Fanny Ortiz. 2016
fannyortiz997@gmail.com
El pasado mes de octubre se
reunieron en el colegio Claretiano de Bosa, en la ciudad de Bogotá, más de
cuatro mil quinientos indígenas de todo
el país, reunidos en su IX Congreso. Como
cosa particular, denominaron el 12 de octubre, como el “Día de la
Resistencia”, aportando a la gran movilización de otros sectores,
promovida bajo el lema, "Para que florezca la paz, ¡Acuerdo Ya!".
Desde la
localidad de Bosa, los indígenas se trasladarán hasta la Universidad Nacional, donde
se unieron con miles de estudiantes, en una
multitudinaria marcha que llegó hasta la plaza de Bolívar, en el centro de la
ciudad.
A propósito de la marcha y del
tema que por estos días se discute,
"la paz", quisiera resaltar, que los pueblos indígenas, junto a nuestra
población afrodescendiente y los sectores campesinos, son quienes más han
padecido los flagelos del conflicto en Colombia. Y la marcha habla bien de lo que han tenido que hacer, quizás hayan sido, quienes más resistencia han mostrado y de múltiples formas. Los indígenas del llano no hacen la
excepción, es bien conocido su estado de
indefensión, de acorralamiento, pero también su capacidad de pervivencia en sus
territorios.
Para este número del blogger he querido
indagar entre documentos viejos y cosas
de reciente edición, para escribir sobre lo que fuera el nacimiento de la
Organización Indígena UNUMA y la influencia que pudo haber tenido las luchas de los
indígenas del Cauca de la década de
1970, pues considero allí radica la fortaleza del Movimiento Indígena Nacional.
Todo esto, pensado como un aporte a sus procesos internos, al fortalecimiento como organización y por que no, a la
discusión que seguramente tendrán que dar en la región sobre el tema delicado
de salud y niñez.
Manuel Quintín Lame. Detenido con algunos de sus hombres. Popayán,
junio 10 de 1916
El UNUMA, palabra que significa
trabajo común, fue una de las primeras organizaciones regionales indígenas
conformadas en Colombia. Fue una respuesta a la situación vivida en el río
Planas por el conflicto entre indígenas y colonos, entre 1968 y 1969.
Lo que
pasó en esa época, fue que se formó una cooperativa indígena para producir
arroz y esto lesiono directamente los intereses de los colonos más ricos.
Aunque su base popular estaba formada
por la población de indígenas Sikuani,
la junta fue una iniciativa liderada por Rafael Jaramillo Ulloa, quien había
llegado a Planas siendo funcionario del Ministerio de Salud. Poco después trabajó
con el Instituto Nacional de Abastecimiento, donde logró créditos para una
cooperativa, también fue inspector de policía.
Trabajando en la cooperativa recibió
señalamientos por parte de los comerciantes de la región, quienes lo tildaron
de comunista, lo que llevó a que varias veces fuera apresado en la ciudad de Villavicencio.
Con este acontecimiento inicia la
persecución contra Jaramillo, la que rápidamente pasó a ser hostigamiento contra
los miembros de la cooperativa y más tarde
desencadenó en conflicto, entre los colonos e indígenas de la región.
Pero lo que estaba de fondo en el hostigamiento
contra los indígenas no era la organización de una cooperativa, sino el hecho de
que los indígenas pasaran de ser explotados de las plantaciones de arroz, a tener tierra de
su propiedad y sacar beneficio de ello. Fue Rafael Jaramillo Ulloa, quien empezó la delimitación de la
reserva en Planas, lo que hoy se conoce como el resguardo de San Rafael de
Planas.
El origen de UNUMA se encuentra
en la organización de los Sikuani en la Junta Administradora Local de Planas,
que además de organizar la cooperativa con más de ochocientos miembros indígenas
y algunos colonos pobres, logró la construcción de una escuela, que funcionaba
también como centro de salud.
Pero nuestra pregunta es sobre la
influencia que pudiera tener el movimiento indígena sobre la región,
especialmente sobre los indígenas del departamento del Meta y dicho movimiento,
se encontraba para entonces en el departamento del Cauca, con la reciente
creación del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) en 1971. La primera
referencia que encontramos y que relaciona a los dos movimientos está en las
conclusiones del I Congreso UNUMA, de Camalipe (Meta), en 1977.
Siendo UNUMA
una organización ya conformada, se declara entre otras cosas muy importantes, la
necesidad de generar solidaridad con Betulia, Chamíes y Belarcázar, (Caldas). En este punto quisiera detenerme para observar dicha influencia, al menos
en sus inicios y de esta forma, poder explicar su presencia en la Organización
Nacional Indígena de Colombia, (ONIC) como producto de un camino de
organización y lucha, que la constituyó como una de las organizaciones
indígenas regionales más sólidas dentro del Movimiento Indígena Nacional.
En el centro de documentación de la
(ONIC) reposa un documento escrito en 1974 por Trino Morales, Guillermo
Tunubalá y Juan Gregorio Palechor, titulado “Historia del Consejo Regional Indígena del Cauca”, este documento
fue preparado como antesala de lo que sería la X Junta Directiva Nacional de la
ANUC, que era la organización de los campesinos. En la mencionada Junta los
indígenas del Cauca pondrían la primera semilla de lo que sería el futuro
movimiento indígena nacional. Lo que nos interesa es mirar un poco los alcances que tenía para entonces
el CRIC, en su etapa regional, lo que creemos está dado por el hecho, de darse a
conocer fuera de lo regional e influenciar la formación de nuevas
organizaciones indígenas.
El CRIC, aparece en 1971 como
parte de la lucha de los campesinos más pobres, sobre todo los del norte del Cauca, que eran los de El Chiman (Silvia) y Credo (Toribío). Según sus propios
líderes –citados anteriormente en este
ensayo- "era la lucha del campesinado más pobre, numeroso y combativo". La parte
indígena, heredera directa de Quintín Lame y José Gonzalo Sánchez, el uno
arrestado muchas veces y el otro asesinado en 1944.
Esa parte del campesinado pobre
característica del Cauca eran los terrazgueros y aparceros, llamados así,
porque estaban obligados a pagar terraje, esto quiere decir, que una parte de
la producción se quedaba para el terrateniente y esto así, desde la época colonial,
pues el terraje se desprende de una de las políticas del imperio español, para
aprovecharse de la mano de obra indígena, el llamado quinto real.
Siendo esta la realidad del
indígena del Cauca, la primera bandera de lucha es el no pago del terraje, pero
más tarde se convertiría en la recuperación de las tierras de resguardo, otra
de las figuras coloniales, que sirvió para regular la vida del indígena y
lograr su aculturación. Se entiende como en 1971, la Asamblea de Toribío,
aprueba una plataforma de lucha en la cual, el primer punto era exigirle al
INCORA la expropiación de las haciendas establecidas en tierras de resguardo,
tierras que contaban con títulos coloniales, los cuales era preciso encontrar. Esta
labor fue realizada por maestros de universidad como Juan Friede, conocido hoy,
como el padre de la historia en Colombia.
De esta época de lucha quedan
varios triunfos importantes, que se constituiría emblemáticamente como ejemplos,
al menos para el UNUMA, si confiamos en su intención solidaria hacia las luchas
del Cauca. Hablamos de Chiman, en donde se organizó la cooperativa de Las
Delicias, El Credo, que pasó a ser parte del resguardo de Tacueyó y Paniquita
de donde surgió la organización de resguardos nuevos, como Cajibío, Morales y
Buenos Aires.
Con características socio
culturales muy distintas a la lucha de los indígenas del Cauca, ésta fue
ejemplarizante e inspiradora para los indígenas del llano. En la III Asamblea
del CRIC en Silvia en julio de 1973, se destaca como una de las cosas positivas
que a nivel nacional los medios de comunicación oficiales, ahora miraran la
situación de los indígenas del Cauca y que a raíz de esto, otras organizaciones
quisieran participar. En esta asamblea se cuenta como cosa particular la
participación de comisiones indígenas no caucanas. Aunque no se habla de una
comisión directamente de los indígenas del Meta, seguramente si la hubo.
El
CRIC para entonces, ya designaba personal para ayudar a las organizaciones
indígenas de otros departamentos del país, además se difundía la cartilla del
CRIC y la Carta Campesina de la ANUC. De la primera no se conocen ejemplares,
tal vez, por la represión de la época, pero en torno de estos medios de
comunicación se realizaba un trabajo político importante, que seguramente llevó
al relacionamiento con otras regiones.
Un año después, en 1974, nació el periódico Unidad Indígena, como una decisión
tomada en la Asamblea Indígena del III congreso de la Asociación Nacional de
Usuarios Campesinos, ANUC, en Bogotá, en agosto de 1974. El nombre y el
carácter nacional que debía imprimirle a este periódico se deciden entre las
delegaciones indígenas de todo el país. Cuenta Jesús María Pérez que “en el
III Congreso la comisión indígena se formó espontáneamente, debido al alto
número de delegaciones de todo el país” (Nuestra vida ha sido nuestra
lucha. Resistencia y Memoria en el Cauca indígena. Centro de Memoria Histórica.
2012).
Para ese año, el equipo de
trabajo del reciente periódico Unidad Indígena del CRIC, luego de la Organización Nacional, estaba conformado por un comité editorial
entre personas no indígena e indígenas muy comprometidos y se dividían la
edición por zonas, entre ellas, la de llano, que ya existía, pensada para
escribir sobre la situación que vivían los indígenas y colonos pobres de los
departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada. Cuya problemática se había
caracterizado como la presión de los colonos por sus tierras, el avance del
naciente narcotráfico y las misiones religiosas.
Esta división por zonas pasaba
necesariamente por el relacionamiento político con las regiones distintas a la
caucana, en la que al menos un miembro del comité editorial, debía tener dicha
relación, que le servía, además, de
escribir el artículo para realizar las
entregas.
Aunque muy distintas las
situaciones que se vivían en el Cauca y otros departamentos como el Meta,
Vichada y Arauca, el inicio de la organización UNUMA estaba fuertemente
influenciada de las posiciones defendidas por el CRIC.
No obstante, la situación era muy distinta, y en varios aspectos no se estableció con claridad una
respuesta acertada a las características de la región. Por ejemplo; la recuperación de
tierras de resguardo, que en el Cauca inició bajo la bandera directa de Quintín
Lame, es decir, la recuperación de tierras de resguardo que poseían títulos
coloniales y con esto, parte fundamental de la lucha era la defensa de la
ley 89 de 1890. Aunque rápidamente en el mismo Cauca la lucha se tornara, por
la defensa de las tierras de resguardo, así fueran, los recién constituidos a
través del INCORA.
En el llano el proceso inició con
la delimitación de tierras de reserva y la constitución de los resguardos tuvo
la intervención directa de los funcionarios del INCORA, que llevaban a cabo con
religiosidad lo consignado en la Ley 135 de 1961, en una especie de reparación
por la época de la violencia. Muchos de estos funcionarios estaban comprometidos
en la defensa de las tierras indígenas, pero no con la convicción que fue
característica del trabajo solidario de quienes acompañaron el nacimiento del
CRIC.
Otra diferencia importante es que
en el Cauca, el inicio de la lucha indígena surge con la participación de
campesinos pobres, pues el indígena en su condición de explotado terrazguero y
aparcero, tenía férrea identidad con el campesinado. En el llano no, la ocupación
en estos territorios era ocasional y condicionada por las bonanzas de
extracción, la característica de los colonos con alguna posesión es que no
tenían el deseo de asentamiento permanente y por tanto, poca o ninguna identidad
regional habrían logrado. Pero por el otro lado, entre los llaneros, al
indígena siempre se le vio a menos, por decir lo mejor, pues fue tratado
siempre como irracional, bajo el término peyorativo de guahibo.
Siendo así las cosas, el UNUMA
aparece en 1971, aunque de esto no exista registro alguno, muchos, incluyendo a
líderes indígenas, le han atribuido la fundación de la organización a personas
no indígenas como Luis Antonio Pérez, estas son solo conjeturas, que se
aclararan hasta que la misma organización emprenda el trabajo de reconstruir su
propia memoria.
Luis Antonio Pérez, se vinculó
con las comunidades de indígenas de Puerto Gaitán en 1971, vinculo que se hizo
de forma contratada con la prefectura de Villavicencio, para ser profesor de
primaria. Inició esta etapa en Mabriel, trabajó en la preparación de enfermeros
indígenas, impulsó programas económicos y estableció la base de una gramática
unificada. En 1982, fue nombrado asesor general del programa educativo y
coordinador del área de educación en la zona Planas.
También trabajó de la mano con la
organización el padre Ignacio González, el cual si marca una diferencia con la
participación no indígena en el Cauca, pues tengamos presente, que la recuperación de tierras liderada por el
CRIC, afectaba directamente los intereses de terrateniente y entre ellos la
iglesia. Este cura hacia parte de la prefectura apostólica de Villavicencio.
En
el llano no trabajó la comunidad claretiana, solidaria de la lucha indígena, como mal lo afirmaran en las conclusiones del I Congreso Indígena UNUMA, cuando dicen “En la
creación del UNUMA tuvieron una marcada influencia activistas sociales de
izquierda y los padres claretianos”. A mi
modo de ver, dio para aceptar sin mayor crítica la participación de la iglesia
al interior de la organización indígena, con consecuencias negativas para las
comunidades, no solo por la aculturación, sino directamente, sobre la
autodeterminación como pueblos.
El padre Ignacio González y Luis
Antonio Pérez trabajaron impulsando proyectos. Estos proyectos fueron orientados a resolver las
necesidades inmediatas de la población, poniendo en un segundo plano la defensa
de las tierras del resguardo UNUMA.
De 1972 a 1976, la organización
UNUMA trabaja por la supervivencia física, cultural y social de las
comunidades, en dos aspectos: uno, los proyectos que hacen parte del área de
educación, salud y producción y dos, la lucha por la defensa de las tierras del
resguardo indígena UNUMA. A partir del año 1976, salieron de las comunidades
los promotores no indígenas, incluyendo a Luis Antonio Pérez, a causa de
señalamientos y hostilidad de los colonos ricos de la región, cuando regresan,
continúan con los proyectos a los cuales buscan financiación.
Siendo esta la situación, el I
Congreso Indígena UNUMA establece una plataforma de trabajo de seis puntos
cardinales así; 1) defensa de la tierra 2) tareas que buscan defender la tierra
3) fortalecimiento de la organización 4) Apoyo con otros sectores como el
campesino 5) respeto por la autoridad de los capitanes indígenas 6) Solidaridad
con otras organizaciones indígenas. Que en esencia recoge mucho de los
planteamientos del CRIC.
En el congreso de Saburra, de
1980, los puntos que tienen que ver con
la producción o el fortalecimiento del
programa económico del UNUMA, se
entienden de una forma bien distinta, pues ese tipo de proyectos estaban siendo
gestionados, directamente desde la Prefectura Apostólica de Villavicencio, pero
a nombre de la organización.
Después de la cooperativa, los
proyectos de tipo productivo y educativo, entran en abierta disputa entre el
cura Ignacio González y Luis Antonio Pérez. Situación que es visible en las
conclusiones que se aprueban en el II Congreso de la organización, en Saburra
en 1980, resumido según los cuatro campos de trabajo así:
1º Defensa de nuestro derecho a poseer la tierra
comunitariamente, base sobre la cual se afirma nuestro acervo cultural.
2ª Fortalecimiento del programa económico UNUMA, adaptándolo
en lo posible a nuestras formas de producción e intercambio cultural.
3º En el campo educativo, propende porque la educación que se
les dé a nuestros hijos, parta fundamentalmente de nuestra forma de vivir.
4º En el campo de la salud, propende por la formación de
enfermeros Sikuani según la medicina occidental, que a la vez se prepara con
médicos de nuestra tradición.
A mi modo de ver se estaba
reclamando autonomía desde la propia organización. Y no era por capricho,
cuando en 1982 la recién constituida ONIC, resalta en sus conclusiones que el
proyecto educativo del UNUMA era una experiencia de educación propia similar a
la del CRIC, caía en una tremenda equivocación.
El programa educativo de 1982, se
desarrolló en las treinta comunidades del resguardo UNUMA y buscó cofinanciamiento
del gobierno Suizo, a través de SUISSAID, para la construcción de un internado
indígena en Puerto Gaitán. Cosa que se hizo y se logró, con las nefastas consecuencias en cuanto a la
aculturación, pues las comunidades de indígenas, veían como sus hijos les
fueron casi que arrebatados, para la enseñanza del idioma español y una
educación pobre y de baja calidad. A la muerte de Luis Antonio Pérez en 1985, la ONIC acude en
apoyo a la organización UNUMA y asume la coordinación del área de educación.
En 1980, CEBEMO aprueba un rubro
de capital para el proyecto Fortalecimiento de las comunidades indígenas
organizadas en UNUMA. El proyecto planteaba recoger lo que se venía trabajando
desde 1971. Una vez aprobada la financiación, el padre González, decidió
gestionar los recursos en su totalidad al programa de desarrollo económico,
pues “el fortalecimiento de tal programa,
ayuda positivamente al desarrollo de los demás”. Pero el proyecto económico no era la defensa
del resguardo UNUMA, ni su ampliación, eran las empresas agro industriales.
Para el año 1982, la organización
indígena UNUMA parece como filial de la ONIC, para representar a los indígenas
de los departamentos: Meta, Vichada, Arauca y Casanare. Siendo el programa de
trabajo el siguiente:
1º Defensa de la autonomía indígena
2º Defensa de la historia, cultura y tradiciones indígenas
3 º Defensa de los territorios que han sido usurpados.
4º Impulso de las organizaciones económicas comunitarias
5º Educación bilingüe y bicultural
6º Recuperación
e impulso de la medicina tradicional
7ª Defensa de la ley 89 de 1890
8º Solidaridad
con las luchas de los oprimidos y explotados.
En conclusión, se requiere
siempre de una lectura muy interna de parte de los líderes indígenas que tenga
en cuenta las características propias de la región, a mi modo de ver en
Canalipe, estaba muy en claro, cuando
afirmaban: “que tradicionalmente han
sido los capitanes la máxima autoridad de nuestras comunidades y esta autoridad
debe ser mayor. Las comunidades nos
comprometemos a obedecer y respetar más a nuestros capitanes, pues esa es la
base de nuestra organización Unuma”, cosa que en adelante difícilmente encontraremos. Cosa que entre otras, explica porque el estado de indefensión en el que se encuentran los resguardos de la orinoquia colombiana tiene que ver, claro, con factores externos como el conflicto en la región, pero también con la respuesta poco contundente y bien sostenida desde la autonomía de las organizaciones y con la aprobación de sus mayores.
Bueno, eso fue todo. Si te gustó lo que leíste y quieres hacer un apunte, no dudes en escribirlo. Recuerda que si estás en otro país o ciudad y requieres documentación de tipo histórica, mi contacto está iniciando la entrada, ahí me ubicas. Hasta la vista.