martes, 27 de diciembre de 2016

NACIMIENTO DE LA ORGANIZACIÓN INDÍGENA UNUMA

Fanny Ortiz. 2016
fannyortiz997@gmail.com

El pasado mes de octubre se reunieron en el colegio Claretiano de Bosa, en la ciudad de Bogotá, más de cuatro mil quinientos  indígenas de todo el país, reunidos en su IX  Congreso. Como cosa particular, denominaron el 12 de octubre, como el “Día de la Resistencia”, aportando a la gran movilización de otros sectores, promovida bajo el lema, "Para que florezca la paz, ¡Acuerdo Ya!".

Desde la localidad de Bosa, los indígenas se trasladarán hasta la Universidad Nacional, donde se unieron con miles de estudiantes, en  una multitudinaria marcha que llegó hasta la plaza de Bolívar, en el centro de la ciudad.

A propósito de la marcha y del tema que por estos días se discute,  "la paz", quisiera resaltar, que los pueblos indígenas, junto a nuestra población afrodescendiente y los sectores campesinos, son quienes más han padecido los flagelos del conflicto en Colombia. Y la marcha habla bien de lo que han tenido que hacer, quizás hayan sido, quienes más resistencia han mostrado y de múltiples formas. Los indígenas del llano no hacen la excepción,  es bien conocido su estado de indefensión, de acorralamiento, pero también su capacidad de pervivencia en sus territorios.

Para este número del blogger he querido indagar  entre documentos viejos y cosas de reciente edición, para escribir sobre lo que fuera el nacimiento de la Organización Indígena UNUMA y la influencia que pudo haber tenido las luchas de los indígenas del  Cauca de la década de 1970, pues considero allí radica la fortaleza del Movimiento Indígena Nacional. Todo esto, pensado como un aporte a sus procesos internos,  al fortalecimiento como organización y por que no, a la discusión que seguramente tendrán que dar en la región sobre el tema delicado de salud y niñez.


Manuel Quintín Lame. Detenido con algunos de sus hombres. Popayán, junio 10 de 1916

El UNUMA, palabra que significa trabajo común, fue una de las primeras organizaciones regionales indígenas conformadas en Colombia. Fue una respuesta a la situación vivida en el río Planas por el conflicto entre indígenas y colonos, entre 1968 y 1969.

Lo que pasó en esa época, fue que se formó una cooperativa indígena para producir arroz y esto lesiono directamente los intereses de los colonos más ricos.

Aunque su base popular estaba formada por la población de  indígenas Sikuani, la junta fue una iniciativa liderada por Rafael Jaramillo Ulloa, quien había llegado a Planas siendo funcionario del Ministerio de Salud. Poco después trabajó con el Instituto Nacional de Abastecimiento, donde logró créditos para una cooperativa, también fue inspector de policía.

Trabajando en la cooperativa recibió señalamientos por parte de los comerciantes de la región, quienes lo tildaron de comunista, lo que llevó a que varias veces fuera apresado en la ciudad de Villavicencio. 

Con este acontecimiento inicia la persecución contra Jaramillo, la que rápidamente pasó a ser hostigamiento contra los miembros de la cooperativa y  más tarde desencadenó en conflicto, entre los colonos e indígenas de la región.

Pero lo que estaba de fondo en el hostigamiento contra los indígenas no era la organización de una cooperativa, sino el hecho de que los indígenas pasaran de ser explotados de las plantaciones de arroz, a tener tierra de su propiedad y sacar beneficio de ello. Fue Rafael Jaramillo Ulloa, quien empezó la delimitación de la reserva en Planas, lo que hoy se conoce como el resguardo de San Rafael de Planas.

El origen de UNUMA se encuentra en la organización de los Sikuani en la Junta Administradora Local de Planas, que además de organizar la cooperativa con más de ochocientos miembros indígenas y algunos colonos pobres, logró la construcción de una escuela, que funcionaba también como centro de salud.

Pero nuestra pregunta es sobre la influencia que pudiera tener el movimiento indígena sobre la región, especialmente sobre los indígenas del departamento del Meta y dicho movimiento, se encontraba para entonces en el departamento del Cauca, con la reciente creación del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) en 1971. La primera referencia que encontramos y que relaciona a los dos movimientos está en las conclusiones del I Congreso UNUMA, de Camalipe (Meta), en 1977. 

Siendo UNUMA una organización ya conformada, se declara entre otras cosas muy importantes, la necesidad de generar solidaridad con Betulia, Chamíes y Belarcázar, (Caldas). En este punto quisiera detenerme para observar dicha influencia, al menos en sus inicios y de esta forma, poder explicar su presencia en la Organización Nacional Indígena de Colombia, (ONIC) como producto de un camino de organización y lucha, que la constituyó como una de las organizaciones indígenas regionales más sólidas dentro del Movimiento Indígena Nacional.

En el centro de documentación de la (ONIC) reposa un documento escrito en 1974 por Trino Morales, Guillermo Tunubalá y Juan Gregorio Palechor, titulado Historia del Consejo Regional Indígena del Cauca, este documento fue preparado como antesala de lo que sería la X Junta Directiva Nacional de la ANUC, que era la organización de los campesinos. En la mencionada Junta los indígenas del Cauca pondrían la primera semilla de lo que sería el futuro movimiento indígena nacional. Lo que nos interesa  es mirar un poco los alcances que tenía para entonces el CRIC, en su etapa regional, lo que creemos está dado por el hecho, de darse a conocer fuera de lo regional e influenciar la formación de nuevas organizaciones indígenas.

El CRIC, aparece en 1971 como parte de la lucha de los campesinos más pobres, sobre todo los del norte del Cauca, que eran los de El Chiman (Silvia) y Credo (Toribío). Según sus propios líderes  –citados anteriormente en este ensayo- "era la lucha del campesinado más pobre, numeroso y combativo". La parte indígena, heredera directa de Quintín Lame y José Gonzalo Sánchez, el uno arrestado muchas veces y el otro asesinado en 1944.

Esa parte del campesinado pobre característica del Cauca eran los terrazgueros y aparceros, llamados así, porque estaban obligados a pagar terraje, esto quiere decir, que una parte de la producción se quedaba para el terrateniente y esto así, desde la época colonial, pues el terraje se desprende de una de las políticas del imperio español, para aprovecharse de la mano de obra indígena, el llamado quinto real.

Siendo esta la realidad del indígena del Cauca, la primera bandera de lucha es el no pago del terraje, pero más tarde se convertiría en la recuperación de las tierras de resguardo, otra de las figuras coloniales, que sirvió para regular la vida del indígena y lograr su aculturación. Se entiende como en 1971, la Asamblea de Toribío, aprueba una plataforma de lucha en la cual, el primer punto era exigirle al INCORA la expropiación de las haciendas establecidas en tierras de resguardo, tierras que contaban con títulos coloniales, los cuales era preciso encontrar. Esta labor fue realizada por maestros de universidad como Juan Friede, conocido hoy, como el padre de la historia en Colombia.

De esta época de lucha quedan varios triunfos importantes, que se constituiría emblemáticamente como ejemplos, al menos para el UNUMA, si confiamos en su intención solidaria hacia las luchas del Cauca. Hablamos de Chiman, en donde se organizó la cooperativa de Las Delicias, El Credo, que pasó a ser parte del resguardo de Tacueyó y Paniquita de donde surgió la organización de resguardos nuevos, como Cajibío, Morales y Buenos Aires.

Con características socio culturales muy distintas a la lucha de los indígenas del Cauca, ésta fue ejemplarizante e inspiradora para los indígenas del llano. En la III Asamblea del CRIC en Silvia en julio de 1973, se destaca como una de las cosas positivas que a nivel nacional los medios de comunicación oficiales, ahora miraran la situación de los indígenas del Cauca y que a raíz de esto, otras organizaciones quisieran participar. En esta asamblea se cuenta como cosa particular la participación de comisiones indígenas no caucanas. Aunque no se habla de una comisión directamente de los indígenas del Meta, seguramente si la hubo.

El CRIC para entonces, ya designaba personal para ayudar a las organizaciones indígenas de otros departamentos del país, además se difundía la cartilla del CRIC y la Carta Campesina de la ANUC. De la primera no se conocen ejemplares, tal vez, por la represión de la época, pero en torno de estos medios de comunicación se realizaba un trabajo político importante, que seguramente llevó al relacionamiento con otras regiones.

Un año después, en 1974, nació  el periódico Unidad Indígena, como una decisión tomada en la Asamblea Indígena del III congreso de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, ANUC, en Bogotá, en agosto de 1974. El nombre y el carácter nacional que debía imprimirle a este periódico se deciden entre las delegaciones indígenas de todo el país. Cuenta Jesús María Pérez que “en el III Congreso la comisión indígena se formó espontáneamente, debido al alto número de delegaciones de todo el país” (Nuestra vida ha sido nuestra lucha. Resistencia y Memoria en el Cauca indígena. Centro de Memoria Histórica. 2012).

Para ese año, el equipo de trabajo del reciente periódico Unidad Indígena del CRIC, luego de la Organización Nacional,  estaba conformado por un comité editorial entre personas no indígena e indígenas muy comprometidos y se dividían la edición por zonas, entre ellas, la de llano, que ya existía, pensada para escribir sobre la situación que vivían los indígenas y colonos pobres de los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada. Cuya problemática se había caracterizado como la presión de los colonos por sus tierras, el avance del naciente narcotráfico y las misiones religiosas.

Esta división por zonas pasaba necesariamente por el relacionamiento político con las regiones distintas a la caucana, en la que al menos un miembro del comité editorial, debía tener dicha relación, que le servía,  además, de escribir el artículo  para realizar las entregas.

Aunque muy distintas las situaciones que se vivían en el Cauca y otros departamentos como el Meta, Vichada y Arauca, el inicio de la organización UNUMA estaba fuertemente influenciada de las posiciones defendidas por el CRIC. 

No obstante, la situación era muy distinta, y en varios  aspectos no se estableció con claridad una respuesta acertada a las características de la región. Por ejemplo; la recuperación de tierras de resguardo, que en el Cauca inició bajo la bandera directa de Quintín Lame, es decir, la recuperación de tierras de resguardo que poseían títulos coloniales y con esto, parte fundamental de la lucha era la defensa de la ley 89 de 1890. Aunque rápidamente en el mismo Cauca la lucha se tornara, por la defensa de las tierras de resguardo, así fueran, los recién constituidos a través del INCORA.

En el llano el proceso inició con la delimitación de tierras de reserva y la constitución de los resguardos tuvo la intervención directa de los funcionarios del INCORA, que llevaban a cabo con religiosidad lo consignado en la Ley 135 de 1961, en una especie de reparación por la época de la violencia. Muchos de estos funcionarios estaban comprometidos en la defensa de las tierras indígenas, pero no con la convicción que fue característica del trabajo solidario de quienes acompañaron el nacimiento del CRIC.

Otra diferencia importante es que en el Cauca, el inicio de la lucha indígena surge con la participación de campesinos pobres, pues el indígena en su condición de explotado terrazguero y aparcero, tenía férrea identidad con el campesinado. En el llano no, la ocupación en estos territorios era ocasional y condicionada por las bonanzas de extracción, la característica de los colonos con alguna posesión es que no tenían el deseo de asentamiento permanente y por tanto, poca o ninguna identidad regional habrían logrado. Pero por el otro lado, entre los llaneros, al indígena siempre se le vio a menos, por decir lo mejor, pues fue tratado siempre como irracional, bajo el término peyorativo de guahibo. 

Siendo así las cosas, el UNUMA aparece en 1971, aunque de esto no exista registro alguno, muchos, incluyendo a líderes indígenas, le han atribuido la fundación de la organización a personas no indígenas como Luis Antonio Pérez, estas son solo conjeturas, que se aclararan hasta que la misma organización emprenda el trabajo de reconstruir su propia memoria.

Luis Antonio Pérez, se vinculó con las comunidades de indígenas de Puerto Gaitán en 1971, vinculo que se hizo de forma contratada con la prefectura de Villavicencio, para ser profesor de primaria. Inició esta etapa en Mabriel, trabajó en la preparación de enfermeros indígenas, impulsó programas económicos y estableció la base de una gramática unificada. En 1982, fue nombrado asesor general del programa educativo y coordinador del área de educación en la zona Planas.

También trabajó de la mano con la organización el padre Ignacio González, el cual si marca una diferencia con la participación no indígena en el Cauca, pues tengamos presente, que  la recuperación de tierras liderada por el CRIC, afectaba directamente los intereses de terrateniente y entre ellos la iglesia. Este cura hacia parte de la prefectura apostólica de Villavicencio.

En el llano no trabajó la comunidad claretiana, solidaria de la lucha indígena, como mal lo afirmaran en las conclusiones del I Congreso Indígena UNUMA, cuando dicen “En la creación del UNUMA tuvieron una marcada influencia activistas sociales de izquierda y los padres claretianos”. A mi modo de ver, dio para aceptar sin mayor crítica la participación de la iglesia al interior de la organización indígena, con consecuencias negativas para las comunidades, no solo por la aculturación, sino directamente, sobre la autodeterminación como pueblos.

El padre Ignacio González y Luis Antonio Pérez trabajaron impulsando proyectos. Estos proyectos fueron orientados a resolver las necesidades inmediatas de la población, poniendo en un segundo plano la defensa de las tierras del resguardo UNUMA.

De 1972 a 1976, la organización UNUMA trabaja por la supervivencia física, cultural y social de las comunidades, en dos aspectos: uno, los proyectos que hacen parte del área de educación, salud y producción y dos, la lucha por la defensa de las tierras del resguardo indígena UNUMA. A partir del año 1976, salieron de las comunidades los promotores no indígenas, incluyendo a Luis Antonio Pérez, a causa de señalamientos y hostilidad de los colonos ricos de la región, cuando regresan, continúan con los proyectos a los cuales buscan financiación.

Siendo esta la situación, el I Congreso Indígena UNUMA establece una plataforma de trabajo de seis puntos cardinales así; 1) defensa de la tierra 2) tareas que buscan defender la tierra 3) fortalecimiento de la organización 4) Apoyo con otros sectores como el campesino 5) respeto por la autoridad de los capitanes indígenas 6) Solidaridad con otras organizaciones indígenas. Que en esencia recoge mucho de los planteamientos del CRIC.

En el congreso de Saburra, de 1980, los puntos  que tienen que ver con la producción o el  fortalecimiento del programa económico  del UNUMA, se entienden de una forma bien distinta, pues ese tipo de proyectos estaban siendo gestionados, directamente desde la Prefectura Apostólica de Villavicencio, pero a nombre de la organización.

Después de la cooperativa, los proyectos de tipo productivo y educativo, entran en abierta disputa entre el cura Ignacio González y Luis Antonio Pérez. Situación que es visible en las conclusiones que se aprueban en el II Congreso de la organización, en Saburra en 1980, resumido según los cuatro campos de trabajo así:

1º           Defensa de nuestro derecho a poseer la tierra comunitariamente, base sobre la cual se afirma nuestro acervo cultural.
2ª           Fortalecimiento del programa económico UNUMA, adaptándolo en lo posible a nuestras formas de producción e intercambio cultural.
3º           En el campo educativo, propende porque la educación que se les dé a nuestros hijos, parta fundamentalmente de nuestra forma de vivir.
4º           En el campo de la salud, propende por la formación de enfermeros Sikuani según la medicina occidental, que a la vez se prepara con médicos de nuestra tradición.

A mi modo de ver se estaba reclamando autonomía desde la propia organización. Y no era por capricho, cuando en 1982 la recién constituida ONIC, resalta en sus conclusiones que el proyecto educativo del UNUMA era una experiencia de educación propia similar a la del CRIC, caía en una tremenda equivocación.

El programa educativo de 1982, se desarrolló en las treinta comunidades del resguardo UNUMA y buscó cofinanciamiento del gobierno Suizo, a través de SUISSAID, para la construcción de un internado indígena en Puerto Gaitán. Cosa que se hizo y se logró,  con las nefastas consecuencias en cuanto a la aculturación, pues las comunidades de indígenas, veían como sus hijos les fueron casi que arrebatados, para la enseñanza del idioma español y una educación pobre y de baja calidad. A la muerte de Luis Antonio Pérez en 1985, la ONIC acude en apoyo a la organización UNUMA y asume la coordinación del área de educación.

En 1980, CEBEMO aprueba un rubro de capital para el proyecto Fortalecimiento de las comunidades indígenas organizadas en UNUMA. El proyecto planteaba recoger lo que se venía trabajando desde 1971. Una vez aprobada la financiación, el padre González, decidió gestionar los recursos en su totalidad al programa de desarrollo económico, pues “el fortalecimiento de tal programa, ayuda positivamente al desarrollo de los demás”.  Pero el proyecto económico no era la defensa del resguardo UNUMA, ni su ampliación, eran las empresas agro industriales.

Para el año 1982, la organización indígena UNUMA parece como filial de la ONIC, para representar a los indígenas de los departamentos: Meta, Vichada, Arauca y Casanare. Siendo el programa de trabajo el siguiente:

1º           Defensa de la autonomía indígena
2º           Defensa de la historia, cultura y tradiciones indígenas
3 º          Defensa de los territorios que han sido usurpados.
4º           Impulso de las organizaciones económicas comunitarias
5º           Educación bilingüe y bicultural
6º           Recuperación e impulso de la medicina tradicional
7ª           Defensa de la ley 89 de 1890
8º           Solidaridad con las luchas de los oprimidos y explotados.

En conclusión, se requiere siempre de una lectura muy interna de parte de los líderes indígenas que tenga en cuenta las características propias de la región, a mi modo de ver en Canalipe,  estaba muy en claro, cuando afirmaban: “que tradicionalmente han sido los capitanes la máxima autoridad de nuestras comunidades y esta autoridad debe ser mayor. Las comunidades nos comprometemos a obedecer y respetar más a nuestros capitanes, pues esa es la base de nuestra organización Unuma”, cosa que en adelante difícilmente  encontraremos. Cosa que entre otras, explica porque el estado de indefensión en el que se encuentran los resguardos de la orinoquia colombiana tiene que ver, claro, con factores externos como el conflicto en la región, pero también con la respuesta poco contundente y bien sostenida desde la autonomía de las organizaciones y con la aprobación de sus mayores.    

Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.


viernes, 11 de noviembre de 2016

ROSTROS DE LA VORÁGINE: CINCO PERSONAJES DE LA NOVELA DE JOSÉ EUSTASIO RIVERA CONTADOS DESDE EL RELATO HISTÓRICO.

Tenia catorce años cuando lLa Vorágine y al cerrar este maravilloso libro supe lo que quería estudiar. Me gradué como historiadora, guiada por el deseo de navegar por los archivos oficiales, sino también por las voces que sobreviven en los relatos orales. En las páginas de Rivera descubrí no sólo mi vocación, también mi propia vorágine.

Hay libros que nos obligan a mirar más allá de la superficie, que nos enfrentan a realidades que desconocemos o que preferimos ignorar. La Vorágine es uno de esos libros. Convencida del valor que tiene esta obra como fuente históriaca, mis primeras lecturas estuvieron guiadas por la busquedad de todo elemento que diera cuenta de la historicidad del texto. Hoy, siendo una lectora mas madura me apasiona el relato que los colombianos hemos construido al rededor del texto y sus personajes.

Por esta razón leer La Vorágine, es leernos a nosotros mismos, porque vemos un Arturo Cova, un Barrera o un don Rafa en la propia idiosincracia. Hoy los invito a que se acerquen a sus páginas con ojos atentos, no solo para descubrir lo que Rivera escribió, sino para reconocer la colombianeidad de la obra a través de cinco de sus personajes.

  Te invito a recrear un poco la novela con el trabajo del grupo teatro tierra.

ARTURO COVA: ENTRE LOS RELATOS Y DOCUMENTOS DEL PASADO

En la novela el personaje central es la selva y Arturo Cova su doliente. Según el biógrafo de Rivera, Naele Silva, el personaje se habría inspirado en la figura Luis Franco Zapata, a quien Rivera conocería en sus primeras visitas a Orocue. Las historias que Luis Franco junto con su esposa habría de contarle a Rivera, darían pie para configurar una de las escenas importantes de la novela. La huida al llano de Arturo y Alicia, para salvarla de un matrimonio obligado.  

Luis Franco recorrió el Vaupés hasta Yavaraté en la frontera con el Brasil y escapó al llano con Alicia, una muchacha de Guateque (Boyacá) a quien querían casar contra su voluntad. Bajaron por el río Meta y se instalaron en el barracón La Ceiba, junto al caño Casiquiare. Posteriormente subieron a Orocué, donde hicieron amistad con Rivera 1918. El relato de las aventuras vividas y las personas conocidas debrío de impartar la mente del joven abogado.

Años más tarde, Carlos Páramo antropólogo colombiano, indagó en documentación histórica de la época en la que viajó y escribió Rivera su novela, encontrando el informe de 1911, escrito por Samuel Darío Maldonado, de origen venezolano, quien nombrado gobernador del Territorio Federal Amazonas, recorrió buena parte de la frontera selvática. En dicho informe se afirma “Regresé de Esmeralda el día 27 [de marzo de 1911] bajando por el Orinoco rumbo a San Fernando de Atabapo; en este trayecto existen los siguientes sitios habitados…” y presenta una lista de 32 sitios poblados. En dicho censo aparece un Arturo Cova, dueño de un barracón cauchero en Puercoespín, entre el río Casiquiare y San Fernando de Atabapo. Según la investigación de Páramo, que se puede leer en los ensayos de la maestría en antropología de la Universidad Nacional, pudo pasar que Rivera en su viaje a San Fernando (1922) o a su paso por el Casiquiare camino a Manaos (1923), estuviera al corriente del mencionado informe o del mismo Arturo Cova. 

Y por qué no, como lo pretende el mismo Páramo, “Tal vez se enteró de algo sobre este personaje que cautivó su imaginación. Tal vez el verdadero Arturo Cova, también había sido tolimense o poeta”.

Bastó un relato cautivador y la promesa de adentrarse en una selva tan misteriosa como indomita, para que en la mente del joven abogado comenzara a gestarse una novela que tal vez jamas habría planeado. Lo cierto es que en el relato colectivo, la figura de Rivera, se la asoscia al personaje de Arturo Cova. Durante mucho tiempo, se hablo de La Vorágine como novela autobiografica. 


Este relato empieza a tomar forma desde1924, año de la publicación de la novela. La fotografía que mostramos fue pueblicada ese año por la revista cromos y se creo todo un mito, se decia que era el mismisimo Rivera víctima de las fiebres y paludismo en Orocué.

ALICIA, ENTRE OROCUÉ Y CÁQUEZA: EL RASTRO PERDIDO DE UNA MUSA.

Cuando visité Orocué en 2005, descubrí algo que aún me resuena en la cabeza. En el corazón del pueblo vive la creencia de que Alicia Hernández Carranza -esposa de Luis Franco-, fue la verdadera inspiración del celebre personaje literario. Lo menciono no solo como una anecdota curiosa, sino porque como bien dijo el escritor colombiano Gilberto Castillo, lo último que se supo de esta misteriosa mujer, es que hacia 1960 vivia cerca de Caqueza. Desde entonces su rastro se ha ido borrando como tienta en el agua. No así, en el correlato de las personas de la región.  

José Eustasio Rivera habría viajado a los Llanos en 1918 para hacerse cargo de un pleito que por sucesión pesaba sobre la hacienda “Mata de Palma” -la Maporita de la novela-. Este pleito lo trabo Rafael Ruiz Bejarano -Don Rafo en la novela-. Allí habría conocido a Luis Franco Zapata y Alicia Hernández Carranza de quienes escuchó la historia de cómo “huyeron de Bogotá para evitar que el doctor Enrique Olaya Herrera, familiar de Alicia, más tarde presidente de Colombia, cumpliera su promesa de hacerlo ir a la cárcel por no oficializar su unión, pues vivían en libre unión- desde hacía meses”.

La pareja se conoció una mañana cualquiera: él, que trabaja como repartidor de correos en “Expreso Ribón” llegó hasta el almacén donde ella trabajaba para entregarle una carta que le habían enviado. Para continuar con su idilio de amor, huyeron hacia los Llanos Orientales en 1912. Una vez allí, se instalaron en Orocué donde muchas veces, en su casa, albergarían a José Eustasio Rivera.

Años después, cuando eran padres de una niña, se separaron y él regresó a Manizales, donde contrajo matrimonio con Maruja Parra Aguirre. Finalmente, el 15 de febrero de 1960 murió en Palmira donde se desempeñaba como almacenista en la Secretaría de Obras Públicas. Alicia, por su parte, volvió a Bogotá con su hija. La niña murió a la edad de 13 años y de su madre lo último que se supo fue que hacia 1960 vivía por los lados de Cáqueza. (Cundinamarca)

Esta documentación es de Naele Silva, Alicia Hernández Carranza, sería entonces la musa que logró atrapar la atención de Rivera, convirtiendose en ese destello de inspiración. En una época donde el texto hablaba más de lo que las palabras podian decir, tal vez, Alicia atrapó más que su atención.

NARCISO BARRERA: ENTRE ALICIA Y EL ABISMO.

Marcelino Sosa, indígena del resguardo Caño Cavasi del Vichada, tuvo acceso al testimonio de Pablo Pomaré, también indígena, empleado de Barrera y testigo de la venganza que le dio muerte. Lo relato así porque para las comunidades indigenas de los llanos, Barrera no fue un mito: fue real, temido y les dejo una herida abierta en la memoria.  

El testimonio de Marcelino Sosa aparece en las memoria del “simposio de historia de los Llanos Colombo-venezolanos: Llanos una historia sin fronteras”. Allí Barrera, aparece como Julio Barrera Malo, enganchador de indios. También se encuentra en el relato colectivo la figura de Narcisa y la suegra de Barrera una mujer de nombre Eva. Del nombre Narcisa parece que Rivera crea el personaje de Narciso Barrera el raptor de Alicia. Cuentan los Sikuni que muchos indígenas de las riveras del río Vichada se acercaron con confianza a Barrera, por su mujer indígena y porque vendía mercancía que ellos necesitaban, además les compraba lo que ellos producían: hamacas de cumare flecadas, guindos, mañoco, gallinas, peramán, caraña y el pendare que son resinas de árboles.

De igual forma, uso la estrategia de adelantar mercancías. Julio Barrera Malo, enganchaba para trabajar la balata -el caucho-, aunque los indígenas no supieran que era la balata. Instaló un sistema de esclavitud, los embarcó engañados y drogados, los transpor en el fondo de unas embarcaciones apiñados y acostados unos encima de otros. Se contabá que Julio Barrera gustaba de sacar su caja dental y mostrarla a sus amigos y así creó entre los indígenas la idea de que comía carne humana y claro. Barrera murió a macana, atacado por los mismos indígenas con palos preparados para matar a garrote.

El Barrera de Rivera, es descrito a través del lente occidental de Arturo Cova “como el hombre elegante, de botas altas, vestido blanco y fieltro grispero condenado a la furia del poeta. Narciso Barrera muere debatido a duelo en un entronado encuentro, que poco tenía que ver con una reclamación de honor y más con acto liberador. 

TOMÁS FUNES: EL TIRANO DE LA SELVA.

 Llega al punto la novela de describir a San Fernando de Atabapo el emporio cauchero del Amazonas y aquí el autor hará referencias puntuales de hechos históricos, la matanza del 8 de mayo de 1913, la muerte al gobernador Roberto Pulido, el poder del tirano de la selva Tomás Funes. No obstante sentencia “Todos aquellos ríos presenciaron la muerte de 10 gomeros que mató Funes el 8 de mayo de 1913. Fue el siringa terrible -el ídolo negro- quien provocó la feroz matanza. Sólo se trataba de una trifulca entre empresarios de caucherías. Hasta el gobernador negociaba en caucho” La Vorágine. Pág. 283

Ese siringa terrible que presenta Rivera no es otro que el General Funes, quien ya sabemos está documentado históricamente en el artículo de Carlos Páramo, volvamos a su fuente, al informe de 1911 de Maldonado en dónde aparece listado Tomás Funes, como propietario de dos casas y responsable de 44 siringueros. Es decir, Rivera lo referencia directamente como siringuero, como lo que era antes de hacerse al poder, ¿Hasta qué punto le fue posible documentar al tirano?. No existe información precisa pero seguramente en alguna medida tuvo información escrita, recordemos que Rivera viajó a San Fernando de Atabapo en 1922, siendo miembro de la Comisión de Límites entre Colombia y Venezuela. Es decir, siendo ahora un diplomático, versado e instruido, habría tenido acceso al expediente de Tomás Funes.

Por otro lado, sigamos con fidelidad el curso de la novela cuando dice del Coronel Funes, ahora si como personaje, como tirano “Y no pienses que al decir "Funes" he nombrado a persona única. Funes es un sistema, un estado de alma, es la sed de oro, es la envidia sórdida. Muchos son Funes, aunque lleve uno solo el nombre fatídico”. La Vorágine. Pág. 283.

Aquí tiene valor histórico la novela, pues Rivera a través de su prosa describe la sociología del conflicto que vive el Amazonas y desenmaraña una pesada red de intereses compartidos por el poder local. No justifica la matanza, ni la suerte del gobernador Roberto Pulido pero denuncia el sistema macabro, sus elementos humanos y la función incuestionable en sus procederes. “El gobernador de esa comarca es un empresario cuyos subalternos viven de él; siendo sus empleados particulares, tienen una función constitucional. Uno se llama juez, otro jefe civil, otro registrador. Les imparte órdenes promiscuas, les fija salarios y los remueve a voluntad”. La Vorágine. Pág. 284. “En esta semana no habrá justicia: el gobernador me tiene atareado en despachar mañoco para sus barraqueros”. La Vorágine. Pág. 285

ZORAYDA AYRAM: LA TURCA

Nariza Sabas de Barrera esposa de Narciso Barrera Malo, aparecen en el relato local. Es descrita como la mujer que inspiraría el personaje de la madona o la turca y el personaje de Narciso Barrera. Se sabe que era una mujer de origen libanes. Ella comerciaba junto a su esposo. En la novela se le tiene como destacada comerciante “que anda por estos ríos negociando coratos con los siringueros y tiene en Manaos una pulpería de renombre”. La Vorágine. Pág. 176. Se sabe que tuvieron un almacén en Orocué llamado La Puya, que viajaban a Ciudad Bolívar en el bajo Orinoco y que tenían una casa comercial en San Fernando de Atabapo.

Nazira Sabath de Barrera en medio de su hijo y otro acompañante. 
Foto cortesía de Cilita de Rey y FAFO. Biblioteca Nacional.

A través de estos cinco personajes, hemos recorrido un pedazo de la historia que, aunque narrada en la ficción, resuena desde la cruda realidad de nuestro pasado. La Vorágine, no es solo un relato literario, sino un constante llamado de atención.

Si quieres seguir explorando más historias que cruzan los límites entre la ficción y la realidad, no olvides suscribirte a este blog. Juntos descubriremos más socre los ecos del pasado y cómo aún nos hablan hoy. 

martes, 11 de octubre de 2016

UNUMA Y LA HISTORIA DEL ÁRBOL DE KALIWERNAE


Dice Edgar Moran, en los “SIETE SABERES PARA LA EDUCACIÓN DEL FUTURO”, que la memoria es “un mundo psíquico independiente donde se fermentan necesidades, sueños y deseos colectivos.” Y esas necesidades, sueños y deseos para los Sikuani de hoy en día, tiene que ver con la permanencia en sus territorios. Por eso la experiencia colectiva, es una experiencia de lucha. 

Unuma es la organización que representa a los indígenas del Meta, pero también es identidad y palabra de autoridad. Por esta razón no es raro encontrar a Unuma  como parte del relato oral. En este sentido podrías aprender de los abuelos indígenas no solo un acervo cultural,  sino una rica experiencia de lucha.

La historia del árbol de Kaliwernae habla de un hecho memorable cuando la gente Tsamaniwi derriba el árbol de la vida y se redistribuyen los alimentos. En los Llanos Orientales  el 5% de la tierra son aptas para la agricultura permanente y Kaliwernae  se asocia con el uso ecológico de las tierras para la agricultura itinerante de conuco. Veamos.

Cuenta el abuelo Pablo Ardila que:

“Antiguamente  andábamos por la selva,  vivíamos solo de la recolección de frutos, comíamos seje, chun, lulos…. frutos silvestres. Así vivíamos, no comíamos carne. Éramos solamente Sikuni.  No conocíamos el tejido. Hoy en día comemos casabe, plátano, arroz.

Cuando llegó la colonización  la gente se dispersó. Entonces sentimos la necesidad de conservarnos.  En aquel tiempo buscamos una forma de organizarnos. Lo hicimos por medio del conocimiento de nuestros ancianos.

En esa época el único capaz de adivinar e interpretar los sueños era el médico o chaman. De ahí que le preguntaran por la relación del mundo y sus recursos. Buscaban los medios para prever, vivir y resistir.

Aburridos de comer frutas del monte,  buscaron a un abuelo de nombre Palomeke quien sabía relacionarse con el medio. Otro abuelo de nombre Cuchicuchi o Mono Nocturno, descubrió a través de sueños un árbol que se llama  Kaliwernae. Él siempre iba al otro lado del río Orinoco. De ahí va a nacer Unuma.

Al descubrir que Mono Nocturno duraba su tiempo comiendo solo y que el árbol tenía cantidad de alimento: kapi, plátano, arroz, yuca, batata, tabuelas. Hubo conflicto.

Los Cuchicuchis  siempre viajan de noche. El abuelo Cuchicuchi se perdía de noche y comía por allá. Entonces chaman se transformó en Lapa, el otro animal nocturno.

Chaman lo trasformó para que él se volviera nocturno, se hizo transformar la lapita. Pobre mujercita, se transformó como Lapa. Así hasta hoy en día  que la lapa es nocturna.

Y se le mando atrás…  ¡es usted Lapa! … ¡Mire lo que yo estoy comiendo!

Le votaba piedra y ella cogía… ¡Mire no es alimento! El cargaba en su mochila, piedra, palo, hoja. Pero al rato le escucho la ruña. … ¡ese no es usted ¡… ¡Ese es Lapa! … ¡Mire Lapa, eso es lo que yo como! Y le votaba y así iba engañándolo. Pero la Lapita lo perseguía. ¿Hasta donde irá a llegar Mono Nocturno?  Y llegó allá al árbol de Kaliwernae.

Comía cantidades. El hombre allá tranquilo comiendo y acá la Lapita comía solo la concha caída. De ahí que chaman formó un grupo de asociación. Formó un Unuma.

Lapita lo descubrió y el pobre Mono Nocturno se volvió junto a ella y regresaron. Al otro día hubo conflicto. Se peleó entre ellos. A  Lapita preguntaron:

… ¿Qué es palo que nadie capaz de tumbar?

… Como no es palo natural.

… Ni capaz subirlo, como es semejante, ni capaz derribarlo…

… Pues el único abuelo que sabe cómo  derribar ese palo es Palomeke.

El Palomeke que existe está para el lado Orinoco, no es una persona normal, es invisible. Entre ellos se relacionan porque domina el yopo  y comen kapi. Entre ellos se entienden. Entonces ellos fueron con Palomeke. Para negociar rula, hacha. Ese personaje es gigante, las personas somos como sus semillitas. Y chamán y otro fueron a negociar.

Lo planearon todo…

Tocaba jurar…

 Tenían que sorber yopo…

 Tenían que ofrecer kapi...

Tenían que negociar…

¿Qué hacer día y noche? Negociar.

Finalmente el pobre abuelo Palomeke se aburrió

¡No! aquí no vendo, ni regalo nada.

Pero ellos  pensaron hacer otra cosa. Y mandaron un mosquito chaman. Así duraron sus días y sus noches. Un día Palomeke se golpeó… y  llegó mosquito chaman y  como que lo enfermó, le comenzaron vómitos.

Cuando vomitaba, no vomitaba alimento, vomitaba, rula, hacha, joyas, ropa. Cayó oro, plata, anillos. Y ellos tomaron lo que necesitaban. Lo llevaron en bojotes y cuando lo soltaron, salían cantidad de animales. Y se dijeron ni dejar ni llevar.

Prepararse  para tumbar ese árbol, fue su error.

Si el árbol no hubiera sido derribado, solamente tomado  la semilla, o una rama o hubieran sembrado de la semilla caída, los alimentos no fueran hoy en día malos.

Se cometió el error. Tumbaron toda una parte y tomaron de esa semilla.  Por venganza, venimos a comer. Nosotros venimos a este mundo a comer.

Comían tranquilos, pues el alimento caía de Kaliwernae. De día derribaban  y
de noche aparecía entero este árbol.


Árbol de vida todo lo que caía al suelo subía, mejoraba, crecía.

…¡Hay que avisar a nuestro abuelo Bachaco!

La arriera recomendó recoger y llevar esas conchas,  al otro lado del Orinoco. Decía que si quedaba de este lado, volvía a unirse y quedar entero el árbol.

El pobre abuelo bachaco lo llevo al otro lado del mar. A medida que ellos derrochaban lograron derribarlo. Ese palo cayo para el lado de oriente. Si nos hubiera quedada para este lado Hubiéramos garantizado otra forma de alimentación” (Pablo Ardila. Tradición oral Sikuani. 2004)



     Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.



miércoles, 28 de septiembre de 2016

HISTORIA DEL TERRITORIO WACOYO José Antonio Yepes y Pablo Emilio Gaitán

La historia de la época en que los temibles Caribes asolaban las costas de los ríos de la cuenca del Orinoco  es descrita por el abuelo Sikuani José Antonio Yepes a través de Pablo Emilio Gaitán, quienes hablan de la ocupación en Walabo,  como si hubiera sido el reducto o producto de la guerra contra los Kawiri. Walabo hace parte del resguardo indígena WACOYO del municipio de Puerto Gaitán, Meta, en donde actualmente conviven las comunidades de indígenas Sikuani y Piapoko.

Sus palabras son testimonio valiosísimo para la historiografía regional que ya se ha referido a las ataques de Caribes en los Llanos Orientales, entre el siglo XVIII y principios del  XIX, bajo el contexto de un comercio de esclavos indios promovidos por portugueses y holandeses, quienes se habrían apoyado en éstos grupos a cambio de viandas y comestibles.

En otros  tiempos los Sikuani fueron guerreros  feroces que se devoraban unos a otros y si era preciso entre ellos mismos. Estaban las familias: Yalijimomowi (hormigas redondas),  Jawassirimomowi (murciélagos), Tsumeramomowi (guabinos), Kowaramomowi (caribes) feroces y voraces y los (Sardinas).

Los Bajumomowi y los Yalijimomowi, se guerreaban con frecuencia pues se hacían cacerías humanas al lado y lado de los ríos, se comían a todos los que se dejaran pescar en horas de la noche,  tarde o cualquier momento del día. Ellos se denominaban Sikuani Kawari.

En aquellos tiempos había un solo territorio desde las bocas del Orinoco y sus afluentes. Entonces fundaron la gran ciudad de Malukua, en memoria de la cacica de todos los clanes del Orinoco, hoy San Fernando de Atabapo,  en territorio venezolano.

En esta ciudad a diario se cazaban…. Hacían plazas públicas…. Los wirrias eran fuertes para comer carne humana, eran constantes y agresivos para oler el Caribe y no le ponían cuidado a la caza y pesca, claro, había otros más pasivos quienes complementaban con distintos alimentos y animales. 

Las viviendas eran muy bien construidas, silenciosas y siempre en guardia, como esperando la sorpresa que anunciaba el peligro de los feroces kawiri,… gente voraz…
Este sistema de vida trajo consecuencias, pues era gente agresiva, niños, jóvenes, adultos, mujeres embarazadas, solteras, ancianas, todos recibieron golpes y rejo, no hubo consideración con nadie.

Llevaron consigo los más voraces a Sikiriri, tipo que comía y comía y nunca se llenaba. Eran preparados para eso, tenían a los Isimali, personas que eran sumamente ágiles, veloces y usaban macana o espada de chonta palma jipiri o chontaduro, fruta comestible.

En semejante alboroto la gente huyó a los montes más cercanos. Cada grupo supo correr a su dirección para poder escapar de los demás. Un grupo se desplazó por el río Orinoco, para ubicarse en las cabeceras. Contra la corriente del río pasaron montañas y serranías y  encontraron otra ciudad, la cual llevaba el nombre de una bella doncella de ese clan: Watuliba o la primera cacica. Allí la gente era pasiva y no comía carne humana.

La familia de esta doncella era Okoromomowa o clan de Tatudearro, no era kawiriwa, por eso allí aprendieron a cazar y pescar.

Aquí culmina la historia de los Kawiri. El clan se revuelve con los recién   llegados  predominando éstos, así se borra los Okoromomowa, hasta que predominan los Bajumomowi.

Nuestros patriarcas para Walabo nacen de Yawaimali, persona quien consiguió de esposa a Watuliba y comienzan nuestros consagrados padres  o como decimos los Sikuani: Wamojiwibeye, más o menos en el año 1600.

Estos dos grandes patriarcas hombre y mujer  tuvieron un hijo llamado Antonio Turriego Yepes, no se sabe cómo o en dónde consiguieron este nombre, lo cierto es que con él, empieza el apellido para los Yepes de hoy en día.

Turriego es el gran abuelo de la consagrada familia de los Yepes, a esta persona se le olvido hablar Kawiri, lengua de Yawaimali pues predominó la de Watuliba. Ellos todavía no simpatizaban con los españoles, por eso no sabían el español.

Antonio Turriego emigró del Orinoco, entro por el río Meta hasta el lugar que llamó Walabo, sitio sagrado de la región pues existía un lugar con plátano, piña, guamo y merey, se supone es parte de la semilla que cayó allí, fundo una comarca en el alto Walabo y otro en la orilla del río Meta.

En memoria del patriarca abuelo. Tradición oral Sikuani. Puerto Gaitán. Meta

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El mercado. (Cuento)