miércoles, 18 de enero de 2017

HISTORIA DEL CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DEL CAUCA (CRIC)

A continuación presentamos una de las fuentes primarias leídas para la escritura del ensayo “Nacimiento de la Organización Indígena UNUMA” de la pasada entrada de este blogger. Se trata del documento escrito por Julio Tunubalá, Trino Morales y Juan Gregorio Palechor, líderes del CRIC en la década de 1970. Este documento se escribió para la X Junta directiva de la ANUC que tuvo lugar en Popayán en 1974. En estos momentos se puede leer en el libro “Documentos para la historia del movimiento indígena contemporáneo” de la serie biblioteca básica de los pueblos indígenas de Colombia. Ministerio de Cultura.


También se presentan cuatro fotografías que hacen parte de la historia del CRIC, como la muy conocida fotografía de Quintín Lame detenido en San Isidro en 1916 y que aparece en el libro de Diego Castrillón, “El indio Quintín Lame”, escrito en 1973. Una fotografía de Quintín Lame de 1962, que aparece en su libro “Los pensamientos del indio que se educó dentro de las selvas colombianas”. La portada de la primera edición del periódico Unidad Indígena de 1974. Y la fotografía de Quintín Lame y Antonio García que se conoció en el 2011 a través del folleto publicitario del museo del oro, como conmemoración los 70 años del Instituto Indigenista Nacional. 

HISTORIA DEL CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DEL CAUCA (CRIC)

Julio Tunubalá, Manuel Trino Morales, Juan Gregorio Palechor

Popayán, enero de 1974

Fuente: Archivo histórico de la Organización Nacional Indígena de Colombia. Centro de documentación. Bogotá.

Antecedentes:

El territorio del CAUCA siempre ha sido un escenario de la resistencia indígena a la invasión externa, desde cuando Belalcázar tuvo que librar feroces combates con los pubenenses para poder tomar POPAYÁN en 1536.

En verdad hubo distintos grupos indígenas caucanos que nunca se entregaron del todo a la dominación española y que en la era republicana, han seguido luchando tenazmente por su autonomía y su dignidad.

En el presente siglo tuvieron repercusión nacional los combates que, bajo la dirección del gran luchador Manuel Quintín Lame, libraron los indígenas caucanos para defender sus tierras del asalto voraz del latifundio. Estas campañas a veces pacíficas, muchas otras violentas, hicieron temblar hasta sus raíces a la aristocrática oligarquía de POPAYÁN, la cual tuvo que recurrir a todas sus armas, desde la traición hasta el asesinato, para atajar la ira de la «plebe ignara». José Gonzalo Sánchez, otro gran conductor indígena y sucesor de Lame en el CAUCA, muere asesinado por los terratenientes en 1944.

Pero las luchas no mueren, ni la rebeldía de los indígenas tampoco y de nuevo se movilizan para defender sus tierras grupos en el norte y en el oriente del CAUCA. De estos movimientos y de las organizaciones que les dan sustento habría de surgir el CRIC en 1971.

SITUACIÓN DEL CAUCA:

Para comprender el tipo de lucha que está librando el campesinado, sobre todo el indígena del CAUCA, es necesario tener una visión al menos esquemática de las condiciones estructurales de este departamento, que no se pueden asimilar a otras zonas de luchas campesinas del país.

El CAUCA es un departamento atrasado, todavía hoy en día, de escasa penetración capitalista, donde una clase latifundista parasitaria ha mantenido tradicionalmente el dominio social y político a pesar de que las bases económicas de dicho dominio tambalean cada vez más.

Es muy escasa la clase obrera industrial y aún el proletariado agrícola constituye solo una pequeña minoría de la población del departamento. El sector popular más numeroso y más combativo está formado por los campesinos pobres, en gran parte indígenas, los cuales han estado a la cabeza de casi todas las luchas de los últimos tiempos.

Parte de la clase de los campesinos pobres la constituyen terrajeros y aparceros, situación muy poco usual en el resto del país, y que ha motivado que la bandera del no pago de terrajes haya sido importante en el desarrollo de la lucha.

Para las zonas de más densa población indígena, la conservación de la gran parte de los resguardos, al contrario también de lo ocurrido en el resto del país, ha sido un factor importante y positivo. La legislación especial para resguardos ha frenado en parte la descomposición del campesinado indígena al proteger sus tierras y las clases dirigentes, han tenido que violar su propia ley, cuando han invadido dichas tierras.

Lo cierto es que la inmensa mayoría de la población indígena tiene un alto aprecio por los resguardos lo mismo que por los cabildos, cierta forma de gobierno propio; [al ser] encargados de administrarlos, [estos se] han [convertido en] un marco propio para conservar al menos en parte su propia identidad y con las debidas modificaciones, son hoy en día herramientas de lucha y de construcción de futuro.

La recuperación de tierras de resguardos ha sido hasta el presente la principal bandera de lucha de los indígenas caucanos y las mayores victorias están cosechando. No solo se está combatiendo a través de los resguardos que quedan sino que numerosos grupos de campesinos indígenas están buscando reconstituir los resguardos y los cabildos que anteriormente existieron. Es esta situación, mucho más que algunos rasgos culturales propios en paeces y guambianos, la que mantiene la especificidad de las luchas indígenas y que justifica la existencia de una organización propia, como es el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC).

NACIMIENTO DEL CRIC:

Las luchas de los terrajeros del CHIMÁN, en SILVIA y del CREDO en CALOTO, norte del CAUCA, sirvieron de antecedente inmediato a la formulación del CRIC. En una reunión en El CREDO surgió la idea de una gran asamblea indígena para la cual se propuso a TORIBÍO como el sitio más central para las comunidades del norte y del oriente y se designó la fecha del 24 de febrero de 1971.

La promoción y organización de la asamblea indígena estuvo a cargo de FRESAGRO, combativa organización campesina del norte del CAUCA con sede en CORINTO y la cual, había tomado en sus manos la bandera de la lucha por la tierra en momentos en que las directivas regionales de usuarios estaban aún muy influenciadas por los promotores oficiales.

A la asamblea de TORIBÍO asistieron más de dos mil indígenas, entre ellos representantes de los cabildos de TORIBÍO, TACUEYÓ, SAN FRANCISCO, JAMBALÓ, PITAYÓ, QUICHAYA, QUIZGÓ, GUAMBÍA, PANIQUITÁ y TOTORÓ, además de diversas organizaciones campesinas indígenas de los municipios de MIRANDA, CORINTO, CALOTO, TORIBÍO, JAMBALÓ, TOTORÓ y SILVIA.

La constitución de una organización indígena que será el CRIC, fue una proposición llevada por la delegación de SILVIA y en especial por el compañero Manuel Trino Morales, quien la sustentó ante la asamblea.

La proposición fue aprobada con entusiasmo, al igual que los puntos en los cuales debía centrarse la acción de la nueva organización:

1) Exigir al INCORA la expropiación de las haciendas que han sido de los resguardos y [que] se entreguen tituladas en forma gratuita a las familias indígenas.

2) Ampliación de los resguardos en los casos donde existen minifundios a través de la Ley de Reforma Agraria en su parte de concentración parcelaria.

3) Modificación de la Ley 89 de 1890 en la parte que trata sobre la minoría de edad ya que somos colombianos y ciudadanos de la república.

4) Participación del sector indígena en la modificación de esas leyes pues somos nosotros los que conocemos nuestros problemas y sus soluciones.

5) Eliminación de la División de Asuntos Indígenas ya que la consideramos inoperante.

6) No continuar pagando el impuesto de terraje.

 7) Creación del CRIC.

Fue electo el primer comité ejecutivo el CRIC con los siguientes miembros:
Presidente: Manuel Tránsito Sánchez, del resguardo de TOTORÓ.
Vicepresidente: Héctor Cuchillo, de TACUEYÓ.
Secretario: Antonio Sánchez, de GUAMBÍA.

REPRESIÓN Y LUCHA:

Una fuerte ola de represión se desató contra los principales dirigentes indígenas en general inmediatamente después de la Asamblea de TORIBÍO. A esto contribuyó la declaración del estado de sitio, que permitió que algunos líderes estuvieran detenidos por varios meses sin motivo alguno. Este hecho y el temor que se logró crear en parte de la población frenaron sin duda alguna la expansión de la organización en los primeros meses, inclusive el comité ejecutivo nombrado en TORIBÍO no se logró reunir una sola vez. Sin embargo, la asamblea había dejado un gran impacto y comenzó, casi espontáneamente, un proceso de organización sobre todo en el norte, donde en distintas veredas fueron surgiendo comités del CRIC.

La principal bandera de lucha en esta primera época fue el no pago del terraje y se lograron algunas importantes conquistas sobre este punto, especialmente en los municipios de TORIBÍO y JAMBALÓ. Un acontecimiento importante fue la renovación, en julio de 1971 de la directiva de la Asociación Departamental de Usuarios, que pasó a ser encabezada por compañeros conscientes y luchadores que le imprimieron un nuevo rumbo a la organización. Desde ese momento en adelante el CRIC, que desde un principio se había acogido a los principios de la ANUC a nivel nacional, pasó a trabajar en estrecho contacto con los dirigentes departamentales de usuarios, colaboración que ha venido reforzándose desde entonces.

Hacia agosto había pasado lo principal de la tormenta desatada en TORIBÍO y las condiciones estaban propicias para la reorganización y dinamización del CRIC.

SEGUNDA ASAMBLEA DEL CRIC:

En LA SUSANA, resguardo de TACUEYÓ, municipio de TORIBÍO, se efectuó la Segunda Asamblea del CRIC, el 6 de septiembre de 1971. Además de las organizaciones presentes en la asamblea de la fundación, vinieron representantes de las zonas centro y sur del departamento, entre otros de las parcialidades de POBLAZÓN, PURACÉ, ALTO DEL REY, RIOBLANCO, GUACHICONO y PANCITARÁ.

Además asistió una delegación de los indígenas del TOLIMA, quienes expusieron sus propias luchas y problemas y vinieron a ofrecer su solidaridad con los hermanos del CAUCA, con quienes los unía, entre otros vínculos, la lucha común que había encabezado Manuel Quintín Lame. En LA SUSANA se nombró un nuevo comité ejecutivo del CRIC y se modificó el programa inicial, aprobando el que sigue rigiendo desde entonces.

El comité ejecutivo quedó integrado así:

Presidente: Julio Tunubalá, EL CHIMÁN zona oriente.
Vicepresidente: Antonio Mestizo, EL CREDO zona norte.
Secretario: Juan Gregorio Palechor, GUACHICONO zona sur.

Posteriormente, ante el retiro del compañero Mestizo, pasó a ocupar el cargo de vicepresidente el compañero Manuel Trino Morales.

El programa del CRIC quedó del modo siguiente:

1) Recuperar las tierras de los resguardos

2) Ampliar los resguardos

3) Fortalecer los cabildos indígenas

4) No pagar terrajes

5) Hacer conocer las leyes sobre indígenas y exigir su justa aplicación

6) Defender la historia, lengua y costumbres indígenas

7) Formar profesores indígenas para educar de acuerdo con la situación de los indígenas y en su respectiva lengua.

Después de la asamblea de LA SUSANA la organización del CRIC siguió funcionando normalmente y en crecimiento constante. Además de las reuniones del comité ejecutivo se efectuaron también algunas de la junta directiva, compuesta por dos representantes de cada resguardo.

PRIMEROS TRIUNFOS:

EL CHIMÁN:

Como ya se dijo antes, las luchas de los terrajeros de EL CHIMÁN, lo mismo que de los de EL CREDO, comenzaron antes de constituirse el CRIC, pero recibieron mayor impulso cuando la organización se puso plenamente en marcha. Lo que se denomina hoy en día EL CHIMÁN es apenas una parte del inmenso territorio denominado «GRAN CHIMÁN», que los terratenientes le arrebataron al resguardo de GUAMBÍA. Como en muchos otros casos en el CAUCA, las tierras usurpadas fueron convertidas en haciendas de terrajeros. La lucha de los campesinos de EL CHIMÁN, animados por los compañeros que en tierra recuperada habían organizado la Cooperativa Indígena de LAS DELICIAS, duró varios años hasta que el terrateniente se vio forzado a llegar a un acuerdo con el INCORA y se organizó una empresa comunitaria que ha seguido funcionando bajo el control del grupo campesino. Para el futuro espera que tanto EL CHIMÁN como las demás tierras usurpadas pasen a ser de nuevo parte del resguardo de GUAMBÍA.

EL CREDO:

De los compañeros indígenas de EL CREDO partió la consigna del no pago del terraje y fue con esta bandera que allí comenzó la lucha que ha llevado a este grupo de unas cien familias a recuperar la hacienda en que vivían. Inicialmente iba a haber también intervención del INCORA pero luego la comunidad planteó claramente su negativa a pagar sus tierras, que siempre habían sido de los indígenas y siguió luchando por su cuenta. EL CREDO, por decisión de todos sus habitantes, pasó a ser parte de nuevo del resguardo de TACUEYÓ y cuenta hoy con un alcalde (nombre que se da a un funcionario indígena) que hace parte del cabildo de dicho resguardo. Aunque el presunto dueño no ha reconocido hasta hoy el derecho de sus antiguos terrajeros, los compañeros de EL CREDO han seguido trabajando unidos, forjando poco a poco las bases de un mejor porvenir para sus hijos.

PANIQUITÁ:

Es un pequeño resguardo cercano a POPAYÁN, desde hace muchos decenios insuficiente para albergar a la comunidad indígena que allí reside (205 hectáreas para más de 100 familias). De PANIQUITÁ salieron los principales grupos de colonos que a principios de este siglo organizaron resguardos nuevos en la Cordillera Occidental, en los municipios de CAJIBÍO, MORALES y BUENOS AIRES. A mediados de 1971 el cabildo consideró que había llegado la hora de ponerle fin a esta emigración forzosa y que la comunidad no podía seguir cerrada por un cinturón de grandes haciendas. Numerosas gestiones ante el INCORA y ante algunos dueños de haciendas para solicitar una negociación voluntaria terminaron en el carameleo de siempre: «Que tuvieran paciencia que pronto se resolvería algo».

Numerosos comuneros, con sus mujeres e hijos y encabezados por el cabildo, comenzaron a trabajar en las haciendas vecinas de SAN ANTONIO y LA CONCORDIA. Repetidas veces fueron llevados a la cárcel pero en ningún momento desmayaron en la lucha y después de algunos meses de persecución y de dificultades conquistaron novecientas hectáreas de tierra, una superficie varias veces mayor que la que tenía antes su resguardo. La negociación se efectuó a través del INCORA y se constituyó una empresa comunitaria, desde donde los compañeros de PANIQUITÁ siguen apoyando en todas las formas posibles las luchas de los demás campesinos indígenas (y no indígenas) del departamento.

ALGUNAS GESTIONES OFICIALES A FINES DE 1971 Y PRINCIPIOS DE 1972:

El CRIC realizó una intensa  campaña de divulgación de los principales problemas indígenas, lo mismo que una cierta presión ante las entidades oficiales para que asumieran su responsabilidad frente a la situación existente. En parte como consecuencia de dicha presión se realizaron algunos estudios, entre ellos la investigación de Fabián Díaz del Ministerio de Gobierno, sobre la recuperación de tierras en los resguardos de TACUEYÓ, TORIBÍO y SAN FRANCISCO y el informe del procurador agrario, Carlos H. Pinzón sobre la situación general de los indígenas en el norte y oriente del CAUCA.

Este último documento tuvo una gran importancia pues en él se denuncia de una manera muy clara las diversas arbitrariedades que latifundistas y funcionarios oficiales cometen contra los indígenas y se urge una intervención de las entidades oficiales apropiadas. El CRIC le dio una amplia divulgación al informe de Pinzón en todas las zonas indígenas del departamento.

Apoyada en los documentos oficiales mencionados, una numerosa delegación del CRIC viajó a BOGOTÁ para entrevistarse con las autoridades responsables de las comunidades indígenas y a exigir una rápida acción. En una reunión efectuada con los indígenas el 23 de marzo de 1972, los representantes del Gobierno reconocen que ha habido gran usurpación de tierras de los resguardos de PITAYÓ, JAMBALÓ, TACUEYÓ, TORIBÍO y se comprometen a actuar inmediatamente para solucionar los problemas más graves. El acta en que consta lo anterior está firmada por el gobernador del CAUCA, el director de la División de Integración y Desarrollo de la comunidad del Ministerio de Gobierno, un asesor del Ministerio de Agricultura y dos representantes del INCORA. Como era de esperarse, el Gobierno no ha cumplido hasta el presente nada de lo prometido, pero para las comunidades indígenas que han continuado y continúan la lucha es importante contar con el reconocimiento oficial de que son perfectamente legítimas sus reivindicaciones.

EL CENSO INDÍGENA:

El CRIC tenía desde su fundación una clara conciencia de la necesidad de un estudio objetivo sobre la situación de la población indígena del departamento, pero por falta de recursos económicos no había podido emprender esta tarea. Cuando el DANE propuso efectuar un censo indígena en el CAUCA sugirió a los dirigentes del CRIC que se hicieran cargo por contrato de las labores de recolección y control, estos no vacilaron en aceptar. En realidad lo principal de los esfuerzos del CRIC durante el año de 1972 estuvo dedicado a este censo. Además de los datos del censo, que apenas se están empezando a conocer y que ayudarán a planear las actividades futuras, la participación en la realización de las encuestas permitió una gran divulgación de la organización de programas del CRIC y se hicieron contactos con regiones y comunidades que luego han emprendido significativas luchas reivindicativas.

Entre las zonas que prácticamente se visitaban por primera vez estaba TIERRADENTRO, donde vive el núcleo indígena más numeroso del Cauca y la parte de la Cordillera Occidental con los resguardos de HONDURAS, CHIMBORAZO y AGUA NEGRA, además de varios extinguidos donde sigue existiendo una fuerte mayoría de población indígena.

Otras comunidades nuevas que se vincularon fueron SAN SEBASTIÁN y PANCITARÁ en el sur, COCONUCO y POLINDARA en el centro, CALDONO y LA AGUADA en el oriente y MUNCHIQUE y LA CELIA en el norte. Desde fines de 1972 el CRIC estableció contacto con todas las regiones indígenas del CAUCA, aunque aún algunos cabildos no han entrado de lleno a participar en la organización.

TERCERA ASAMBLEA DEL CRIC. PRIMER ENCUENTRO INDÍGENA NACIONAL:

La realización de su Tercera Asamblea, con participación de varias delegaciones de otros grupos indígenas de COLOMBIA y del exterior, fue un hecho de gran importancia para el CRIC. El encuentro comenzó a prepararse desde principios de 1973 y debía realizarse en TIERRADENTRO por petición de la mayoría de resguardos de esa región. Desde el principio se notó la cerrada oposición de la pequeña rosca que allí está enseñada a hacer y deshacer a su acomodo, en medio de condiciones increíbles de sometimiento y represión para las inmensas mayorías indígenas de TIERRADENTRO. Previendo las dificultades, con suficiente anterioridad al encuentro una comisión del CRIC viajó a BOGOTÁ para entrevistarse con el Ministerio de Gobierno y obtener la respectiva aprobación oficial.

El ministro aunque notó las reticencias del gobernador del CAUCA, no encontró ninguna objeción a la realización de la asamblea y los preparativos siguieron su curso. Se designó como sede el resguardo de EL HUILA, municipio de BELALCÁZAR y el entusiasmo crecía todos los días entre la población indígena de la región. Viendo que el encuentro era un hecho, los caciques locales redoblaron su presión ante el gobierno departamental y este en BOGOTÁ.

Se produjeron en TIERRADENTRO varias detenciones por «subversión» de los compañeros que llevaban la propaganda y comenzó la militarización de la zona, que llegó a afectar las más remotas veredas. Se desató una verdadera campaña de terror, utilizando las afirmaciones más inverosímiles para evitar que la población indígena tomara parte en la movilización. Finalmente el ministro de Gobierno cedió ante la presión de la clase dirigente del CAUCA y dijo en una declaración que el encuentro no podía realizarse en TIERRADENTRO por problemas de «orden público»; curioso pretexto para una región que hacía más de diez años vivía en completa paz.

Ante esta situación y el aumento vertiginoso de la represión en TIERRADENTRO, las directivas del CRIC en una reunión con el gobernador del CAUCA el día 12 de julio, aceptaron el cambio de sede, sobre todo para evitar la masacre que al parecer se venía preparando. Con solo dos días para informar de este cambio, se hizo lo posible porque el encuentro no fracasara completamente. La asamblea vino a efectuarse en SILVIA el 15 de julio de 1973 con la participación de unos cuatro mil indígenas. De TIERRADENTRO fueron muy pocos los que lograron salir pues a pesar de las promesas oficiales la represión continuó y el alcalde de BELALCÁZAR impidió la movilización de cualquier vehículo desde la tarde anterior. Sin embargo varios compañeros se vinieron de noche a pie cruzando el páramo de LAS DELICIAS en una jornada de unas quince horas. Además de las comunidades caucanas, casi todas presentes en el encuentro, asistieron enviados de los arhuacos, de los tunebos, de los chamíes, de los sibundoyes, de los indígenas de NARIÑO, del TOLIMA y de los del ECUADOR. Los pielrroja de ESTADOS UNIDOS que habían quedado en asistir no pudieron hacerlo a último momento, pero mandaron un mensaje de solidaridad a todos sus hermanos indios. Casi todas las intervenciones se hicieron en los dialectos de cada grupo étnico, sobre todo en paez, que era la lengua de la mayoría de los asistentes. Hubo fuertes denuncias, en especial de parte de los voceros de TIERRADENTRO y claras reivindicaciones alrededor de los tres aspectos básicos de la tierra, la cultura y la organización indígena.

El encuentro de SILVIA, pese a las condiciones precarias en que se realizó tuvo gran impacto sobre la población indígena del CAUCA y desató o reforzó una serie de importantes movilizaciones. También tuvo alguna repercusión a un nivel más general, en especial sobre los grupos que tuvieron representación en la asamblea y significó un paso notable en el proceso de organización de los indígenas de COLOMBIA. Debido al espacio que le dedicaron los medios de información, el encuentro permitió que por primera vez el CRIC fuera conocido a nivel nacional y que algunas comunidades indígenas buscaran entablar contacto con sus hermanos del CAUCA.

REUNIÓN DE LA JUNTA DIRECTIVA – MESA REDONDA EN EL PARANINFO:

Aprovechando la presencia de los delegados indígenas al encuentro y la de otras personas y organizaciones que estuvieron como observadores, se programaron algunas actividades adicionales en los días posteriores a la asamblea. El 16 de julio se efectuó en PANIQUITÁ una reunión restringida en que hubo un amplio intercambio de ideas, especialmente con los representantes que la ANUC había enviado al encuentro. También intervinieron estudiosos de la situación indígena en COLOMBIA, como los señores Juan Friede, Horacio Calle, Víctor Daniel Bonilla y Gonzalo Castillo.

El mismo 16 por la noche se reunió la junta directiva del CRIC, para planear las actividades de los meses siguientes y comenzar los preparativos del congreso a reunirse próximamente y que deberá discutir algunas ponencias, aprobar un plan de trabajo y nombrar un nuevo comité ejecutivo.

El 17 de julio en las horas de la tarde había programada en POPAYÁN una mesa redonda en el PARANINFO, CALDAS con asistencia de los principales voceros indígenas y representantes de distintas entidades oficiales. Dicha mesa redonda fue organizada por la Facultad de Humanidades de la Universidad del Cauca. En realidad solo hablaron los indígenas, pues los delegados oficiales  o no fueron o prefirieron callarse. Durante más de cinco horas los asistentes escucharon las claras exposiciones y denuncias de los once indígenas que tomaron la palabra, ratificando todo lo dicho en SILVIA.

Para el sector estudiantil y en general el sector intelectual de POPAYÁN, esta fue una primera experiencia de contacto con el campesinado indígena y debía servir de punto de partida para una colaboración que se ha venido incrementando desde entonces.

SEMANA DE SOLIDARIDAD CON EL CAMPESINO INDÍGENA EN MEDELLÍN:

Del 7 al 12 de octubre de 1973 se convocó en MEDELLÍN el llamado Primer Encuentro Nacional Indigenista, organizado por ASCOIN, entidad dominada por los sectores más reaccionarios de la iglesia católica y de la oligarquía antioqueña. Tanto antes como durante la realización de dicho evento, en el cual muy pocos indígenas estuvieron presentes, las organizaciones populares denunciaron con fuerza los objetivos de los organizadores del encuentro y desenmascararon el espectáculo de circo que se pretendió montar a costa de los compañeros indígenas más ignorantes e indefensos. El CRIC tomó parte en esta denuncia con algunas comunicaciones que dirigió a otros grupos indígenas y con un documento que hizo conocer en MEDELLÍN sobre los verdaderos problemas de las comunidades nativas y la desfiguración que de ellos hacía ASCOIN. Las distintas denuncias tuvieron bastante efecto y en gran parte como resultado de sus propias contradicciones, la reunión de ASCOIN terminó en un completo fracaso.

Muy distinto fue el impacto de la Semana de Solidaridad con el Campesinado Indígena organizada por el comité de solidaridad con la ANUC y que se llevó a cabo paralelamente con el encuentro de ASCOIN. En sus reuniones, conferencias y demás actividades tomaron parte representaciones del CRIC junto con delegados indígenas de los grupos más conscientes y organizados para explicar a los sectores populares de MEDELLÍN las características y objetivos de la que fuera entonces Asociación Colombiana Indigenista (N. d. E.).

LA LUCHA DEL CAMPESINO INDÍGENA:
Fue grande el interés despertado entre obreros, estudiantes, profesionales, pobladores, etc., y en todo sentido se puede decir que los resultados fueron muy superiores a los esperados. Con la asistencia a MEDELLÍN y en cierto modo desde el encuentro de SILVIA ha comenzado una apertura del CRIC hacia otros sectores y en primer lugar, hacia las demás comunidades indígenas del país. Esta colaboración se está realizando principalmente a través de la Secretaría de Asuntos Indígenas de la ANUC y ya el CRIC, ha contraído el compromiso de dedicar a varios de sus cuadros para ayudar a la organización de los indígenas en otros departamentos y territorios nacionales.

EDUCACIÓN:

Preocupación constante del CRIC ha sido la formación de los dirigentes y de los luchadores indígenas en general, para garantizar una correcta orientación de todas sus actividades. Se ha buscado una educación muy en contacto con la realidad y con las luchas cotidianas, que parta de un análisis de los problemas inmediatos y solo lentamente avance hacia niveles superiores de abstracción. El resultado ha sido la formación de dirigentes que si bien no tienen mayores conocimientos teóricos, casi siempre se desenvuelven bien en el tratamiento de los problemas que les toca afrontar.

Desde la particular situación cultural de las comunidades indígenas, los medios orales (muchas veces en su respectivo dialecto) han tenido mayor eficacia, que los escritos en la promoción educativa de líderes de diversos niveles. Las reuniones de discusión y los cursillos más generales han sido hasta ahora la principal herramienta utilizada.

Se han realizado tres cursillos en el norte, cuatro en el oriente, tres en TIERRADENTRO, dos en el centro y uno general para todo el departamento. También se han enviado algunos dirigentes a reuniones y cursillos efectuados en otras partes del país. El principal medio escrito ha sido la Cartilla del CRIC, que ha tenido una difusión masiva y es prácticamente conocida por todos los activistas. Se reparten también otras publicaciones y periódicos, sobre todo la Carta Campesina de la ANUC y es posible, que en el futuro se cuente con un órgano de expresión propio.

LA LUCHA DE COCONUCO:

Tal vez la victoria más significativa hasta el momento la han alcanzado los compañeros de la comunidad de COCONUCO, quienes después de un año de dura lucha y continuos sacrificios lograron recuperar las tierras de la hacienda de COBALÓ, hasta entonces en poder del Seminario Conciliar de POPAYÁN. La hacienda COBALÓ, de 350 hectáreas, queda en todo el centro del resguardo de COCONUCO y está por supuesto comprendido en las escrituras que de su resguardo posee el cabildo. Sin embargo, su usurpación se produjo desde finales del siglo pasado y luego ha pasado por muchas manos: era este el principal argumento del arzobispo de POPAYÁN para justificar la «legitimidad» de su dominio.

Desde el principio se sabía que la lucha iba a ser muy dura pero la comunidad de COCONUCO, una de las más pobres del CAUCA, estaba dispuesta a jugarse el todo por el todo para comenzar a salir de su miseria secular. El 13 de noviembre de 1972 entró un grupo por primera vez a trabajar a COBALÓ y desde entonces más de treinta veces otros grupos, grandes o pequeños, volvieron a la carga, hasta que la hacienda se entregó el 5 de diciembre de 1973. Ningún miembro de la comunidad, compuesta de 517 familias, se quedó sin poner su granito de arena: hombres, mujeres y niños desafiaban al agua y al sol, los golpes de la policía o las vejaciones de las autoridades, para participar de la lucha común.
Veintitrés veces fueron los «invasores» llevados a la cárcel, a veces por un par de días, otras por una semana y otras más hasta por dos meses. El número de detenidos era de veinte, de sesenta, de cien; en una ocasión llegó a subir a 230 contando muchos niños y mujeres. Al fin se volvió un problema detenerlos; ya los directores de las cárceles no querían recibir más gente de COCONUCO. La última vez los pusieron a aguantar hambre por varios días en la permanencia de POPAYÁN pues «el presupuesto para ellos ya se acabó».

Uno de los hechos representativos del espíritu de la lucha de COCONUCO fue la actitud de un grupo de unas sesenta compañeras detenidas en la cárcel de la cabecera municipal. Lograron que los guardias y aún un enviado especial del gobierno aceptaran sus justas razones, pero como el director no las quería soltar, comenzaron a romper las camas y cuando amenazaron hacer lo mismo con las puertas y ventanas, las dejaron en libertad. A la salida organizaron una manifestación por todo el pueblo, invitando a las gentes a sumarse a la lucha. La solidaridad jugó también un papel importante en la lucha de COCONUCO, en ocasiones servía para revivir los ánimos, que tendían a desfallecer ante lo duro de la brega y la aparente falta de una solución rápida.

En primer lugar, fueron las otras comunidades indígenas y algunas empresas comunitarias las que dieron su aporte en productos o en efectivo, para ayudar a las familias de quienes estaban en la cárcel. Posteriormente otros grupos campesinos lo mismo que obreros, artesanos y estudiantes de POPAYÁN pasaron a dar igualmente su colaboración.

Pero lo más importante fue la solidaridad ideológica. Campañas de denuncia se organizaron en barrios y veredas, sindicatos y universidades, a través de todos los medios posibles: conferencias, mesas redondas, hojas volantes, periódicos, emisiones de radio, etc. Los compañeros de COCONUCO eran llamados de distintas ciudades del país para exponer su lucha y hasta donde pudieron, cumplieron con su asistencia.

El espacio que la prensa, aun la internacional, dedicó al problema de COCONUCO, permitió que el público manifestara ampliamente su simpatía por los indígenas. Mensajes y cartas de todo el mundo le llegaban a monseñor Arco Vivas, tornando la presión cada vez mayor. En el momento apropiado el señor arzobispo recibió la «autorización del Papa» y resolvió regalar la hacienda a los indígenas para contribuir a solucionar el problema social. Los indígenas de COCONUCO celebraron su gran victoria el primero de diciembre de 1974, con asistencia de representantes de todo el CAUCA y de otros departamentos, además del presidente de la ANUC, compañero Noel Montenegro y les dieron los agradecimientos a todas aquellas personas y organizaciones que mediante su celebración facilitaron el éxito de esta memorable campaña.

En COBALÓ se ha constituido una empresa comunitaria para cumplir con algunas especificaciones, pero dicha empresa está sometida a la autoridad del cabildo y desde el principio se fue muy claro al establecer que la tierra recuperada no iba a beneficiar tan solo a veinte o treinta familias, sino que iba a estar al servicio de toda la comunidad. Mediante el trabajo comunitario los compañeros de COCONUCO están ya empezando a demostrar que los campesinos son mejores, tanto de trabajadores como de administradores, que los terratenientes. La lucha apenas comienza, pero su ejemplo es ya un signo de esperanza y un estímulo para millares de campesinos en el CAUCA y en COLOMBIA.

TIERRA RECUPERADA:

En los tres años que lleva de lucha, el movimiento campesino indígena ha logrado recuperar ya más de cinco mil hectáreas de tierra, parte de muy buena calidad. Contrasta esto, con las aproximadamente ocho mil hectáreas en peladeros que ha negociado el INCORA en sus diez años de funcionamiento y que solo se podrían incrementar, con la buena voluntad de los latifundistas locales.

LUCHAS ACTUALES:

Hasta el momento solo se ha hecho referencia a las luchas que han tenido un desenlace favorable aunque no sea definitivo para los campesinos indígenas. Sin embargo, muchas otras han tenido lugar, incluyendo algunas que comenzaron antes de constituirse el CRIC y casi todas siguen en pie, pues los compañeros no han querido declararse por vencidos. Entre estas luchas, prácticamente todas de recuperación de tierras, sobresalen algunas que se enumeran a continuación:

PITAYÓ:

Una de las batallas más antiguas que se están librando en el CAUCA es por la recuperación de grandes extensiones de tierras del resguardo de PITAYÓ, usurpadas por el latifundista Isaías Sánchez. Repetidas veces el mismo gobierno ha reconocido la legitimidad de las reivindicaciones de los comuneros, pero como dos gobernadores sucesivos del CAUCA han sido los abogados personales de Sánchez, las cosas han seguido iguales y las autoridades departamentales se hacen las de la vista gorda. En 1972 el cabildo batalló tenazmente y se lograron algunos avances importantes, pero Sánchez arregló la votación e hizo elegir un cabildo a su amaño, lo cual frenó la lucha y desanimó a algunos compañeros. Pese a las amenazas y las agresiones personales, la comunidad dio la batalla otra vez y triunfó abrumadoramente en la última elección para cabildo de 1974 lo cual permite esperar que la larga lucha de PITAYÓ se defina por fin este año.

JAMBALÓ:

La acción de mayor envergadura de los últimos tiempos la han emprendido los compañeros indígenas de JAMBALÓ, que comenzaron por seguir pagando terraje y luchan ahora por la recuperación definitiva de sus tierras. Desde hace más de seis meses los campesinos están trabajando la superficie correspondiente a unas veinte haciendas de distintos «propietarios», odas situadas en los límites legales del resguardo de JAMBALÓ. Los latifundistas han sido incapaces de desalojarlos hasta el momento, pero no pierden las esperanzas y están contratando bandas de matones para amedrentar o eliminar a los compañeros indígenas. Pero estos están ya curtidos de amenazas y se disponen a hacer cumplir las disposiciones del cabildo, el cual ya les adjudicó dichas tierras, aunque el alcalde de JAMBALÓ no quiere reconocer esta determinación.

TACUEYÓ - TORIBÍO - SAN FRANCISCO:

Estas parcialidades, que están en las luchas del CRIC desde la primera hora, han logrado ya algunas conquistas parciales, sobre todo en el resguardo de SAN FRANCISCO. Pero aún muchas de sus mejores tierras están en manos de terratenientes y colonos, los cuales en forma creciente están recurriendo a la violencia para defender sus «derechos». Las autoridades están por supuesto al servicio de los usurpadores, pero la presión indígena aumenta todos los días y la composición de los tres cabildos para 1974 permite esperar un año rico en los mejores resultados.

CALDONO - LA AURORA:

Los cabildos reconstituidos de estos dos resguardos, que han sido rechazados y perseguidos por el Gobierno desde su nombramiento, han comenzado una larga lucha por la recuperación de sus tierras y cuentan ya con pequeños triunfos, aunque las condiciones se les vuelvan cada vez más difíciles. Los principales terratenientes de la región que a su vez son altos politiqueros en los dos partidos tradicionales, recurren a cualquier cosa para conservar sus mal habidas propiedades y han desatado una verdadera campaña de terror contra los indígenas con un saldo de varios compañeros heridos hasta el presente. Pero esta es una espada de doble filo y la reacción de los campesinos ha sido la de una mayor firmeza en sus reivindicaciones y la decisión de defenderse por todos los medios a su alcance contra cualquier agresión.

SAN ANDRÉS - SANTA ROSA (TIERRADENTRO):

La lucha por la tierra está apenas comenzando en TIERRADENTRO. Pero ya un importante grupo de terrajeros se ha negado a pagar terraje a los dos «hacendados» de la zona y no se ha dejado expulsar de sus tierras a pesar de fuertes presiones y amenazas. Las «haciendas» respectivas están ubicadas dentro de los resguardos de SAN ANDRÉS y SANTA ROSA y la voluntad de los campesinos que trabajaban allí es volver a ser comuneros de sus resguardos de origen.

HUILA (TIERRADENTRO):

En el resguardo de EL HUILA hay un lote de unas mil quinientas hectáreas en manos de la Prefectura Apostólica de TIERRADENTRO, la cual posee además distintos criaderos de ganado dentro del resguardo. La comunidad mediante su presión, ha logrado recuperar de lo anterior una granja agrícola con una extensión de unas treinta hectáreas.

PURACÉ:

La lucha de los indígenas de PURACÉ es completamente distinta y mucho más difícil que todas las anteriores. El enemigo es nada menos que Industrias Puracé S. A., la única empresa productora de azufre en el país, con mayoría de capital norteamericano y participación de las figuras más notables de la oligarquía colombiana. La explotación del azufre en las condiciones técnicas en que se viene haciendo es una fuente segura de contaminación ambiental y una verdadera amenaza para toda la región central del CAUCA. Como sus emanaciones ya han utilizado una gran extensión del suelo del PURACÉ, la comunidad solicitó a la empresa una indemnización adecuada y sobre todo el cambio de técnicas para evitar estas consecuencias en el futuro. La empresa, enseñada a actuar sin control alguno, no le ha prestado la menor atención a los reclamos de los indígenas. Esta lucha que apenas ha comenzado promete ser larga y difícil y necesita para tener posibilidades de éxito de la decidida colaboración de todas aquellas entidades, aun oficiales, que quieran evitar que la destrucción de la naturaleza sea el primer beneficio de este «desarrollo capitalista» tantas veces deseado por el departamento del CAUCA.

X JUNTA DIRECTIVA NACIONAL DE LA ANUC:

Para concluir esta breve historia, el CRIC presenta un fraternal saludo a todos los compañeros campesinos que se harán presentes en POPAYÁN con motivo de la junta directiva de la ANUC y a los compañeros directivos les desea el mejor éxito en sus deliberaciones.

El CRIC hará por su parte el mayor esfuerzo para que la participación en este importante evento sea numerosa, los debates fructíferos y las conclusiones útiles para la lucha de todas las clases oprimidas de COLOMBIA.

¡Bienvenidos, compañeros de todo el país!

Popayán, enero de 1974







Tejiendo saberes

¿Qué es una fuente primaria?

Son aquellas que proceden de la época que se está investigando. Son testimonios de primera mano contemporáneos a los hechos, pueden ser, leyes, tratados, memorias, censos de población, artículos de prensa, imágenes, objetos de la vida cotidiana.

Trae al salón de clase una fuente primaria sobre cualquiera de los siguientes temas:

La historia familiar
La historia del colegio
La historia del barrio          
La historia de la localidad
La historia de la ciudad

Compártela en tu salón realizando un mural para la memoria.


martes, 27 de diciembre de 2016

NACIMIENTO DE LA ORGANIZACIÓN INDÍGENA UNUMA

Fanny Ortiz. 2016
fannyortiz997@gmail.com

El pasado mes de octubre se reunieron en el colegio Claretiano de Bosa, en la ciudad de Bogotá, más de cuatro mil quinientos  indígenas de todo el país, reunidos en su IX  Congreso. Como cosa particular, denominaron el 12 de octubre, como el “Día de la Resistencia”, aportando a la gran movilización de otros sectores, promovida bajo el lema, "Para que florezca la paz, ¡Acuerdo Ya!".

Desde la localidad de Bosa, los indígenas se trasladarán hasta la Universidad Nacional, donde se unieron con miles de estudiantes, en  una multitudinaria marcha que llegó hasta la plaza de Bolívar, en el centro de la ciudad.

A propósito de la marcha y del tema que por estos días se discute,  "la paz", quisiera resaltar, que los pueblos indígenas, junto a nuestra población afrodescendiente y los sectores campesinos, son quienes más han padecido los flagelos del conflicto en Colombia. Y la marcha habla bien de lo que han tenido que hacer, quizás hayan sido, quienes más resistencia han mostrado y de múltiples formas. Los indígenas del llano no hacen la excepción,  es bien conocido su estado de indefensión, de acorralamiento, pero también su capacidad de pervivencia en sus territorios.

Para este número del blogger he querido indagar  entre documentos viejos y cosas de reciente edición, para escribir sobre lo que fuera el nacimiento de la Organización Indígena UNUMA y la influencia que pudo haber tenido las luchas de los indígenas del  Cauca de la década de 1970, pues considero allí radica la fortaleza del Movimiento Indígena Nacional. Todo esto, pensado como un aporte a sus procesos internos,  al fortalecimiento como organización y por que no, a la discusión que seguramente tendrán que dar en la región sobre el tema delicado de salud y niñez.


Manuel Quintín Lame. Detenido con algunos de sus hombres. Popayán, junio 10 de 1916

El UNUMA, palabra que significa trabajo común, fue una de las primeras organizaciones regionales indígenas conformadas en Colombia. Fue una respuesta a la situación vivida en el río Planas por el conflicto entre indígenas y colonos, entre 1968 y 1969.

Lo que pasó en esa época, fue que se formó una cooperativa indígena para producir arroz y esto lesiono directamente los intereses de los colonos más ricos.

Aunque su base popular estaba formada por la población de  indígenas Sikuani, la junta fue una iniciativa liderada por Rafael Jaramillo Ulloa, quien había llegado a Planas siendo funcionario del Ministerio de Salud. Poco después trabajó con el Instituto Nacional de Abastecimiento, donde logró créditos para una cooperativa, también fue inspector de policía.

Trabajando en la cooperativa recibió señalamientos por parte de los comerciantes de la región, quienes lo tildaron de comunista, lo que llevó a que varias veces fuera apresado en la ciudad de Villavicencio. 

Con este acontecimiento inicia la persecución contra Jaramillo, la que rápidamente pasó a ser hostigamiento contra los miembros de la cooperativa y  más tarde desencadenó en conflicto, entre los colonos e indígenas de la región.

Pero lo que estaba de fondo en el hostigamiento contra los indígenas no era la organización de una cooperativa, sino el hecho de que los indígenas pasaran de ser explotados de las plantaciones de arroz, a tener tierra de su propiedad y sacar beneficio de ello. Fue Rafael Jaramillo Ulloa, quien empezó la delimitación de la reserva en Planas, lo que hoy se conoce como el resguardo de San Rafael de Planas.

El origen de UNUMA se encuentra en la organización de los Sikuani en la Junta Administradora Local de Planas, que además de organizar la cooperativa con más de ochocientos miembros indígenas y algunos colonos pobres, logró la construcción de una escuela, que funcionaba también como centro de salud.

Pero nuestra pregunta es sobre la influencia que pudiera tener el movimiento indígena sobre la región, especialmente sobre los indígenas del departamento del Meta y dicho movimiento, se encontraba para entonces en el departamento del Cauca, con la reciente creación del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) en 1971. La primera referencia que encontramos y que relaciona a los dos movimientos está en las conclusiones del I Congreso UNUMA, de Camalipe (Meta), en 1977. 

Siendo UNUMA una organización ya conformada, se declara entre otras cosas muy importantes, la necesidad de generar solidaridad con Betulia, Chamíes y Belarcázar, (Caldas). En este punto quisiera detenerme para observar dicha influencia, al menos en sus inicios y de esta forma, poder explicar su presencia en la Organización Nacional Indígena de Colombia, (ONIC) como producto de un camino de organización y lucha, que la constituyó como una de las organizaciones indígenas regionales más sólidas dentro del Movimiento Indígena Nacional.

En el centro de documentación de la (ONIC) reposa un documento escrito en 1974 por Trino Morales, Guillermo Tunubalá y Juan Gregorio Palechor, titulado Historia del Consejo Regional Indígena del Cauca, este documento fue preparado como antesala de lo que sería la X Junta Directiva Nacional de la ANUC, que era la organización de los campesinos. En la mencionada Junta los indígenas del Cauca pondrían la primera semilla de lo que sería el futuro movimiento indígena nacional. Lo que nos interesa  es mirar un poco los alcances que tenía para entonces el CRIC, en su etapa regional, lo que creemos está dado por el hecho, de darse a conocer fuera de lo regional e influenciar la formación de nuevas organizaciones indígenas.

El CRIC, aparece en 1971 como parte de la lucha de los campesinos más pobres, sobre todo los del norte del Cauca, que eran los de El Chiman (Silvia) y Credo (Toribío). Según sus propios líderes  –citados anteriormente en este ensayo- "era la lucha del campesinado más pobre, numeroso y combativo". La parte indígena, heredera directa de Quintín Lame y José Gonzalo Sánchez, el uno arrestado muchas veces y el otro asesinado en 1944.

Esa parte del campesinado pobre característica del Cauca eran los terrazgueros y aparceros, llamados así, porque estaban obligados a pagar terraje, esto quiere decir, que una parte de la producción se quedaba para el terrateniente y esto así, desde la época colonial, pues el terraje se desprende de una de las políticas del imperio español, para aprovecharse de la mano de obra indígena, el llamado quinto real.

Siendo esta la realidad del indígena del Cauca, la primera bandera de lucha es el no pago del terraje, pero más tarde se convertiría en la recuperación de las tierras de resguardo, otra de las figuras coloniales, que sirvió para regular la vida del indígena y lograr su aculturación. Se entiende como en 1971, la Asamblea de Toribío, aprueba una plataforma de lucha en la cual, el primer punto era exigirle al INCORA la expropiación de las haciendas establecidas en tierras de resguardo, tierras que contaban con títulos coloniales, los cuales era preciso encontrar. Esta labor fue realizada por maestros de universidad como Juan Friede, conocido hoy, como el padre de la historia en Colombia.

De esta época de lucha quedan varios triunfos importantes, que se constituiría emblemáticamente como ejemplos, al menos para el UNUMA, si confiamos en su intención solidaria hacia las luchas del Cauca. Hablamos de Chiman, en donde se organizó la cooperativa de Las Delicias, El Credo, que pasó a ser parte del resguardo de Tacueyó y Paniquita de donde surgió la organización de resguardos nuevos, como Cajibío, Morales y Buenos Aires.

Con características socio culturales muy distintas a la lucha de los indígenas del Cauca, ésta fue ejemplarizante e inspiradora para los indígenas del llano. En la III Asamblea del CRIC en Silvia en julio de 1973, se destaca como una de las cosas positivas que a nivel nacional los medios de comunicación oficiales, ahora miraran la situación de los indígenas del Cauca y que a raíz de esto, otras organizaciones quisieran participar. En esta asamblea se cuenta como cosa particular la participación de comisiones indígenas no caucanas. Aunque no se habla de una comisión directamente de los indígenas del Meta, seguramente si la hubo.

El CRIC para entonces, ya designaba personal para ayudar a las organizaciones indígenas de otros departamentos del país, además se difundía la cartilla del CRIC y la Carta Campesina de la ANUC. De la primera no se conocen ejemplares, tal vez, por la represión de la época, pero en torno de estos medios de comunicación se realizaba un trabajo político importante, que seguramente llevó al relacionamiento con otras regiones.

Un año después, en 1974, nació  el periódico Unidad Indígena, como una decisión tomada en la Asamblea Indígena del III congreso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, en Bogotá, en agosto de 1974. El nombre y el carácter nacional que debía imprimirle a este periódico se deciden entre las delegaciones indígenas de todo el país. Cuenta Jesús María Pérez que “en el III Congreso la comisión indígena se formó espontáneamente, debido al alto número de delegaciones de todo el país” (Nuestra vida ha sido nuestra lucha. Resistencia y Memoria en el Cauca indígena. Centro de Memoria Histórica. 2012).

Para ese año, el equipo de trabajo del reciente periódico Unidad Indígena del CRIC, luego de la Organización Nacional,  estaba conformado por un comité editorial entre personas no indígena e indígenas muy comprometidos y se dividían la edición por zonas, entre ellas, la de llano, que ya existía, pensada para escribir sobre la situación que vivían los indígenas y colonos pobres de los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada. Cuya problemática se había caracterizado como la presión de los colonos por sus tierras, el avance del naciente narcotráfico y las misiones religiosas.

Esta división por zonas pasaba necesariamente por el relacionamiento político con las regiones distintas a la caucana, en la que al menos un miembro del comité editorial, debía tener dicha relación, que le servía,  además, de escribir el artículo  para realizar las entregas.

Aunque muy distintas las situaciones que se vivían en el Cauca y otros departamentos como el Meta, Vichada y Arauca, el inicio de la organización UNUMA estaba fuertemente influenciada de las posiciones defendidas por el CRIC. 

No obstante, la situación era muy distinta, y en varios  aspectos no se estableció con claridad una respuesta acertada a las características de la región. Por ejemplo; la recuperación de tierras de resguardo, que en el Cauca inició bajo la bandera directa de Quintín Lame, es decir, la recuperación de tierras de resguardo que poseían títulos coloniales y con esto, parte fundamental de la lucha era la defensa de la ley 89 de 1890. Aunque rápidamente en el mismo Cauca la lucha se tornara, por la defensa de las tierras de resguardo, así fueran, los recién constituidos a través del INCORA.

En el llano el proceso inició con la delimitación de tierras de reserva y la constitución de los resguardos tuvo la intervención directa de los funcionarios del INCORA, que llevaban a cabo con religiosidad lo consignado en la Ley 135 de 1961, en una especie de reparación por la época de la violencia. Muchos de estos funcionarios estaban comprometidos en la defensa de las tierras indígenas, pero no con la convicción que fue característica del trabajo solidario de quienes acompañaron el nacimiento del CRIC.

Otra diferencia importante es que en el Cauca, el inicio de la lucha indígena surge con la participación de campesinos pobres, pues el indígena en su condición de explotado terrazguero y aparcero, tenía férrea identidad con el campesinado. En el llano no, la ocupación en estos territorios era ocasional y condicionada por las bonanzas de extracción, la característica de los colonos con alguna posesión es que no tenían el deseo de asentamiento permanente y por tanto, poca o ninguna identidad regional habrían logrado. Pero por el otro lado, entre los llaneros, al indígena siempre se le vio a menos, por decir lo mejor, pues fue tratado siempre como irracional, bajo el término peyorativo de guahibo. 

Siendo así las cosas, el UNUMA aparece en 1971, aunque de esto no exista registro alguno, muchos, incluyendo a líderes indígenas, le han atribuido la fundación de la organización a personas no indígenas como Luis Antonio Pérez, estas son solo conjeturas, que se aclararan hasta que la misma organización emprenda el trabajo de reconstruir su propia memoria.

Luis Antonio Pérez, se vinculó con las comunidades de indígenas de Puerto Gaitán en 1971, vinculo que se hizo de forma contratada con la prefectura de Villavicencio, para ser profesor de primaria. Inició esta etapa en Mabriel, trabajó en la preparación de enfermeros indígenas, impulsó programas económicos y estableció la base de una gramática unificada. En 1982, fue nombrado asesor general del programa educativo y coordinador del área de educación en la zona Planas.

También trabajó de la mano con la organización el padre Ignacio González, el cual si marca una diferencia con la participación no indígena en el Cauca, pues tengamos presente, que  la recuperación de tierras liderada por el CRIC, afectaba directamente los intereses de terrateniente y entre ellos la iglesia. Este cura hacia parte de la prefectura apostólica de Villavicencio.

En el llano no trabajó la comunidad claretiana, solidaria de la lucha indígena, como mal lo afirmaran en las conclusiones del I Congreso Indígena UNUMA, cuando dicen “En la creación del UNUMA tuvieron una marcada influencia activistas sociales de izquierda y los padres claretianos”. A mi modo de ver, dio para aceptar sin mayor crítica la participación de la iglesia al interior de la organización indígena, con consecuencias negativas para las comunidades, no solo por la aculturación, sino directamente, sobre la autodeterminación como pueblos.

El padre Ignacio González y Luis Antonio Pérez trabajaron impulsando proyectos. Estos proyectos fueron orientados a resolver las necesidades inmediatas de la población, poniendo en un segundo plano la defensa de las tierras del resguardo UNUMA.

De 1972 a 1976, la organización UNUMA trabaja por la supervivencia física, cultural y social de las comunidades, en dos aspectos: uno, los proyectos que hacen parte del área de educación, salud y producción y dos, la lucha por la defensa de las tierras del resguardo indígena UNUMA. A partir del año 1976, salieron de las comunidades los promotores no indígenas, incluyendo a Luis Antonio Pérez, a causa de señalamientos y hostilidad de los colonos ricos de la región, cuando regresan, continúan con los proyectos a los cuales buscan financiación.

Siendo esta la situación, el I Congreso Indígena UNUMA establece una plataforma de trabajo de seis puntos cardinales así; 1) defensa de la tierra 2) tareas que buscan defender la tierra 3) fortalecimiento de la organización 4) Apoyo con otros sectores como el campesino 5) respeto por la autoridad de los capitanes indígenas 6) Solidaridad con otras organizaciones indígenas. Que en esencia recoge mucho de los planteamientos del CRIC.

En el congreso de Saburra, de 1980, los puntos  que tienen que ver con la producción o el  fortalecimiento del programa económico  del UNUMA, se entienden de una forma bien distinta, pues ese tipo de proyectos estaban siendo gestionados, directamente desde la Prefectura Apostólica de Villavicencio, pero a nombre de la organización.

Después de la cooperativa, los proyectos de tipo productivo y educativo, entran en abierta disputa entre el cura Ignacio González y Luis Antonio Pérez. Situación que es visible en las conclusiones que se aprueban en el II Congreso de la organización, en Saburra en 1980, resumido según los cuatro campos de trabajo así:

1º           Defensa de nuestro derecho a poseer la tierra comunitariamente, base sobre la cual se afirma nuestro acervo cultural.
2ª           Fortalecimiento del programa económico UNUMA, adaptándolo en lo posible a nuestras formas de producción e intercambio cultural.
3º           En el campo educativo, propende porque la educación que se les dé a nuestros hijos, parta fundamentalmente de nuestra forma de vivir.
4º           En el campo de la salud, propende por la formación de enfermeros Sikuani según la medicina occidental, que a la vez se prepara con médicos de nuestra tradición.

A mi modo de ver se estaba reclamando autonomía desde la propia organización. Y no era por capricho, cuando en 1982 la recién constituida ONIC, resalta en sus conclusiones que el proyecto educativo del UNUMA era una experiencia de educación propia similar a la del CRIC, caía en una tremenda equivocación.

El programa educativo de 1982, se desarrolló en las treinta comunidades del resguardo UNUMA y buscó cofinanciamiento del gobierno Suizo, a través de SUISSAID, para la construcción de un internado indígena en Puerto Gaitán. Cosa que se hizo y se logró,  con las nefastas consecuencias en cuanto a la aculturación, pues las comunidades de indígenas, veían como sus hijos les fueron casi que arrebatados, para la enseñanza del idioma español y una educación pobre y de baja calidad. A la muerte de Luis Antonio Pérez en 1985, la ONIC acude en apoyo a la organización UNUMA y asume la coordinación del área de educación.

En 1980, CEBEMO aprueba un rubro de capital para el proyecto Fortalecimiento de las comunidades indígenas organizadas en UNUMA. El proyecto planteaba recoger lo que se venía trabajando desde 1971. Una vez aprobada la financiación, el padre González, decidió gestionar los recursos en su totalidad al programa de desarrollo económico, pues “el fortalecimiento de tal programa, ayuda positivamente al desarrollo de los demás”.  Pero el proyecto económico no era la defensa del resguardo UNUMA, ni su ampliación, eran las empresas agro industriales.

Para el año 1982, la organización indígena UNUMA parece como filial de la ONIC, para representar a los indígenas de los departamentos: Meta, Vichada, Arauca y Casanare. Siendo el programa de trabajo el siguiente:

1º           Defensa de la autonomía indígena
2º           Defensa de la historia, cultura y tradiciones indígenas
3 º          Defensa de los territorios que han sido usurpados.
4º           Impulso de las organizaciones económicas comunitarias
5º           Educación bilingüe y bicultural
6º           Recuperación e impulso de la medicina tradicional
7ª           Defensa de la ley 89 de 1890
8º           Solidaridad con las luchas de los oprimidos y explotados.

En conclusión, se requiere siempre de una lectura muy interna de parte de los líderes indígenas que tenga en cuenta las características propias de la región, a mi modo de ver en Canalipe,  estaba muy en claro, cuando afirmaban: “que tradicionalmente han sido los capitanes la máxima autoridad de nuestras comunidades y esta autoridad debe ser mayor. Las comunidades nos comprometemos a obedecer y respetar más a nuestros capitanes, pues esa es la base de nuestra organización Unuma”, cosa que en adelante difícilmente  encontraremos. Cosa que entre otras, explica porque el estado de indefensión en el que se encuentran los resguardos de la orinoquia colombiana tiene que ver, claro, con factores externos como el conflicto en la región, pero también con la respuesta poco contundente y bien sostenida desde la autonomía de las organizaciones y con la aprobación de sus mayores.    

Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.


viernes, 11 de noviembre de 2016

ROSTROS DE LA VORÁGINE: CINCO PERSONAJES DE LA NOVELA DE JOSÉ EUSTASIO RIVERA CONTADOS DESDE EL RELATO HISTÓRICO.

Tenia catorce años cuando lLa Vorágine y al cerrar este maravilloso libro supe lo que quería estudiar. Me gradué como historiadora, guiada por el deseo de navegar por los archivos oficiales, sino también por las voces que sobreviven en los relatos orales. En las páginas de Rivera descubrí no sólo mi vocación, también mi propia vorágine.

Hay libros que nos obligan a mirar más allá de la superficie, que nos enfrentan a realidades que desconocemos o que preferimos ignorar. La Vorágine es uno de esos libros. Convencida del valor que tiene esta obra como fuente históriaca, mis primeras lecturas estuvieron guiadas por la busquedad de todo elemento que diera cuenta de la historicidad del texto. Hoy, siendo una lectora mas madura me apasiona el relato que los colombianos hemos construido al rededor del texto y sus personajes.

Por esta razón leer La Vorágine, es leernos a nosotros mismos, porque vemos un Arturo Cova, un Barrera o un don Rafa en la propia idiosincracia. Hoy los invito a que se acerquen a sus páginas con ojos atentos, no solo para descubrir lo que Rivera escribió, sino para reconocer la colombianeidad de la obra a través de cinco de sus personajes.

  Te invito a recrear un poco la novela con el trabajo del grupo teatro tierra.

ARTURO COVA: ENTRE LOS RELATOS Y DOCUMENTOS DEL PASADO

En la novela el personaje central es la selva y Arturo Cova su doliente. Según el biógrafo de Rivera, Naele Silva, el personaje se habría inspirado en la figura Luis Franco Zapata, a quien Rivera conocería en sus primeras visitas a Orocue. Las historias que Luis Franco junto con su esposa habría de contarle a Rivera, darían pie para configurar una de las escenas importantes de la novela. La huida al llano de Arturo y Alicia, para salvarla de un matrimonio obligado.  

Luis Franco recorrió el Vaupés hasta Yavaraté en la frontera con el Brasil y escapó al llano con Alicia, una muchacha de Guateque (Boyacá) a quien querían casar contra su voluntad. Bajaron por el río Meta y se instalaron en el barracón La Ceiba, junto al caño Casiquiare. Posteriormente subieron a Orocué, donde hicieron amistad con Rivera 1918. El relato de las aventuras vividas y las personas conocidas debrío de impartar la mente del joven abogado.

Años más tarde, Carlos Páramo antropólogo colombiano, indagó en documentación histórica de la época en la que viajó y escribió Rivera su novela, encontrando el informe de 1911, escrito por Samuel Darío Maldonado, de origen venezolano, quien nombrado gobernador del Territorio Federal Amazonas, recorrió buena parte de la frontera selvática. En dicho informe se afirma “Regresé de Esmeralda el día 27 [de marzo de 1911] bajando por el Orinoco rumbo a San Fernando de Atabapo; en este trayecto existen los siguientes sitios habitados…” y presenta una lista de 32 sitios poblados. En dicho censo aparece un Arturo Cova, dueño de un barracón cauchero en Puercoespín, entre el río Casiquiare y San Fernando de Atabapo. Según la investigación de Páramo, que se puede leer en los ensayos de la maestría en antropología de la Universidad Nacional, pudo pasar que Rivera en su viaje a San Fernando (1922) o a su paso por el Casiquiare camino a Manaos (1923), estuviera al corriente del mencionado informe o del mismo Arturo Cova. 

Y por qué no, como lo pretende el mismo Páramo, “Tal vez se enteró de algo sobre este personaje que cautivó su imaginación. Tal vez el verdadero Arturo Cova, también había sido tolimense o poeta”.

Bastó un relato cautivador y la promesa de adentrarse en una selva tan misteriosa como indomita, para que en la mente del joven abogado comenzara a gestarse una novela que tal vez jamas habría planeado. Lo cierto es que en el relato colectivo, la figura de Rivera, se la asoscia al personaje de Arturo Cova. Durante mucho tiempo, se hablo de La Vorágine como novela autobiografica. 


Este relato empieza a tomar forma desde1924, año de la publicación de la novela. La fotografía que mostramos fue pueblicada ese año por la revista cromos y se creo todo un mito, se decia que era el mismisimo Rivera víctima de las fiebres y paludismo en Orocué.

ALICIA, ENTRE OROCUÉ Y CÁQUEZA: EL RASTRO PERDIDO DE UNA MUSA.

Cuando visité Orocué en 2005, descubrí algo que aún me resuena en la cabeza. En el corazón del pueblo vive la creencia de que Alicia Hernández Carranza -esposa de Luis Franco-, fue la verdadera inspiración del celebre personaje literario. Lo menciono no solo como una anecdota curiosa, sino porque como bien dijo el escritor colombiano Gilberto Castillo, lo último que se supo de esta misteriosa mujer, es que hacia 1960 vivia cerca de Caqueza. Desde entonces su rastro se ha ido borrando como tienta en el agua. No así, en el correlato de las personas de la región.  

José Eustasio Rivera habría viajado a los Llanos en 1918 para hacerse cargo de un pleito que por sucesión pesaba sobre la hacienda “Mata de Palma” -la Maporita de la novela-. Este pleito lo trabo Rafael Ruiz Bejarano -Don Rafo en la novela-. Allí habría conocido a Luis Franco Zapata y Alicia Hernández Carranza de quienes escuchó la historia de cómo “huyeron de Bogotá para evitar que el doctor Enrique Olaya Herrera, familiar de Alicia, más tarde presidente de Colombia, cumpliera su promesa de hacerlo ir a la cárcel por no oficializar su unión, pues vivían en libre unión- desde hacía meses”.

La pareja se conoció una mañana cualquiera: él, que trabaja como repartidor de correos en “Expreso Ribón” llegó hasta el almacén donde ella trabajaba para entregarle una carta que le habían enviado. Para continuar con su idilio de amor, huyeron hacia los Llanos Orientales en 1912. Una vez allí, se instalaron en Orocué donde muchas veces, en su casa, albergarían a José Eustasio Rivera.

Años después, cuando eran padres de una niña, se separaron y él regresó a Manizales, donde contrajo matrimonio con Maruja Parra Aguirre. Finalmente, el 15 de febrero de 1960 murió en Palmira donde se desempeñaba como almacenista en la Secretaría de Obras Públicas. Alicia, por su parte, volvió a Bogotá con su hija. La niña murió a la edad de 13 años y de su madre lo último que se supo fue que hacia 1960 vivía por los lados de Cáqueza. (Cundinamarca)

Esta documentación es de Naele Silva, Alicia Hernández Carranza, sería entonces la musa que logró atrapar la atención de Rivera, convirtiendose en ese destello de inspiración. En una época donde el texto hablaba más de lo que las palabras podian decir, tal vez, Alicia atrapó más que su atención.

NARCISO BARRERA: ENTRE ALICIA Y EL ABISMO.

Marcelino Sosa, indígena del resguardo Caño Cavasi del Vichada, tuvo acceso al testimonio de Pablo Pomaré, también indígena, empleado de Barrera y testigo de la venganza que le dio muerte. Lo relato así porque para las comunidades indigenas de los llanos, Barrera no fue un mito: fue real, temido y les dejo una herida abierta en la memoria.  

El testimonio de Marcelino Sosa aparece en las memoria del “simposio de historia de los Llanos Colombo-venezolanos: Llanos una historia sin fronteras”. Allí Barrera, aparece como Julio Barrera Malo, enganchador de indios. También se encuentra en el relato colectivo la figura de Narcisa y la suegra de Barrera una mujer de nombre Eva. Del nombre Narcisa parece que Rivera crea el personaje de Narciso Barrera el raptor de Alicia. Cuentan los Sikuni que muchos indígenas de las riveras del río Vichada se acercaron con confianza a Barrera, por su mujer indígena y porque vendía mercancía que ellos necesitaban, además les compraba lo que ellos producían: hamacas de cumare flecadas, guindos, mañoco, gallinas, peramán, caraña y el pendare que son resinas de árboles.

De igual forma, uso la estrategia de adelantar mercancías. Julio Barrera Malo, enganchaba para trabajar la balata -el caucho-, aunque los indígenas no supieran que era la balata. Instaló un sistema de esclavitud, los embarcó engañados y drogados, los transpor en el fondo de unas embarcaciones apiñados y acostados unos encima de otros. Se contabá que Julio Barrera gustaba de sacar su caja dental y mostrarla a sus amigos y así creó entre los indígenas la idea de que comía carne humana y claro. Barrera murió a macana, atacado por los mismos indígenas con palos preparados para matar a garrote.

El Barrera de Rivera, es descrito a través del lente occidental de Arturo Cova “como el hombre elegante, de botas altas, vestido blanco y fieltro grispero condenado a la furia del poeta. Narciso Barrera muere debatido a duelo en un entronado encuentro, que poco tenía que ver con una reclamación de honor y más con acto liberador. 

TOMÁS FUNES: EL TIRANO DE LA SELVA.

 Llega al punto la novela de describir a San Fernando de Atabapo el emporio cauchero del Amazonas y aquí el autor hará referencias puntuales de hechos históricos, la matanza del 8 de mayo de 1913, la muerte al gobernador Roberto Pulido, el poder del tirano de la selva Tomás Funes. No obstante sentencia “Todos aquellos ríos presenciaron la muerte de 10 gomeros que mató Funes el 8 de mayo de 1913. Fue el siringa terrible -el ídolo negro- quien provocó la feroz matanza. Sólo se trataba de una trifulca entre empresarios de caucherías. Hasta el gobernador negociaba en caucho” La Vorágine. Pág. 283

Ese siringa terrible que presenta Rivera no es otro que el General Funes, quien ya sabemos está documentado históricamente en el artículo de Carlos Páramo, volvamos a su fuente, al informe de 1911 de Maldonado en dónde aparece listado Tomás Funes, como propietario de dos casas y responsable de 44 siringueros. Es decir, Rivera lo referencia directamente como siringuero, como lo que era antes de hacerse al poder, ¿Hasta qué punto le fue posible documentar al tirano?. No existe información precisa pero seguramente en alguna medida tuvo información escrita, recordemos que Rivera viajó a San Fernando de Atabapo en 1922, siendo miembro de la Comisión de Límites entre Colombia y Venezuela. Es decir, siendo ahora un diplomático, versado e instruido, habría tenido acceso al expediente de Tomás Funes.

Por otro lado, sigamos con fidelidad el curso de la novela cuando dice del Coronel Funes, ahora si como personaje, como tirano “Y no pienses que al decir "Funes" he nombrado a persona única. Funes es un sistema, un estado de alma, es la sed de oro, es la envidia sórdida. Muchos son Funes, aunque lleve uno solo el nombre fatídico”. La Vorágine. Pág. 283.

Aquí tiene valor histórico la novela, pues Rivera a través de su prosa describe la sociología del conflicto que vive el Amazonas y desenmaraña una pesada red de intereses compartidos por el poder local. No justifica la matanza, ni la suerte del gobernador Roberto Pulido pero denuncia el sistema macabro, sus elementos humanos y la función incuestionable en sus procederes. “El gobernador de esa comarca es un empresario cuyos subalternos viven de él; siendo sus empleados particulares, tienen una función constitucional. Uno se llama juez, otro jefe civil, otro registrador. Les imparte órdenes promiscuas, les fija salarios y los remueve a voluntad”. La Vorágine. Pág. 284. “En esta semana no habrá justicia: el gobernador me tiene atareado en despachar mañoco para sus barraqueros”. La Vorágine. Pág. 285

ZORAYDA AYRAM: LA TURCA

Nariza Sabas de Barrera esposa de Narciso Barrera Malo, aparecen en el relato local. Es descrita como la mujer que inspiraría el personaje de la madona o la turca y el personaje de Narciso Barrera. Se sabe que era una mujer de origen libanes. Ella comerciaba junto a su esposo. En la novela se le tiene como destacada comerciante “que anda por estos ríos negociando coratos con los siringueros y tiene en Manaos una pulpería de renombre”. La Vorágine. Pág. 176. Se sabe que tuvieron un almacén en Orocué llamado La Puya, que viajaban a Ciudad Bolívar en el bajo Orinoco y que tenían una casa comercial en San Fernando de Atabapo.

Nazira Sabath de Barrera en medio de su hijo y otro acompañante. 
Foto cortesía de Cilita de Rey y FAFO. Biblioteca Nacional.

A través de estos cinco personajes, hemos recorrido un pedazo de la historia que, aunque narrada en la ficción, resuena desde la cruda realidad de nuestro pasado. La Vorágine, no es solo un relato literario, sino un constante llamado de atención.

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El mercado. (Cuento)