior está firmada por el gobernador del CAUCA, el director de la División de Integración y Desarrollo de la comunidad del Ministerio de Gobierno, un asesor del Ministerio de Agricultura y dos representantes del INCORA. Como era de esperarse, el Gobierno no ha cumplido hasta el presente nada de lo prometido, pero para las comunidades indígenas que han continuado y continúan la lucha es importante contar con el reconocimiento oficial de que son perfectamente legítimas sus reivindicaciones.

EL CENSO INDÍGENA:

El CRIC tenía desde su fundación una clara conciencia de la necesidad de un estudio objetivo sobre la situación de la población indígena del departamento, pero por falta de recursos económicos no había podido emprender esta tarea. Cuando el DANE propuso efectuar un censo indígena en el CAUCA sugirió a los dirigentes del CRIC que se hicieran cargo por contrato de las labores de recolección y control, estos no vacilaron en aceptar. En realidad lo principal de los esfuerzos del CRIC durante el año de 1972 estuvo dedicado a este censo. Además de los datos del censo, que apenas se están empezando a conocer y que ayudarán a planear las actividades futuras, la participación en la realización de las encuestas permitió una gran divulgación de la organización de programas del CRIC y se hicieron contactos con regiones y comunidades que luego han emprendido significativas luchas reivindicativas.

Entre las zonas que prácticamente se visitaban por primera vez estaba TIERRADENTRO, donde vive el núcleo indígena más numeroso del Cauca y la parte de la Cordillera Occidental con los resguardos de HONDURAS, CHIMBORAZO y AGUA NEGRA, además de varios extinguidos donde sigue existiendo una fuerte mayoría de población indígena.

Otras comunidades nuevas que se vincularon fueron SAN SEBASTIÁN y PANCITARÁ en el sur, COCONUCO y POLINDARA en el centro, CALDONO y LA AGUADA en el oriente y MUNCHIQUE y LA CELIA en el norte. Desde fines de 1972 el CRIC estableció contacto con todas las regiones indígenas del CAUCA, aunque aún algunos cabildos no han entrado de lleno a participar en la organización.

TERCERA ASAMBLEA DEL CRIC. PRIMER ENCUENTRO INDÍGENA NACIONAL:

La realización de su Tercera Asamblea, con participación de varias delegaciones de otros grupos indígenas de COLOMBIA y del exterior, fue un hecho de gran importancia para el CRIC. El encuentro comenzó a prepararse desde principios de 1973 y debía realizarse en TIERRADENTRO por petición de la mayoría de resguardos de esa región. Desde el principio se notó la cerrada oposición de la pequeña rosca que allí está enseñada a hacer y deshacer a su acomodo, en medio de condiciones increíbles de sometimiento y represión para las inmensas mayorías indígenas de TIERRADENTRO. Previendo las dificultades, con suficiente anterioridad al encuentro una comisión del CRIC viajó a BOGOTÁ para entrevistarse con el Ministerio de Gobierno y obtener la respectiva aprobación oficial.

El ministro aunque notó las reticencias del gobernador del CAUCA, no encontró ninguna objeción a la realización de la asamblea y los preparativos siguieron su curso. Se designó como sede el resguardo de EL HUILA, municipio de BELALCÁZAR y el entusiasmo crecía todos los días entre la población indígena de la región. Viendo que el encuentro era un hecho, los caciques locales redoblaron su presión ante el gobierno departamental y este en BOGOTÁ.

Se produjeron en TIERRADENTRO varias detenciones por «subversión» de los compañeros que llevaban la propaganda y comenzó la militarización de la zona, que llegó a afectar las más remotas veredas. Se desató una verdadera campaña de terror, utilizando las afirmaciones más inverosímiles para evitar que la población indígena tomara parte en la movilización. Finalmente el ministro de Gobierno cedió ante la presión de la clase dirigente del CAUCA y dijo en una declaración que el encuentro no podía realizarse en TIERRADENTRO por problemas de «orden público»; curioso pretexto para una región que hacía más de diez años vivía en completa paz.

Ante esta situación y el aumento vertiginoso de la represión en TIERRADENTRO, las directivas del CRIC en una reunión con el gobernador del CAUCA el día 12 de julio, aceptaron el cambio de sede, sobre todo para evitar la masacre que al parecer se venía preparando. Con solo dos días para informar de este cambio, se hizo lo posible porque el encuentro no fracasara completamente. La asamblea vino a efectuarse en SILVIA el 15 de julio de 1973 con la participación de unos cuatro mil indígenas. De TIERRADENTRO fueron muy pocos los que lograron salir pues a pesar de las promesas oficiales la represión continuó y el alcalde de BELALCÁZAR impidió la movilización de cualquier vehículo desde la tarde anterior. Sin embargo varios compañeros se vinieron de noche a pie cruzando el páramo de LAS DELICIAS en una jornada de unas quince horas. Además de las comunidades caucanas, casi todas presentes en el encuentro, asistieron enviados de los arhuacos, de los tunebos, de los chamíes, de los sibundoyes, de los indígenas de NARIÑO, del TOLIMA y de los del ECUADOR. Los pielrroja de ESTADOS UNIDOS que habían quedado en asistir no pudieron hacerlo a último momento, pero mandaron un mensaje de solidaridad a todos sus hermanos indios. Casi todas las intervenciones se hicieron en los dialectos de cada grupo étnico, sobre todo en paez, que era la lengua de la mayoría de los asistentes. Hubo fuertes denuncias, en especial de parte de los voceros de TIERRADENTRO y claras reivindicaciones alrededor de los tres aspectos básicos de la tierra, la cultura y la organización indígena.

El encuentro de SILVIA, pese a las condiciones precarias en que se realizó tuvo gran impacto sobre la población indígena del CAUCA y desató o reforzó una serie de importantes movilizaciones. También tuvo alguna repercusión a un nivel más general, en especial sobre los grupos que tuvieron representación en la asamblea y significó un paso notable en el proceso de organización de los indígenas de COLOMBIA. Debido al espacio que le dedicaron los medios de información, el encuentro permitió que por primera vez el CRIC fuera conocido a nivel nacional y que algunas comunidades indígenas buscaran entablar contacto con sus hermanos del CAUCA.

REUNIÓN DE LA JUNTA DIRECTIVA – MESA REDONDA EN EL PARANINFO:

Aprovechando la presencia de los delegados indígenas al encuentro y la de otras personas y organizaciones que estuvieron como observadores, se programaron algunas actividades adicionales en los días posteriores a la asamblea. El 16 de julio se efectuó en PANIQUITÁ una reunión restringida en que hubo un amplio intercambio de ideas, especialmente con los representantes que la ANUC había enviado al encuentro. También intervinieron estudiosos de la situación indígena en COLOMBIA, como los señores Juan Friede, Horacio Calle, Víctor Daniel Bonilla y Gonzalo Castillo.

El mismo 16 por la noche se reunió la junta directiva del CRIC, para planear las actividades de los meses siguientes y comenzar los preparativos del congreso a reunirse próximamente y que deberá discutir algunas ponencias, aprobar un plan de trabajo y nombrar un nuevo comité ejecutivo.

El 17 de julio en las horas de la tarde había programada en POPAYÁN una mesa redonda en el PARANINFO, CALDAS con asistencia de los principales voceros indígenas y representantes de distintas entidades oficiales. Dicha mesa redonda fue organizada por la Facultad de Humanidades de la Universidad del Cauca. En realidad solo hablaron los indígenas, pues los delegados oficiales  o no fueron o prefirieron callarse. Durante más de cinco horas los asistentes escucharon las claras exposiciones y denuncias de los once indígenas que tomaron la palabra, ratificando todo lo dicho en SILVIA.

Para el sector estudiantil y en general el sector intelectual de POPAYÁN, esta fue una primera experiencia de contacto con el campesinado indígena y debía servir de punto de partida para una colaboración que se ha venido incrementando desde entonces.

SEMANA DE SOLIDARIDAD CON EL CAMPESINO INDÍGENA EN MEDELLÍN:

Del 7 al 12 de octubre de 1973 se convocó en MEDELLÍN el llamado Primer Encuentro Nacional Indigenista, organizado por ASCOIN, entidad dominada por los sectores más reaccionarios de la iglesia católica y de la oligarquía antioqueña. Tanto antes como durante la realización de dicho evento, en el cual muy pocos indígenas estuvieron presentes, las organizaciones populares denunciaron con fuerza los objetivos de los organizadores del encuentro y desenmascararon el espectáculo de circo que se pretendió montar a costa de los compañeros indígenas más ignorantes e indefensos. El CRIC tomó parte en esta denuncia con algunas comunicaciones que dirigió a otros grupos indígenas y con un documento que hizo conocer en MEDELLÍN sobre los verdaderos problemas de las comunidades nativas y la desfiguración que de ellos hacía ASCOIN. Las distintas denuncias tuvieron bastante efecto y en gran parte como resultado de sus propias contradicciones, la reunión de ASCOIN terminó en un completo fracaso.

Muy distinto fue el impacto de la Semana de Solidaridad con el Campesinado Indígena organizada por el comité de solidaridad con la ANUC y que se llevó a cabo paralelamente con el encuentro de ASCOIN. En sus reuniones, conferencias y demás actividades tomaron parte representaciones del CRIC junto con delegados indígenas de los grupos más conscientes y organizados para explicar a los sectores populares de MEDELLÍN las características y objetivos de la que fuera entonces Asociación Colombiana Indigenista (N. d. E.).

LA LUCHA DEL CAMPESINO INDÍGENA:
Fue grande el interés despertado entre obreros, estudiantes, profesionales, pobladores, etc., y en todo sentido se puede decir que los resultados fueron muy superiores a los esperados. Con la asistencia a MEDELLÍN y en cierto modo desde el encuentro de SILVIA ha comenzado una apertura del CRIC hacia otros sectores y en primer lugar, hacia las demás comunidades indígenas del país. Esta colaboración se está realizando principalmente a través de la Secretaría de Asuntos Indígenas de la ANUC y ya el CRIC, ha contraído el compromiso de dedicar a varios de sus cuadros para ayudar a la organización de los indígenas en otros departamentos y territorios nacionales.

EDUCACIÓN:

Preocupación constante del CRIC ha sido la formación de los dirigentes y de los luchadores indígenas en general, para garantizar una correcta orientación de todas sus actividades. Se ha buscado una educación muy en contacto con la realidad y con las luchas cotidianas, que parta de un análisis de los problemas inmediatos y solo lentamente avance hacia niveles superiores de abstracción. El resultado ha sido la formación de dirigentes que si bien no tienen mayores conocimientos teóricos, casi siempre se desenvuelven bien en el tratamiento de los problemas que les toca afrontar.

Desde la particular situación cultural de las comunidades indígenas, los medios orales (muchas veces en su respectivo dialecto) han tenido mayor eficacia, que los escritos en la promoción educativa de líderes de diversos niveles. Las reuniones de discusión y los cursillos más generales han sido hasta ahora la principal herramienta utilizada.

Se han realizado tres cursillos en el norte, cuatro en el oriente, tres en TIERRADENTRO, dos en el centro y uno general para todo el departamento. También se han enviado algunos dirigentes a reuniones y cursillos efectuados en otras partes del país. El principal medio escrito ha sido la Cartilla del CRIC, que ha tenido una difusión masiva y es prácticamente conocida por todos los activistas. Se reparten también otras publicaciones y periódicos, sobre todo la Carta Campesina de la ANUC y es posible, que en el futuro se cuente con un órgano de expresión propio.

LA LUCHA DE COCONUCO:

Tal vez la victoria más significativa hasta el momento la han alcanzado los compañeros de la comunidad de COCONUCO, quienes después de un año de dura lucha y continuos sacrificios lograron recuperar las tierras de la hacienda de COBALÓ, hasta entonces en poder del Seminario Conciliar de POPAYÁN. La hacienda COBALÓ, de 350 hectáreas, queda en todo el centro del resguardo de COCONUCO y está por supuesto comprendido en las escrituras que de su resguardo posee el cabildo. Sin embargo, su usurpación se produjo desde finales del siglo pasado y luego ha pasado por muchas manos: era este el principal argumento del arzobispo de POPAYÁN para justificar la «legitimidad» de su dominio.

Desde el principio se sabía que la lucha iba a ser muy dura pero la comunidad de COCONUCO, una de las más pobres del CAUCA, estaba dispuesta a jugarse el todo por el todo para comenzar a salir de su miseria secular. El 13 de noviembre de 1972 entró un grupo por primera vez a trabajar a COBALÓ y desde entonces más de treinta veces otros grupos, grandes o pequeños, volvieron a la carga, hasta que la hacienda se entregó el 5 de diciembre de 1973. Ningún miembro de la comunidad, compuesta de 517 familias, se quedó sin poner su granito de arena: hombres, mujeres y niños desafiaban al agua y al sol, los golpes de la policía o las vejaciones de las autoridades, para participar de la lucha común.
Veintitrés veces fueron los «invasores» llevados a la cárcel, a veces por un par de días, otras por una semana y otras más hasta por dos meses. El número de detenidos era de veinte, de sesenta, de cien; en una ocasión llegó a subir a 230 contando muchos niños y mujeres. Al fin se volvió un problema detenerlos; ya los directores de las cárceles no querían recibir más gente de COCONUCO. La última vez los pusieron a aguantar hambre por varios días en la permanencia de POPAYÁN pues «el presupuesto para ellos ya se acabó».

Uno de los hechos representativos del espíritu de la lucha de COCONUCO fue la actitud de un grupo de unas sesenta compañeras detenidas en la cárcel de la cabecera municipal. Lograron que los guardias y aún un enviado especial del gobierno aceptaran sus justas razones, pero como el director no las quería soltar, comenzaron a romper las camas y cuando amenazaron hacer lo mismo con las puertas y ventanas, las dejaron en libertad. A la salida organizaron una manifestación por todo el pueblo, invitando a las gentes a sumarse a la lucha. La solidaridad jugó también un papel importante en la lucha de COCONUCO, en ocasiones servía para revivir los ánimos, que tendían a desfallecer ante lo duro de la brega y la aparente falta de una solución rápida.

En primer lugar, fueron las otras comunidades indígenas y algunas empresas comunitarias las que dieron su aporte en productos o en efectivo, para ayudar a las familias de quienes estaban en la cárcel. Posteriormente otros grupos campesinos lo mismo que obreros, artesanos y estudiantes de POPAYÁN pasaron a dar igualmente su colaboración.

Pero lo más importante fue la solidaridad ideológica. Campañas de denuncia se organizaron en barrios y veredas, sindicatos y universidades, a través de todos los medios posibles: conferencias, mesas redondas, hojas volantes, periódicos, emisiones de radio, etc. Los compañeros de COCONUCO eran llamados de distintas ciudades del país para exponer su lucha y hasta donde pudieron, cumplieron con su asistencia.

El espacio que la prensa, aun la internacional, dedicó al problema de COCONUCO, permitió que el público manifestara ampliamente su simpatía por los indígenas. Mensajes y cartas de todo el mundo le llegaban a monseñor Arco Vivas, tornando la presión cada vez mayor. En el momento apropiado el señor arzobispo recibió la «autorización del Papa» y resolvió regalar la hacienda a los indígenas para contribuir a solucionar el problema social. Los indígenas de COCONUCO celebraron su gran victoria el primero de diciembre de 1974, con asistencia de representantes de todo el CAUCA y de otros departamentos, además del presidente de la ANUC, compañero Noel Montenegro y les dieron los agradecimientos a todas aquellas personas y organizaciones que mediante su celebración facilitaron el éxito de esta memorable campaña.

En COBALÓ se ha constituido una empresa comunitaria para cumplir con algunas especificaciones, pero dicha empresa está sometida a la autoridad del cabildo y desde el principio se fue muy claro al establecer que la tierra recuperada no iba a beneficiar tan solo a veinte o treinta familias, sino que iba a estar al servicio de toda la comunidad. Mediante el trabajo comunitario los compañeros de COCONUCO están ya empezando a demostrar que los campesinos son mejores, tanto de trabajadores como de administradores, que los terratenientes. La lucha apenas comienza, pero su ejemplo es ya un signo de esperanza y un estímulo para millares de campesinos en el CAUCA y en COLOMBIA.

TIERRA RECUPERADA:

En los tres años que lleva de lucha, el movimiento campesino indígena ha logrado recuperar ya más de cinco mil hectáreas de tierra, parte de muy buena calidad. Contrasta esto, con las aproximadamente ocho mil hectáreas en peladeros que ha negociado el INCORA en sus diez años de funcionamiento y que solo se podrían incrementar, con la buena voluntad de los latifundistas locales.

LUCHAS ACTUALES:

Hasta el momento solo se ha hecho referencia a las luchas que han tenido un desenlace favorable aunque no sea definitivo para los campesinos indígenas. Sin embargo, muchas otras han tenido lugar, incluyendo algunas que comenzaron antes de constituirse el CRIC y casi todas siguen en pie, pues los compañeros no han querido declararse por vencidos. Entre estas luchas, prácticamente todas de recuperación de tierras, sobresalen algunas que se enumeran a continuación:

PITAYÓ:

Una de las batallas más antiguas que se están librando en el CAUCA es por la recuperación de grandes extensiones de tierras del resguardo de PITAYÓ, usurpadas por el latifundista Isaías Sánchez. Repetidas veces el mismo gobierno ha reconocido la legitimidad de las reivindicaciones de los comuneros, pero como dos gobernadores sucesivos del CAUCA han sido los abogados personales de Sánchez, las cosas han seguido iguales y las autoridades departamentales se hacen las de la vista gorda. En 1972 el cabildo batalló tenazmente y se lograron algunos avances importantes, pero Sánchez arregló la votación e hizo elegir un cabildo a su amaño, lo cual frenó la lucha y desanimó a algunos compañeros. Pese a las amenazas y las agresiones personales, la comunidad dio la batalla otra vez y triunfó abrumadoramente en la última elección para cabildo de 1974 lo cual permite esperar que la larga lucha de PITAYÓ se defina por fin este año.

JAMBALÓ:

La acción de mayor envergadura de los últimos tiempos la han emprendido los compañeros indígenas de JAMBALÓ, que comenzaron por seguir pagando terraje y luchan ahora por la recuperación definitiva de sus tierras. Desde hace más de seis meses los campesinos están trabajando la superficie correspondiente a unas veinte haciendas de distintos «propietarios», odas situadas en los límites legales del resguardo de JAMBALÓ. Los latifundistas han sido incapaces de desalojarlos hasta el momento, pero no pierden las esperanzas y están contratando bandas de matones para amedrentar o eliminar a los compañeros indígenas. Pero estos están ya curtidos de amenazas y se disponen a hacer cumplir las disposiciones del cabildo, el cual ya les adjudicó dichas tierras, aunque el alcalde de JAMBALÓ no quiere reconocer esta determinación.

TACUEYÓ - TORIBÍO - SAN FRANCISCO:

Estas parcialidades, que están en las luchas del CRIC desde la primera hora, han logrado ya algunas conquistas parciales, sobre todo en el resguardo de SAN FRANCISCO. Pero aún muchas de sus mejores tierras están en manos de terratenientes y colonos, los cuales en forma creciente están recurriendo a la violencia para defender sus «derechos». Las autoridades están por supuesto al servicio de los usurpadores, pero la presión indígena aumenta todos los días y la composición de los tres cabildos para 1974 permite esperar un año rico en los mejores resultados.

CALDONO - LA AURORA:

Los cabildos reconstituidos de estos dos resguardos, que han sido rechazados y perseguidos por el Gobierno desde su nombramiento, han comenzado una larga lucha por la recuperación de sus tierras y cuentan ya con pequeños triunfos, aunque las condiciones se les vuelvan cada vez más difíciles. Los principales terratenientes de la región que a su vez son altos politiqueros en los dos partidos tradicionales, recurren a cualquier cosa para conservar sus mal habidas propiedades y han desatado una verdadera campaña de terror contra los indígenas con un saldo de varios compañeros heridos hasta el presente. Pero esta es una espada de doble filo y la reacción de los campesinos ha sido la de una mayor firmeza en sus reivindicaciones y la decisión de defenderse por todos los medios a su alcance contra cualquier agresión.

SAN ANDRÉS - SANTA ROSA (TIERRADENTRO):

La lucha por la tierra está apenas comenzando en TIERRADENTRO. Pero ya un importante grupo de terrajeros se ha negado a pagar terraje a los dos «hacendados» de la zona y no se ha dejado expulsar de sus tierras a pesar de fuertes presiones y amenazas. Las «haciendas» respectivas están ubicadas dentro de los resguardos de SAN ANDRÉS y SANTA ROSA y la voluntad de los campesinos que trabajaban allí es volver a ser comuneros de sus resguardos de origen.

HUILA (TIERRADENTRO):

En el resguardo de EL HUILA hay un lote de unas mil quinientas hectáreas en manos de la Prefectura Apostólica de TIERRADENTRO, la cual posee además distintos criaderos de ganado dentro del resguardo. La comunidad mediante su presión, ha logrado recuperar de lo anterior una granja agrícola con una extensión de unas treinta hectáreas.

PURACÉ:

La lucha de los indígenas de PURACÉ es completamente distinta y mucho más difícil que todas las anteriores. El enemigo es nada menos que Industrias Puracé S. A., la única empresa productora de azufre en el país, con mayoría de capital norteamericano y participación de las figuras más notables de la oligarquía colombiana. La explotación del azufre en las condiciones técnicas en que se viene haciendo es una fuente segura de contaminación ambiental y una verdadera amenaza para toda la región central del CAUCA. Como sus emanaciones ya han utilizado una gran extensión del suelo del PURACÉ, la comunidad solicitó a la empresa una indemnización adecuada y sobre todo el cambio de técnicas para evitar estas consecuencias en el futuro. La empresa, enseñada a actuar sin control alguno, no le ha prestado la menor atención a los reclamos de los indígenas. Esta lucha que apenas ha comenzado promete ser larga y difícil y necesita para tener posibilidades de éxito de la decidida colaboración de todas aquellas entidades, aun oficiales, que quieran evitar que la destrucción de la naturaleza sea el primer beneficio de este «desarrollo capitalista» tantas veces deseado por el departamento del CAUCA.

X JUNTA DIRECTIVA NACIONAL DE LA ANUC:

Para concluir esta breve historia, el CRIC presenta un fraternal saludo a todos los compañeros campesinos que se harán presentes en POPAYÁN con motivo de la junta directiva de la ANUC y a los compañeros directivos les desea el mejor éxito en sus deliberaciones.

El CRIC hará por su parte el mayor esfuerzo para que la participación en este importante evento sea numerosa, los debates fructíferos y las conclusiones útiles para la lucha de todas las clases oprimidas de COLOMBIA.

¡Bienvenidos, compañeros de todo el país!

Popayán, enero de 1974







Tejiendo saberes

¿Qué es una fuente primaria?

Son aquellas que proceden de la época que se está investigando. Son testimonios de primera mano contemporáneos a los hechos, pueden ser, leyes, tratados, memorias, censos de población, artículos de prensa, imágenes, objetos de la vida cotidiana.

Trae al salón de clase una fuente primaria sobre cualquiera de los siguientes temas:

La historia familiar
La historia del colegio
La historia del barrio          
La historia de la localidad
La historia de la ciudad

Compártela en tu salón realizando un mural para la memoria.


martes, 27 de diciembre de 2016

NACIMIENTO DE LA ORGANIZACIÓN INDÍGENA UNUMA

Fanny Ortiz. 2016
fannyortiz997@gmail.com

El pasado mes de octubre se reunieron en el colegio Claretiano de Bosa, en la ciudad de Bogotá, más de cuatro mil quinientos  indígenas de todo el país, reunidos en su IX  Congreso. Como cosa particular, denominaron el 12 de octubre, como el “Día de la Resistencia”, aportando a la gran movilización de otros sectores, promovida bajo el lema, "Para que florezca la paz, ¡Acuerdo Ya!".

Desde la localidad de Bosa, los indígenas se trasladarán hasta la Universidad Nacional, donde se unieron con miles de estudiantes, en  una multitudinaria marcha que llegó hasta la plaza de Bolívar, en el centro de la ciudad.

A propósito de la marcha y del tema que por estos días se discute,  "la paz", quisiera resaltar, que los pueblos indígenas, junto a nuestra población afrodescendiente y los sectores campesinos, son quienes más han padecido los flagelos del conflicto en Colombia. Y la marcha habla bien de lo que han tenido que hacer, quizás hayan sido, quienes más resistencia han mostrado y de múltiples formas. Los indígenas del llano no hacen la excepción,  es bien conocido su estado de indefensión, de acorralamiento, pero también su capacidad de pervivencia en sus territorios.

Para este número del blogger he querido indagar  entre documentos viejos y cosas de reciente edición, para escribir sobre lo que fuera el nacimiento de la Organización Indígena UNUMA y la influencia que pudo haber tenido las luchas de los indígenas del  Cauca de la década de 1970, pues considero allí radica la fortaleza del Movimiento Indígena Nacional. Todo esto, pensado como un aporte a sus procesos internos,  al fortalecimiento como organización y por que no, a la discusión que seguramente tendrán que dar en la región sobre el tema delicado de salud y niñez.


Manuel Quintín Lame. Detenido con algunos de sus hombres. Popayán, junio 10 de 1916

El UNUMA, palabra que significa trabajo común, fue una de las primeras organizaciones regionales indígenas conformadas en Colombia. Fue una respuesta a la situación vivida en el río Planas por el conflicto entre indígenas y colonos, entre 1968 y 1969.

Lo que pasó en esa época, fue que se formó una cooperativa indígena para producir arroz y esto lesiono directamente los intereses de los colonos más ricos.

Aunque su base popular estaba formada por la población de  indígenas Sikuani, la junta fue una iniciativa liderada por Rafael Jaramillo Ulloa, quien había llegado a Planas siendo funcionario del Ministerio de Salud. Poco después trabajó con el Instituto Nacional de Abastecimiento, donde logró créditos para una cooperativa, también fue inspector de policía.

Trabajando en la cooperativa recibió señalamientos por parte de los comerciantes de la región, quienes lo tildaron de comunista, lo que llevó a que varias veces fuera apresado en la ciudad de Villavicencio. 

Con este acontecimiento inicia la persecución contra Jaramillo, la que rápidamente pasó a ser hostigamiento contra los miembros de la cooperativa y  más tarde desencadenó en conflicto, entre los colonos e indígenas de la región.

Pero lo que estaba de fondo en el hostigamiento contra los indígenas no era la organización de una cooperativa, sino el hecho de que los indígenas pasaran de ser explotados de las plantaciones de arroz, a tener tierra de su propiedad y sacar beneficio de ello. Fue Rafael Jaramillo Ulloa, quien empezó la delimitación de la reserva en Planas, lo que hoy se conoce como el resguardo de San Rafael de Planas.

El origen de UNUMA se encuentra en la organización de los Sikuani en la Junta Administradora Local de Planas, que además de organizar la cooperativa con más de ochocientos miembros indígenas y algunos colonos pobres, logró la construcción de una escuela, que funcionaba también como centro de salud.

Pero nuestra pregunta es sobre la influencia que pudiera tener el movimiento indígena sobre la región, especialmente sobre los indígenas del departamento del Meta y dicho movimiento, se encontraba para entonces en el departamento del Cauca, con la reciente creación del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) en 1971. La primera referencia que encontramos y que relaciona a los dos movimientos está en las conclusiones del I Congreso UNUMA, de Camalipe (Meta), en 1977. 

Siendo UNUMA una organización ya conformada, se declara entre otras cosas muy importantes, la necesidad de generar solidaridad con Betulia, Chamíes y Belarcázar, (Caldas). En este punto quisiera detenerme para observar dicha influencia, al menos en sus inicios y de esta forma, poder explicar su presencia en la Organización Nacional Indígena de Colombia, (ONIC) como producto de un camino de organización y lucha, que la constituyó como una de las organizaciones indígenas regionales más sólidas dentro del Movimiento Indígena Nacional.

En el centro de documentación de la (ONIC) reposa un documento escrito en 1974 por Trino Morales, Guillermo Tunubalá y Juan Gregorio Palechor, titulado Historia del Consejo Regional Indígena del Cauca, este documento fue preparado como antesala de lo que sería la X Junta Directiva Nacional de la ANUC, que era la organización de los campesinos. En la mencionada Junta los indígenas del Cauca pondrían la primera semilla de lo que sería el futuro movimiento indígena nacional. Lo que nos interesa  es mirar un poco los alcances que tenía para entonces el CRIC, en su etapa regional, lo que creemos está dado por el hecho, de darse a conocer fuera de lo regional e influenciar la formación de nuevas organizaciones indígenas.

El CRIC, aparece en 1971 como parte de la lucha de los campesinos más pobres, sobre todo los del norte del Cauca, que eran los de El Chiman (Silvia) y Credo (Toribío). Según sus propios líderes  –citados anteriormente en este ensayo- "era la lucha del campesinado más pobre, numeroso y combativo". La parte indígena, heredera directa de Quintín Lame y José Gonzalo Sánchez, el uno arrestado muchas veces y el otro asesinado en 1944.

Esa parte del campesinado pobre característica del Cauca eran los terrazgueros y aparceros, llamados así, porque estaban obligados a pagar terraje, esto quiere decir, que una parte de la producción se quedaba para el terrateniente y esto así, desde la época colonial, pues el terraje se desprende de una de las políticas del imperio español, para aprovecharse de la mano de obra indígena, el llamado quinto real.

Siendo esta la realidad del indígena del Cauca, la primera bandera de lucha es el no pago del terraje, pero más tarde se convertiría en la recuperación de las tierras de resguardo, otra de las figuras coloniales, que sirvió para regular la vida del indígena y lograr su aculturación. Se entiende como en 1971, la Asamblea de Toribío, aprueba una plataforma de lucha en la cual, el primer punto era exigirle al INCORA la expropiación de las haciendas establecidas en tierras de resguardo, tierras que contaban con títulos coloniales, los cuales era preciso encontrar. Esta labor fue realizada por maestros de universidad como Juan Friede, conocido hoy, como el padre de la historia en Colombia.

De esta época de lucha quedan varios triunfos importantes, que se constituiría emblemáticamente como ejemplos, al menos para el UNUMA, si confiamos en su intención solidaria hacia las luchas del Cauca. Hablamos de Chiman, en donde se organizó la cooperativa de Las Delicias, El Credo, que pasó a ser parte del resguardo de Tacueyó y Paniquita de donde surgió la organización de resguardos nuevos, como Cajibío, Morales y Buenos Aires.

Con características socio culturales muy distintas a la lucha de los indígenas del Cauca, ésta fue ejemplarizante e inspiradora para los indígenas del llano. En la III Asamblea del CRIC en Silvia en julio de 1973, se destaca como una de las cosas positivas que a nivel nacional los medios de comunicación oficiales, ahora miraran la situación de los indígenas del Cauca y que a raíz de esto, otras organizaciones quisieran participar. En esta asamblea se cuenta como cosa particular la participación de comisiones indígenas no caucanas. Aunque no se habla de una comisión directamente de los indígenas del Meta, seguramente si la hubo.

El CRIC para entonces, ya designaba personal para ayudar a las organizaciones indígenas de otros departamentos del país, además se difundía la cartilla del CRIC y la Carta Campesina de la ANUC. De la primera no se conocen ejemplares, tal vez, por la represión de la época, pero en torno de estos medios de comunicación se realizaba un trabajo político importante, que seguramente llevó al relacionamiento con otras regiones.

Un año después, en 1974, nació  el periódico Unidad Indígena, como una decisión tomada en la Asamblea Indígena del III congreso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, en Bogotá, en agosto de 1974. El nombre y el carácter nacional que debía imprimirle a este periódico se deciden entre las delegaciones indígenas de todo el país. Cuenta Jesús María Pérez que “en el III Congreso la comisión indígena se formó espontáneamente, debido al alto número de delegaciones de todo el país” (Nuestra vida ha sido nuestra lucha. Resistencia y Memoria en el Cauca indígena. Centro de Memoria Histórica. 2012).

Para ese año, el equipo de trabajo del reciente periódico Unidad Indígena del CRIC, luego de la Organización Nacional,  estaba conformado por un comité editorial entre personas no indígena e indígenas muy comprometidos y se dividían la edición por zonas, entre ellas, la de llano, que ya existía, pensada para escribir sobre la situación que vivían los indígenas y colonos pobres de los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada. Cuya problemática se había caracterizado como la presión de los colonos por sus tierras, el avance del naciente narcotráfico y las misiones religiosas.

Esta división por zonas pasaba necesariamente por el relacionamiento político con las regiones distintas a la caucana, en la que al menos un miembro del comité editorial, debía tener dicha relación, que le servía,  además, de escribir el artículo  para realizar las entregas.

Aunque muy distintas las situaciones que se vivían en el Cauca y otros departamentos como el Meta, Vichada y Arauca, el inicio de la organización UNUMA estaba fuertemente influenciada de las posiciones defendidas por el CRIC. 

No obstante, la situación era muy distinta, y en varios  aspectos no se estableció con claridad una respuesta acertada a las características de la región. Por ejemplo; la recuperación de tierras de resguardo, que en el Cauca inició bajo la bandera directa de Quintín Lame, es decir, la recuperación de tierras de resguardo que poseían títulos coloniales y con esto, parte fundamental de la lucha era la defensa de la ley 89 de 1890. Aunque rápidamente en el mismo Cauca la lucha se tornara, por la defensa de las tierras de resguardo, así fueran, los recién constituidos a través del INCORA.

En el llano el proceso inició con la delimitación de tierras de reserva y la constitución de los resguardos tuvo la intervención directa de los funcionarios del INCORA, que llevaban a cabo con religiosidad lo consignado en la Ley 135 de 1961, en una especie de reparación por la época de la violencia. Muchos de estos funcionarios estaban comprometidos en la defensa de las tierras indígenas, pero no con la convicción que fue característica del trabajo solidario de quienes acompañaron el nacimiento del CRIC.

Otra diferencia importante es que en el Cauca, el inicio de la lucha indígena surge con la participación de campesinos pobres, pues el indígena en su condición de explotado terrazguero y aparcero, tenía férrea identidad con el campesinado. En el llano no, la ocupación en estos territorios era ocasional y condicionada por las bonanzas de extracción, la característica de los colonos con alguna posesión es que no tenían el deseo de asentamiento permanente y por tanto, poca o ninguna identidad regional habrían logrado. Pero por el otro lado, entre los llaneros, al indígena siempre se le vio a menos, por decir lo mejor, pues fue tratado siempre como irracional, bajo el término peyorativo de guahibo. 

Siendo así las cosas, el UNUMA aparece en 1971, aunque de esto no exista registro alguno, muchos, incluyendo a líderes indígenas, le han atribuido la fundación de la organización a personas no indígenas como Luis Antonio Pérez, estas son solo conjeturas, que se aclararan hasta que la misma organización emprenda el trabajo de reconstruir su propia memoria.

Luis Antonio Pérez, se vinculó con las comunidades de indígenas de Puerto Gaitán en 1971, vinculo que se hizo de forma contratada con la prefectura de Villavicencio, para ser profesor de primaria. Inició esta etapa en Mabriel, trabajó en la preparación de enfermeros indígenas, impulsó programas económicos y estableció la base de una gramática unificada. En 1982, fue nombrado asesor general del programa educativo y coordinador del área de educación en la zona Planas.

También trabajó de la mano con la organización el padre Ignacio González, el cual si marca una diferencia con la participación no indígena en el Cauca, pues tengamos presente, que  la recuperación de tierras liderada por el CRIC, afectaba directamente los intereses de terrateniente y entre ellos la iglesia. Este cura hacia parte de la prefectura apostólica de Villavicencio.

En el llano no trabajó la comunidad claretiana, solidaria de la lucha indígena, como mal lo afirmaran en las conclusiones del I Congreso Indígena UNUMA, cuando dicen “En la creación del UNUMA tuvieron una marcada influencia activistas sociales de izquierda y los padres claretianos”. A mi modo de ver, dio para aceptar sin mayor crítica la participación de la iglesia al interior de la organización indígena, con consecuencias negativas para las comunidades, no solo por la aculturación, sino directamente, sobre la autodeterminación como pueblos.

El padre Ignacio González y Luis Antonio Pérez trabajaron impulsando proyectos. Estos proyectos fueron orientados a resolver las necesidades inmediatas de la población, poniendo en un segundo plano la defensa de las tierras del resguardo UNUMA.

De 1972 a 1976, la organización UNUMA trabaja por la supervivencia física, cultural y social de las comunidades, en dos aspectos: uno, los proyectos que hacen parte del área de educación, salud y producción y dos, la lucha por la defensa de las tierras del resguardo indígena UNUMA. A partir del año 1976, salieron de las comunidades los promotores no indígenas, incluyendo a Luis Antonio Pérez, a causa de señalamientos y hostilidad de los colonos ricos de la región, cuando regresan, continúan con los proyectos a los cuales buscan financiación.

Siendo esta la situación, el I Congreso Indígena UNUMA establece una plataforma de trabajo de seis puntos cardinales así; 1) defensa de la tierra 2) tareas que buscan defender la tierra 3) fortalecimiento de la organización 4) Apoyo con otros sectores como el campesino 5) respeto por la autoridad de los capitanes indígenas 6) Solidaridad con otras organizaciones indígenas. Que en esencia recoge mucho de los planteamientos del CRIC.

En el congreso de Saburra, de 1980, los puntos  que tienen que ver con la producción o el  fortalecimiento del programa económico  del UNUMA, se entienden de una forma bien distinta, pues ese tipo de proyectos estaban siendo gestionados, directamente desde la Prefectura Apostólica de Villavicencio, pero a nombre de la organización.

Después de la cooperativa, los proyectos de tipo productivo y educativo, entran en abierta disputa entre el cura Ignacio González y Luis Antonio Pérez. Situación que es visible en las conclusiones que se aprueban en el II Congreso de la organización, en Saburra en 1980, resumido según los cuatro campos de trabajo así:

1º           Defensa de nuestro derecho a poseer la tierra comunitariamente, base sobre la cual se afirma nuestro acervo cultural.
2ª           Fortalecimiento del programa económico UNUMA, adaptándolo en lo posible a nuestras formas de producción e intercambio cultural.
3º           En el campo educativo, propende porque la educación que se les dé a nuestros hijos, parta fundamentalmente de nuestra forma de vivir.
4º           En el campo de la salud, propende por la formación de enfermeros Sikuani según la medicina occidental, que a la vez se prepara con médicos de nuestra tradición.

A mi modo de ver se estaba reclamando autonomía desde la propia organización. Y no era por capricho, cuando en 1982 la recién constituida ONIC, resalta en sus conclusiones que el proyecto educativo del UNUMA era una experiencia de educación propia similar a la del CRIC, caía en una tremenda equivocación.

El programa educativo de 1982, se desarrolló en las treinta comunidades del resguardo UNUMA y buscó cofinanciamiento del gobierno Suizo, a través de SUISSAID, para la construcción de un internado indígena en Puerto Gaitán. Cosa que se hizo y se logró,  con las nefastas consecuencias en cuanto a la aculturación, pues las comunidades de indígenas, veían como sus hijos les fueron casi que arrebatados, para la enseñanza del idioma español y una educación pobre y de baja calidad. A la muerte de Luis Antonio Pérez en 1985, la ONIC acude en apoyo a la organización UNUMA y asume la coordinación del área de educación.

En 1980, CEBEMO aprueba un rubro de capital para el proyecto Fortalecimiento de las comunidades indígenas organizadas en UNUMA. El proyecto planteaba recoger lo que se venía trabajando desde 1971. Una vez aprobada la financiación, el padre González, decidió gestionar los recursos en su totalidad al programa de desarrollo económico, pues “el fortalecimiento de tal programa, ayuda positivamente al desarrollo de los demás”.  Pero el proyecto económico no era la defensa del resguardo UNUMA, ni su ampliación, eran las empresas agro industriales.

Para el año 1982, la organización indígena UNUMA parece como filial de la ONIC, para representar a los indígenas de los departamentos: Meta, Vichada, Arauca y Casanare. Siendo el programa de trabajo el siguiente:

1º           Defensa de la autonomía indígena
2º           Defensa de la historia, cultura y tradiciones indígenas
3 º          Defensa de los territorios que han sido usurpados.
4º           Impulso de las organizaciones económicas comunitarias
5º           Educación bilingüe y bicultural
6º           Recuperación e impulso de la medicina tradicional
7ª           Defensa de la ley 89 de 1890
8º           Solidaridad con las luchas de los oprimidos y explotados.

En conclusión, se requiere siempre de una lectura muy interna de parte de los líderes indígenas que tenga en cuenta las características propias de la región, a mi modo de ver en Canalipe,  estaba muy en claro, cuando afirmaban: “que tradicionalmente han sido los capitanes la máxima autoridad de nuestras comunidades y esta autoridad debe ser mayor. Las comunidades nos comprometemos a obedecer y respetar más a nuestros capitanes, pues esa es la base de nuestra organización Unuma”, cosa que en adelante difícilmente  encontraremos. Cosa que entre otras, explica porque el estado de indefensión en el que se encuentran los resguardos de la orinoquia colombiana tiene que ver, claro, con factores externos como el conflicto en la región, pero también con la respuesta poco contundente y bien sostenida desde la autonomía de las organizaciones y con la aprobación de sus mayores.    

Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.


El mercado. (Cuento)